Carlos De Pena: sus ganas de volver a Nacional, el escape de la guerra en Ucrania y el clásico con Suárez

El futbolista pasa por su mejor momento futbolístico a los 30 años. Palpitó el clásico de Brasil contra Suárez y revivió los momentos de mayor tensión en Ucrania.

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Por Diego Domínguez
En menos de dos semanas se cumplirá un año desde la última vez que Carlos De Pena (30) estuvo entre la espada y la pared. Y no precisamente por un partido de fútbol.

Era una noche tranquila. Un jueves más en un barrio privado de apartamentos en Kiev hasta que el ruido de las bombas y los aviones azotó a todo el vecindario. El lujo se transformó en calvario. La paz en pesadilla. Y el uruguayo en una víctima más.

La señal era clara: la guerra entre Rusia y Ucrania había empezado. Las amenazas previas entre gobiernos oficialmente se habían convertido en realidad.

Pasaban las horas y la situación empeoraba. Pero antes de que las explosiones tiñeran por completo el cielo de gris, De Pena se fue de apuro al centro de la ciudad por orden de las autoridades. Allí lo esperaba un búnker, que en realidad era un hotel, pero que se había acondicionado así para alojar a los extranjeros refugiados.

No había ventanas, de milagro luz, y toda la construcción estaba cementada sobre un piso subterráneo. Pasó un día. Dos. Tres. Llegó el domingo y recién a la tarde empezó la operación escape.

Después de intercambiar con dos periodistas de la BBC -que eran especialistas en coberturas de conflictos bélicos- y barajar entre los reportes que brindaban las distintas embajadas, apareció la opción del tren. “Había un tren que salía el domingo a las cinco de la tarde desde la estación central de Kiev hacia la frontera de Polonia y después hacía la de Moldavia. A Polonia llegaba antes, pero era una frontera con muchísima más gente y era más difícil cruzar, entonces decidimos ir a la de Moldavia en un trayecto de 17 horas. Ahí nos cruzaron de Ucrania a Moldavia en un bondi que había contratado la Federación Ucraniana de Fútbol. Bajamos por Moldavia y cruzamos a Rumania, también en bondi. En Rumania tomamos el avión hacia París. De París a San Pablo y de San Pablo a Montevideo”, cuenta De Pena sobre la complejidad del trayecto.

En diálogo con Ovación, el futbolista confiesa que recién al salir de Ucrania se empezó a sentir “seguro”. Mientras tanto, se la pasó tensionado y casi sin pegar un ojo. “El tren paraba y no sabías si iban a subir civiles o soldados. No fue tan fácil. Dormí poco -una hora o una hora y media- porque estaba realmente agotado”.

Además del trajín que se veía en las calles, en la pantalla de su celular se reflejaba una catarata de mensajes y llamadas, a los que no podía darle atención: “Le contestaba a mi mujer, a mis padres y a algún amigo. Con las demás personas intentaba no hablar porque quería transmitirle tranquilidad a los más cercanos y también para no estar gastando batería, que necesitaba para otras cosas”.

Hoy, que se está por cumplir un año de aquel episodio y su realidad está en las antípodas, recuerda la experiencia con otros ojos. “Pasó rápido. Parece mentira estar a pocos días de que ya haga un año. Fue un momento difícil. La guerra sigue y todos los días lo podemos ver. En el día a día sigue muriendo gente y siguen habiendo explosiones. A mí me tocó vivirlo en un período breve, porque fueron cuatro días, pero fue un período jodido, de incertidumbre, de no saber realmente qué iba a pasar. Fue algo totalmente atípico porque los uruguayos no estamos a acostumbrados a nada parecido. En Uruguay hablar de guerra es mirar para otros países siempre, porque nunca ha pasado. Fue un momento donde no la pasé bien, estaba lejos de mi familia y no sabía cómo ni de qué forma iba a salir de ahí”.

Ahora, con un presente futbolístico soñado en Internacional de Porto Alegre, De Pena pasa la mayor parte de sus días junto un grupo de 20 y tantos hombres, que son sus compañeros desde abril del año pasado. Los hoteles, los estadios y los centros de entrenamiento son los lugares que más frecuenta, condicionado por la exigencia de la rutina.

Su casa, en cambio, es el refugio para desconectar: “Te soy sincero: para mí, estar con mi mujer y mis hijos es fundamental, por cómo soy yo. Me dan un equilibrio en mi vida y me hacen estar muy bien en casa. Y cuando uno está bien en su casa, va bien a entrenar, y cuando entrena bien, después juega bien. Todo parte de la casa: el equilibrio, saber que llego y que tengo gente con quien compartir, disfrutar con mis hijos, después cenar con mi mujer y levantarme con ellos son todo cosas que me traen felicidad. Obviamente que ocuparse de los hijos a veces cansa, pero son todos momentos buenos, y mi familia es la que me ha ayudado a poder alcanzar este momento y disfrutarlo. Cuando uno ve que las personas que más quiere están bien, le da fuerza para poder dar lo mejor en el fútbol”.

Por la demanda del día a día, ya casi no le queda tiempo para seguir los partidos de Nacional por la televisión. El acotado tiempo de su agenda prefiere, en esos casos, destinarlo a su familia, aunque las puertas para volver al club las sigue dejando abiertas: “A Nacional lo sigo siempre porque me gusta. Soy hincha y disfruto verlo, pero hoy si hay un partido de Nacional en un horario donde tengo para disfrutar con mi hijo, disfruto con él. Si de repente cae cuando él ya está durmiendo, ahí sí lo miro con mi mujer. Pero si es a las cuatro de la tarde y mi hijo me dice para ir a jugar afuera, trato de disfrutar con ellos porque son pocos momentos en el año y los trato de aprovechar al máximo. Lo mismo me pasó con el Mundial, que justo me agarró de vacaciones. Si bien lo miré, no le presté la atención que le hubiera prestado en otro momento”, dice.

Archivo El Pais

“De mi lado, siempre va a estar abierta la puerta de Nacional porque es el club que me crio, que me formó como jugador y persona, que siempre me dio todo y me permitió llegar a Europa. Es mi casa y es donde me siento cómodo. Soy hincha y ojalá que haya otro período mío en Nacional”, insiste.

Como ejemplo, mencionó el caso de Luis Suárez -que volvió vigente al club, a mediados de 2022- y a quien enfrentará en un par de semanas en el clásico Inter-Gremio. Será su primera vez frente al salteño en cancha. “Lo conozco desde hace tiempo porque su hermano jugó conmigo en Nacional cuando era más chico. Lo vi en España un par de veces y en algunos momentos donde acudí a él estuvo presente. Mi respeto y admiración están en el máximo nivel porque sé todo lo que representa como jugador y también la clase de persona que es. Hoy, que está en la vereda de enfrente, me tocará enfrentarlo y le voy a querer ganar como a cualquier otro. Su llegada generó mucha expectativa”.

Del Mundial de Qatar 2022, además de la frustración por el desempeño de Uruguay, le quedó la espina de no haber sido convocado. “Creo que tuve un buen arranque del campeonato y dentro de poco se viene una nueva convocatoria, que no sabemos cómo va a ser, pero la ilusión es grande. Ojalá que pueda ser parte de la próxima lista que den de la selección”.

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