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Esta Celeste tiene soldados

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Edward Piñón

ASÍ LO VEO

EDWARD PIÑÓN

Edward Piñón

Sí, Uruguay tiene un ataque de lujo. De esos que generan envidia y respeto. No hay dudas que la ofensiva celeste con Edinson Cavani y Luis Suárez es un modelo perfecto de una sociedad de éxito.

Es imposible no concluirlo. Se mueven coordinadamente para generar los espacios que ellos mismos atacarán, tienen una comunicación casi telepática que les permite anticipar el lugar exacto al que deberán colocar la pelota para que el otro tenga la posibilidad de fusilar al arquero rival.

Cavani y Suárez interpretan el fútbol de la misma manera, por eso mueven a los zagueros, los enloquecen, arremeten contra ellos para hostigarlos con su obsesión por recuperar la pelota. Ellos son los líderes de la presión colectiva, aprovechan los huecos, pivotean, salen hacia los costados y se buscan. Y no solo se buscan, porque lo mejor es que se encuentran.

Cavani y Suárez encienden la ilusión. Con ellos todo objetivo que se busque es posible de concretar. Pero quizás haya que cambiar un caballo a mitad del río y, aunque parezca raro, aunque nada será lo mismo, porque no hay un jugador en el mundo que sea parecido a Cavani, tengo el presentimiento que los soldados de la Celeste volverán a dar la talla.

Sí, una vez más. Como sucedió en el inicio de las Eliminatorias, cuando ni uno ni otro aparecieron en el once de Uruguay y en lugar de generarse un derrumbe deportivo lo que se vio fue a un equipo más guerrero que nunca. Más diabólico con sus rivales.

Y, ojo, que no era nada fácil salir al frente después de esa especie de shock eléctrico que tenía que soportar el equipo, porque no era uno sino los dos amos del gol charrúa los que no iban a estar en la cancha.

Por esa razón, ahí está la señal que cautiva, que impide meter la cabeza en un pozo. La incesante confianza en los soldados de Óscar Tabárez es lo que ayuda a creer que Francia no conseguirá resentir la sensación de que este puede ser el gran Mundial de Uruguay. Es que estos soldados jamás fallan.

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