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Otro monopolio estatal

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Todo indica que los uruguayos nos encaminamos a compartir próximamente el podio junto a Cuba y China, un par nada envidiable en cuanto a libertades se refiere. De acuerdo a las intenciones del actual gobierno pasaremos seguramente, gracias a las mayorías con las que hacen uso y abuso en el Parlamento, a compartir con esos países la siguiente característica: monopolio del Estado en las telecomunicaciones. Antel que ya contaba con el de la telefonía fija, que siendo cara como es para los usuarios, le resulta en cambio útil financieramente, ahora está decidida a ser la única que habrá de ofrecer los servicios de datos vía fibra óptica.

Esto quiere decir que todo aquel que desee acceder a dicho sistema estará obligado a nunca prescindir de los teléfonos fijos. Además, todos los uruguayos habremos de financiar una enorme inversión con nuestro dinero, con las altas tarifas que pagamos, las que elevan nuestros gastos tanto como los costos de producción, dado que a la monopólica Antel nadie le controla el precio que fija. Máxime cuando la Ursec, el órgano regulador que fuera creado con esos fines, a partir del ascenso del Frente Amplio al poder, fue llamativamente debilitada y la Dirección de Telecomunicaciones es como otro brazo del mismo cuerpo.

Una tamaña y masiva erogación no se justifica, porque si bien todos compartimos que el país debe avanzar tecnológicamente y lo ha hecho bastante bien hasta ahora, -si bien el servicio es oneroso y le falta velocidad-, no condice con las inquietudes en este sentido manifestadas tanto por el ministro de Industrias como por su subsecretario. La prueba está que desde hace años, el gobierno ha desperdiciado una gran infraestructura ya existente que le hubiera permitido a los uruguayos contar con más servicios modernos hace rato y le prohibió brindarlos a una empresa que ya lo hacía. Desde el 2008, los cable operadores pidieron permiso a la Ursec para usar el tendido ya realizado por toda la ciudad a fin de proveer trasmisión de datos y conexión a internet, sin siquiera obtener una respuesta. A la vez que los jerarcas desvalorizan como obsoleta a esa tecnología, a pesar de que las redes conocidas como HFC, son híbridas de cable coaxial y sobre ellas se puede utilizar fibra óptica para llevar datos con la tecnología Cable Módem.

En la mayoría de los países convive más de un medio y es el usuario el que decide cual prefiere contratar según su conveniencia. Esta clase de redes atienden a millones de personas en países como Estados Unidos, Canadá, Finlandia y más cerca, a Brasil, Chile, México y Argentina. En algunos, los mayores proveedores de internet son operadores de cable, aunque en Argentina, los Kirchner decidieron terminar con ello desconociendo los contratos firmados con Fibertel. Además hay que decir que no es exacto, que no se presten para brindar internet con gran velocidad uno de los continuos reclamos de los uruguayos, por la gran lentitud de nuestro sistema y los perjuicios produce, pues no es así.

Tal como lo hemos vivido en carne propia con el sector de la telefonía móvil, es la competencia la que hace bajar los precios, incluida Ancel, que siendo estatal, actúa en un régimen de cierta competencia. La que proviene, por supuesto, de otra época. De esos gobiernos "extraliberales", al decir del subsecretario Ortuño, quien por otra parte, insistía el otro día al hablar del tema en un reportaje, que no es cuestión de asumir posiciones políticas ni filosóficas.

Pero al poner de ejemplo un plan estratégico de Nueva Zelandia, nunca contestó, a pesar de la insistencia del periodista, si en esa nación existía un monopolio como el que desean implantar aquí. El caballito de batalla para respaldar este afán hegemónico, además de decir que la fibra óptica es la tecnología de punta, es que se trata de la única forma en que internet también llegue a los lugares menos populosos, porque si rigiera el libre mercado, éstos quedarían relegados. Pero para este tipo de situaciones, en muchos lugares se implementan esquemas para cubrir los espacios que a los operadores privados no les resultan rentables, armando para ello un soporte financiero al que contribuyen las mismas empresas. Peajes, impuestos.

Algo que se puede subsanar de otra forma no es excusa para que los ciudadanos pierdan libertad y el Estado se vuelva cada vez más omnipotente.

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