@||gnominia que debe sufrir la nación, una tacha que rememora otras épocas, horrores que parecían en vías de extinción. Una demostración más de intolerancia, deshonestidad y atropellando los principios democráticos, fin del camino, la OIT.
La inadaptación y superioridad que demuestran los sindicalistas ante problemas; en silencio cuando atropellan las leyes y callando ante horrores que acontecen en otros lugares.
Las cárceles uruguayas consideradas un infierno por el Comisionado Parlamentario y organizaciones internacionales de derechos humanos, donde mandan los recluidos. Sólo para nombrar algunos hechos; ¿dónde estamos?, ¿en la Edad Media?
Evidencias del estado de situación que se vive en “el paisito”, que no era así, que apreciaba al prójimo y su trabajo.
La enseñanza era una bendición y ejemplo para muchos países. El pueblo en paz y libertad, con deseos de progreso. Obvio que había problemas, pero se discutían, afrontaban y se trataban de solucionar.
Pero llegaron nubarrones a fines de los ´50, vendidos con cara de santos, pero con las armas debajo del poncho en representación de los grandes totalitarismos. E hicieron eclosión en los ´60, mostrando quiénes eran, quiénes los financiaban, e intentaron tirar el gobierno con las armas. ¡Eso sí que creó una lista negra de desvaríos que llevaron a una situación que terminó en dictadura!
Mas el pueblo creyó los versos y llegaron democráticamente al poder, pero continuaron sus ideas despóticas, cuyo resultado es la espiral de desastres, sin responsables mayores a la vista. La casta creó una deuda externa impagable y una situación cultural, social, económica, entre otras, desconocida. Realmente una lista negra de acciones que pone en vilo los más caros principios humanos que con negruras en el horizonte y con la inacción existente, justifica el porqué de dicha lista.
Si no hay unión entre los defensores de la democracia y con interés por la Nación, seremos devorados por las maniobras del presente que se aceleran día a día.
Por lo tanto, el pueblo quiere y debe conocer la realidad que vivimos más allá de lo que se ventila; imbuirse de los desbarajustes, acomodos, atropellos y robos perpetrados y en ciernes. Es una obligación saber más de la realidad para saber qué camino tomar. Esperar sin hacer, es otro acto de barbarie.