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Maldá insolente

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JUAN ORIBE STEMMER
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El Consejo Nacional Electoral venezolano -un instrumento del Poder Ejecutivo encabezado por Nicolás Maduro-convocó a elecciones para la Asamblea Nacional, el 6 de diciembre.

De esta forma, la dictadura cosechará el fruto anhelado de su estrategia política: asegurarse el triunfo en la elección parlamentaria, quedarse con el Poder Legislativo de Venezuela, y expulsar a la oposición democrática del último baluarte que le ha ido quedando. Lo que le faltaba para consolidar su poder absoluto

Ese desenlace también tendrá consecuencias en el frente exterior. La base jurídica y la legitimidad internacional del reconocimiento de Juan Guaidó como primer mandatario interino de Venezuela se encuentra en el hecho de que ocupa el cargo de presidente de la Asamblea Nacional. Al realizarse una nueva elección que, todo indica, ganará el gobierno, Guaidó perderá su investidura. Este desenlace pondrá en una posición difícil a los países que respaldan al político opositor.

Maduro continúa utilizando un instrumento legal (las últimas elecciones para la Asamblea Nacional tuvieron lugar en el 2015 y corresponde renovar sus miembros), para conseguir un fin ilegítimo (terminar con la oposición en general y Guaidó en particular).

El Poder Ejecutivo controla la vida política del país mediante varios instrumentos. Incluyendo el aparato represivo y las fuerzas armadas, el sistema de seguridad y de asistencia social, y, en forma más disimulada, su dominio sobre los diferentes organismos del Estado, incluyendo la Asamblea Nacional Constituyente, el Poder Judicial y el Consejo Nacional Electoral. A lo que pronto se sumará la Asamblea Nacional.

Por si a algún optimista incurable le quedaba alguna ilusión sobre la posición de las fuerzas armadas, el General en Jefe Vladimir Padrino López, Comandante Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, se encargó de disiparlo en su discurso del aniversario de la Declaración de Independencia de Venezuela. Dirigiéndose a Maduro afirmó: “Mi Comandante en Jefe, usted emana de la soberanía popular y por tal razón cuenta con el apoyo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Cuente usted con nuestra lealtad, con nuestra disciplina, como usted mismo nos lo exigía en estos días. Los soldados y soldadas de esta Nación hoy están de pie, con la mirada puesta en el horizonte aferrados a nuestra Constitución.” Y proclamó: “¿Y saben qué, queridos compañeros? Lo voy a decir con mucha responsabilidad, atendiendo a la ética y atendiendo a la gran política: ¡Esta Fuerza Armada Nacional Bolivariana es chavista!”

Pero el factor que más contribuye a consolidar la dictadura es el agotamiento de la sociedad venezolana. Hasta ahora, más de cuatro millones los venezolanos que han votado con los pies y emigrado de su país. Esta sangría le viene muy bien a Maduro y los suyos. Por tres motivos: la emigración disminuye la demanda interna por empleos, alimentos y servicios, reduce la presión política porque los opositores se van, y genera un influjo de remesas de dólares enviados por los emigrantes para ayudar a sus familias. Es la receta cubana.

Hay muchas clases de dictaduras.

La de Maduro y su régimen nos recuerda una frase de Discépolo. Es la encarnación de la maldá insolente. Ya no hay quien lo niegue…

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