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Milei en guerra con el gobierno español

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 Oscar Puente vendría a ser uno de esos bocones que suelen tener los gobernantes de pocos escrúpulos para gatillar insultos contra sus adversarios sin usar la boca propia.

Con un bocón de alto calibre como ministro de Transporte, Pedro Sánchez puede atacar con virulencia y, al miso tiempo, mantener su pose de estadista equilibrado, sereno y respetuoso con sus oponentes, que también recurren a la difamación y la agresión verbal permanentemente.

Javier Milei es su propio bocón. Si bien cuenta con escuadrones de trolls de altísima agresividad, calibrados para ofender y humillar a sus críticos, el presidente argentino tiene incontinencia de insultos y usa su propia boca para ametrallar de calificativos denigrantes y acusaciones gravísimas a quien hable contra él desde la vereda ideológica opuesta. Y la vereda ideológica opuesta a Milei no es la izquierda marxista y la ultraizquierda, sino la amplia gama que abarca a los liberales clásicos, los centristas y centroderechistas, y la centroizquierda socialdemócrata.

Milei es de esos generales que encabezan las ofensivas más sangrientas en los campos de batalla, pero contra ese capitán del PSOE que lo atacó insinuando que “injería sustancias”, recurrió a un escuadrón de artilleros. Sin embargo, su respuesta al ministro del PSOE que había cuestionado su sobriedad en un debate televisado, fue un estropicio diplomático por donde se lo mire.

Se puede cuestionar lo que dijo Oscar Puente, pero la reacción del gobierno argentino, llevando un caso menor a los umbrales de una crisis diplomática con España, es otra muestra inquietante de la desmesura presidencial. Mucho más si se tiene en cuenta que Milei ha atacado con insultos, descalificaciones y acusaciones graves a los presidentes de Colombia y de Brasil, entre otros.

Puente no debió insinuar que Javier Milei había “injerido sustancias” la vez que lo vio por televisión. La pregunta es si la respuesta del gobierno argentino tenía que ser un duro comunicado en el que, además de repudiar lo dicho por el ministro, se ataca a Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez, se acusa al gobernante europeo de poner en peligro la unidad del reino llevándolo a la cornisa de la disolución, y se señala que el modelo que aplica el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) produce “miseria y decadencia” y “trae pobreza y muerte”.

Lo que hizo Milei fue contestar los dichos cuestionables de un ministro español con una ráfaga de ataques personales a Pedro Sánchez y descalificaciones de alto calibre a la política del gobierno de ese país.

El ministro Puente había dicho lo que dijo, exponiendo en la III Escuela de Gobierno que organizó el PSOE. Estaba hablando en nombre propio, ante dirigentes partidarios.

La respuesta que alude a la esposa de Sánchez fue un comunicado oficial. En ese documento se añade un ataque ideológico, que además no refleja cabalmente la realidad económica española.

Es de dudosos escrúpulos el tejido de alianzas partidarias que, para mantenerse en el poder a pesar de haber salido segundo en la última elección, hizo Pedro Sánchez con fuerzas independentistas. Eso es por cierto cuestionable. Pero al cuestionamiento no debe hacerlo otro gobierno. Eso es injerencia.

El comunicado argentino constituye, objetivamente, una injerencia en los asuntos internos de España. Con esa respuesta, Milei actúa como líderes mesiánicos desmesurados.

Chávez y Fidel Castro, por ejemplo, se creían iluminados por la razón histórica y llamados a la misión de esparcir sus ideologías, juzgando y condenando de manera personalizada a otros gobernantes.

Si el ministro español se desubicó, Milei fue más desubicado aún. El comunicado oficial da por ciertas las acusaciones de tráfico de influencia contra Begoña Gómez que está investigando un juez. Y no está claro que tales acusaciones se basen en pruebas y testimonios creíbles, sino en portales de internet que normalmente difunden bulos. Ergo, no se trataría de versiones periodísticas de medios de comunicación que se hacen responsables de lo que publican.

El gobierno argentino atacó al español haciéndose eco de versiones recogidas en “cloacas de internet” donde transitan las campañas de difamación financiadas por quienes se benefician con el linchamiento de imagen perpetrado contra adversarios o enemigos.

Si no hubiera acusado a Gustavo Petro de “asesino” con los mismos fundamentos con que antes había acusado a Patricia Bullrich de “poner bombas en jardines de infantes”, Milei habría tenido autoridad moral para reaccionar contra Oscar Puente. Pero la reacción correcta era una nota de queja planteada a través de la Cancillería, no un comunicado presidencial que implica interferir en la política interna de España, como hará nuevamente el presidente argentino en su próximo viaje a España para participar en actos del partido ultraderechista Vox, sin saludar al gobernante del país europeo.

Al derrapar insinuando que Milei había consumido alguna droga, el ministro español habló a título personal y en un marco partidario, mientras que el ofendido presidente respondió desde el Estado, valiéndose de lo que podría ser una campaña sucia contra Pedro Sánchez y también descalificando al gobierno del PSOE desde lo que supone un altar ideológico infalible.

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