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Lacalle Pou y sus críticos

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@|Con un ímpetu opositor rayano en la desesperación, el FA no ha asimilado aún su derrota electoral a manos de la llamada “coalición multicolor” liderada por el Dr. Luis Lacalle Pou. Se trata de un fenómeno pocas veces visto en la historia política del país, toda vez que los partidos perdedores, en actitud civilizada, sólo deseaban buena suerte al ganador porque con ella el país también la tendría.

Ahora, no. Ahora son todos denuestos y malos augurios, que harían presumir una guerra sin cuartel al gobierno electo. Sin embargo, en esa actitud el FA encuentra su propia contradicción porque, en los hechos, comprueba que las cosas ya están cambiando para bien de todos.

En primer término, porque el mal humor de sus críticos no encuentra respuesta en su destinatario, como tampoco la encontró el agravio pueril durante la campaña electoral. Precisamente, una de las características que adorna al presidente electo es su templanza ante estas actitudes, habitualmente expresada a través del silencio deliberado –que es lo más parecido a la indiferencia- virtud de difícil hallazgo en el mundo siempre hostil de la política cotidiana, allí donde devolver el agravio se tiene por valentía.

En segundo lugar, siguió instalado en la misma sede política donde forjó con sabiduría impar esa alianza de partidos que dio en llamar “coalición multicolor”, lugar convertido hoy, con su febril actividad, en la antesala de lo que será su futuro gobierno. Con esa expresión de alegría que trasunta permanentemente su rostro, con actitud amable hacia los demás y con las puertas abiertas a todos quienes quieran hablar con él, incluyendo a todos los gremios y personas que lo critican y le desean el fracaso, Lacalle Pou está marcando otra diferencia con lo hasta ahora conocido.

Concretando, la diferencia de rasero con el Frente Amplio es enorme y son sus actuales gobernantes quienes se encargan de resaltarlo, aunque no lo adviertan, cegados por una derrota que a todos les ha cambiado el humor.

Con el matrimonio emepepista al frente desgranando vulgaridades, les duele que Lacalle Pou sea la antítesis de la demagogia.

Les duele su palabra serena, sus respuestas breves y concretas, pero bien articuladas, sus contactos diarios con los medios, enfrentando toda clase de preguntas, práctica totalmente ajena a los monólogos mujiquistas. Y en fin, les duele que un hombre de 46 años, joven para los estándares frenteamplistas, se haya erigido en un verdadero líder nacional, sin estridencias, que conjuga el sosiego del espíritu con un entusiasmo desbordante y una aceptación popular ganada palmo a palmo en el contacto diario con la gente.

Dr. Lacalle Pou, ¡Chapeau!

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