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Los mayores de 30 la rompen en lo local, pero afuera no la tienen tan fácil

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Gargano, Fernández, Rodríguez y Castro, cuatro jugadores de los más grandes en los planteles de Peñarol y Nacional. Fotos: Archivo El País.

INFORME

En la actividad internacional se precisa un ritmo y una dinámica que ya no tienen los mayores de 30.

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La eliminación de los dos equipos grandes uruguayos de las copas internacionales: la de Nacional de la Libertadores y la de Peñarol de la Sudamericana, aún duele en el alma de los hinchas. Ambas fueron en octavos de final y una vez más no pudieron siquiera acceder a cuartos.

Lo que más duele quizás es la forma. Peñarol fue superado ampliamente en los dos partidos por Fluminense, aunque probablemente donde más hayan sufrido las retinas carboneras fue en la noche lluviosa del Campeón del Siglo.

A Nacional no le fue tan mal de local con Inter, pero el gol de Paolo Guerrero a último momento lo liquidó. En el partido de vuelta fue totalmente dominado por las gaúchos. Y terminó el partido habiendo rematando una sola vez al arco.

A la hora de buscar explicaciones y sin querer encontrar culpables ni señalar con el dedo a los futbolistas que tienen más de 30 años, la participación de varios de ellos en partidos tan exigentes, puede ser una de las razones a las magras producciones de los dos grandes.

La realidad del fútbol uruguayo marca que los que vuelven después de años jugando en Europa logran desequilibrar en el medio local. Pero no pueden hacerlo cuando se juega a nivel internacional. Es que el fútbol ha cambiado, es cada vez más dinámico, intenso. Se juega a ritmo mayor.

Por eso, los futbolistas más maduros, esos que seguramente son muy importantes para marcarle el camino a los jóvenes, los que influyen en el vestuario, ya no logran hacerse valer en la cancha cuando se juega a nivel internacional. La diferencia, entre los dos grandes uruguayos y los equipos brasileños a los que les tocó enfrentar fue abismal.

En el partido disputado en Maracaná entre Peñarol y Fluminense, Cristian Rodríguez (33) y Walter Gargano (35) fueron titulares. El “Cebolla” fue sustituido y no salió a jugar el segundo tiempo. Mientras que el “Mota” jugó 64’ hasta que ingresó en su lugar Matías De los Santos. Y Lucas Viatri (32) jugó los 90 minutos, a pesar de que el equipo perdía 3 a 1 y a esa altura hubiera sido mejor pensar en lo que se venía en lo local.

En la ida, en el CDS, Gargano fue titular y jugó los 90 minutos. Fabián Estoyanoff (36) entró a los 67’ por Canobbio y el “Cebolla” ingresó por Viatri a los 75’. ¿Eran el “Lolo” y Cristian Rodríguez los que podían cambiar el partido desde el banco?

Seguramente los hinchas se ilusionaron con la potencia del hombre de Juan Lacaze y con volver a ver uno de los goles con los que solía romper la red rival, pero no sucedió.

Lo de Nacional es aún peor, los futbolistas que ingresaron para revertir el partido del miércoles en el Beira Rio frente a Inter fueron Gonzalo Castro (34), Pablo Barrientos (34) y Sebastián Fernández (34), todos mayores de 30 años y que difícilmente podían competir con la velocidad de los brasileños. ¿Era eso lo que necesitaba el equipo tricolor que perdía 1 a 0 y era superado ampliamente?

Y el partido de ida en el Gran Parque Central, el técnico Gutiérrez lo encaró con Gustavo Lorenzetti (34) como titular, mientras que Gonzalo Castro ingresó a los 66’ por Ramírez.

A propósito del tema, lo que escribió Jorge Savia en su cuenta de Twitter parece ser cada vez más cierto. Savia recordó que Ramón Cabrero -el técnico hacedor de Lanús- le dijo a Jorge Giordano hace unos ocho años en un foro de entrenadores: “Con la dinámica del fútbol actual no puede haber más de cuatro jugadores de 30 y pico por equipo”. En otro foro, cuatro años después subrayó: “Hoy no puede haber más de dos por equipo”.

Quizás si Nacional y Peñarol hubieran jugado sólo con uno o dos de 30 y pico, que bien pudieron ser Gonzalo Bergessio y Lucas Viatri quienes estando bien rodeados rinden, la historia pudo haber sido otra.

Rodrigo Amaral es la gran excepción.

La realidad del fútbol uruguayo indica que no hay futbolistas de 23 o 25 años que desequilibren. Los que lo hacen ya no están en el país. Se fueron a defender otros colores a muchos kilómetros buscando solucionar económicamente su vida y la de sus familias. Sólo quedan los muy jovencitos, los que sueñan con partir pero aún se están formando. Y los de 30 y pico que están de vuelta de sus experiencias en el exterior, pero la rompen en la actividad local.

La excepción a todo eso es Rodrigo Amaral. El talentoso mediapunta regresó con solo 22 años al fútbol uruguayo tras su pasaje por Racing de Avellaneda. En el equipo argentino no le fue bien y entrenó mucho tiempo con la Tercera División. Regresó a préstamo a Nacional, el equipo donde se formó, y no tardó en demostrar que su calidad estaba intacta. Cuando había vuelto a desequilibrar tuvo la mala fortuna de romperse los ligamentos cruzados a fines de mayo en un partido frente a Rampla en el Campus. Y está en plena recuperación.

Brian, el que desequilibra con poco más de 19.

Con Rodrigo Amaral lesionado y alejado de las canchas hasta prinicipios del año que viene, el futbolista que más desequilibra en el fútbol uruguayo es el aurinegro Brian Rodríguez. El juvenil, que recién cumplió los 19 años el 20 de mayo pasado, se hizo notar apenas apareció en Primera División.

La velocidad con la que encara, su capacidad para sacarse a los rivales de arriba, la forma en que gana en el uno contra uno, sus pases exactos y sus goles, hicieron que en Peñarol supieran enseguida que no lo iban a poder disfrutar por mucho tiempo.

Y así fue porque Brian ya tiene las valijas prontas, y aunque su pase a Los Angeles FC de la Major League Soccer se complicó un poco, no demorará en irse.

Brian fue, a su vez, uno de los mejores exponentes de la selección Sub 20 de Uruguay que jugó el Mundial de Polonia. Si bien los dirigidos por Gustavo Ferreyra quedaron afuera en octavos de final, el futbolista de Peñarol demostró sus condiciones. Y al volver comenzó a ser titular en su equipo.

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