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Los imprescimoles - fastindibles

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Nicolás Etcheverry Estrázulas | Montevideo
@|Son un grupo de personas que a lo largo de sus vidas van adquiriendo y modificando roles muy dispares. Reciben muebles, valijas, cajas, ropa y criaturas que se hospedan en sus hogares, pero también, si pueden, reparan esos muebles, cosen, zurcen, hacen inventarios, cocinan para adentro o para afuera de sus casas, elaborando meriendas y almuerzos. Traen y llevan personitas a diversos eventos anuales, hacen lecturas de cuentos a veces explicadas, a veces representadas con gestos, ruidos y expresiones vocales o faciales que inventan de improviso. Rezongan, refunfuñan y ponen límites cuando lo consideran necesario, pero también consienten y miman toda vez que sea posible. Reciben invasiones matutinas en sus camas en los horarios más imprevistos, pero también saltan de sus cómodos lechos para disipar miedos de pesadillas o consolar los llantos que provoca algún malestar estomacal.

Organizan almuerzos y paseos de todo tipo y color. Juntan y reacomodan ropa y juguetes al finalizar las jornadas sin dejar de exhortar - a partir de cierta edad - que “lo que se saca se guarda”, (con alternancia de éxitos y de fracasos). Tienen escondidos en algunos lugares claves, como cajitas o roperos, algunas golosinas u otros tesoros gastronómicos, que hábiles buscadores - piratas siempre saben encontrar y saquear.

Tratan de cuidarse para poder seguir atajando penales en un jardín o canchita y no quedar tullidos o desgarrados luego durante semanas. Arriesgan cargar a veces alguna pequeña criatura o algún cajón-valija con sus brazos y luego sienten las consecuencias de ese esfuerzo durante horas o días. De ahí la tremenda importancia de no estirar demasiado la brecha y diferencia temporal, etaria y sanitaria – físico-psicológica - entre tres generaciones.

Colaboran con la enseñanza del “por favor”, del “gracias”, del “¿puedo?” en vez del “¡quiero tal cosa!”, del “permiso” en vez del “atropello”. Ayudan a rezar por las noches antes de irse a dormir, pidiendo por sus familiares y amigos. Cooperan en el aprendizaje de la administración del dinero para que vayan comprendiendo que todo cuesta esfuerzo, que la plata no cae de los árboles como un fruto maduro, que no todo en la vida tiene precio y se puede comprar. Contribuyen a ir gestando las diferencias entre lo que se puede (o no) y lo que se debe (o no) hacer. Ayudan a explicar, con palabras y el ejemplo, que la libertad, la obediencia, la disciplina y el cariño son compatibles si se administran bien.

Se ponen a veces serios y exigentes cuando alguna circunstancia lo amerita, pero saben sonreír y reír a carcajadas, incluso haciendo payasadas cuando otras situaciones los impulsan. Hacen entrega de regalitos de objetos y de tradiciones familiares que vienen de décadas atrás y los van depositando en las manos y corazones de nuevos seres queridos que los van recibiendo y valorando con enorme cariño.

Pueden ser molestos y hasta una carga fastidiosa por momentos y etapas, pero también en otras ocasiones y períodos resultan necesarios e imprescindibles. Por eso los llamamos “imprescimoles” o “fastindibles”.

Sí, ya se dieron cuenta. Son los abuelos y abuelas. Dejemos que disfruten su rol y disfrutémoslos mientras se pueda.

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