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Dijo Vizcacha...

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En sus consejos a Martín Fierro el viejo Vizcacha le dijo entre otras cosas: “Hacéte amigo del juez;/no le des de qué quejarse;/y cuando quiera enojarse/vos te debés encoger,/pues siempre es güeno tener/palenque ande ir a rascarse.”

En sus consejos a Martín Fierro el viejo Vizcacha le dijo entre otras cosas: “Hacéte amigo del juez;/no le des de qué quejarse;/y cuando quiera enojarse/vos te debés encoger,/pues siempre es güeno tener/palenque ande ir a rascarse.”

La referencia viene a cuento al contemplar las alternativas del juicio ganado por los fondos “buitres” a la República Argentina, a la que se ha condenado a pagar la deuda contenida en bonos emitidos por dicho país, a un núcleo de tenedores de títulos, respecto de los que no hubo acuerdo de pago, y cuyo cobro forzoso corresponde se procese judicialmente ante la justicia de Nueva York, tocándole ser protagonista en el evento al juez Griesa.

Ante el hecho no ha quedado calificativo injurioso, ni desplante que no se haya llevado adelante a impulsos del gobierno del vecino país contra la mencionada persona, en una suerte de cruzada nacional contra los Estados Unidos, su gobierno, su sistema judicial y lo que sea. En medio de los acontecimientos no se ha cumplido efectivamente con un pago a otros bonistas que acordaron una reestructura voluntaria de su deuda con Argentina y esto le ha hacho caer en “default”. Lo que implica que, entre otras cosas, se cierran al gobierno argentino las posibilidades de acceder al crédito financiero internacional, del que está urgido ante un cúmulos de circunstancias díficiles: caída de exportaciones, de reservas del banco central, cese de importaciones de suministros necesarios a la industria, cierre de fuentes de trabajo, inflación de proyección imprevisible y costos sociales múltiples, entre lo más destacado.

Ha venido actuando legalmente en solitario un escritorio neoyorquino, que pone la cara ante la justicia y recibe los retos del juez actuante (a la vez que gordos honorarios), y economistas argentinos. Al respecto, el tema ha adquirido presencia planetaria y las opiniones son variopintas. A futuro habrá que ver si el nudo “gordiano” esta vez se desata o se corta.

Hay una realidad que suele no mencionarse que hace al sistema institucional y legal anglo-sajón. Inglaterra —por ejemplo— madre de otras civilizaciones crecidas bajo su influencia no tiene Constitución. Su legislación en sentido amplio se integra con pronunciamientos de larga data como por ejemplo la Carta Magna, exigida al rey Juan Sin Tierra por los señores feudales en 1215, documento que consagra fundamentos hoy aceptados universalmente sobre derecho humanos, normas regidas por la costumbre, normas emanadas del Parlamento, fallos judiciales, otras resoluciones y pronunciamientos y por lo mismo no existe allí la inconstitucionalidad. Estados Unidos, por su parte tiene una sola Constitución desde su independencia y rige desde 1787 hasta hoy. Y, su sistema legal está basado en las sentencias judiciales obligatorias, lo que arbitrariamente explicado implica que los tribunales inferiores deben aplicar ante casos iguales soluciones impuestas en fallo judicial por los que le son superiores. Esto hace que la justicia tenga un carácter prácticamente legislativo y una importancia muy superior a la de países como el nuestro de influencia europea romano-francesa continental, en los que son prevalentes códigos rígidos y abundante legislación parlamentaria y los jueces son libres de aplicar el criterio que crean mejor en los casos que deben resolver. Vaya ésto dicho subrayando la relevancia del vilipendiado juez Griesa en el marco del sistema institucional norteño.

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Ricardo Reilly Salaverri

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