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Importancia de la conservación

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Hernán Sorhuet Gelós
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Desde hace mucho tiempo los medios académicos especializados, así como numerosas organizaciones nacionales e internacionales, alertan acerca de los peligros que entraña la degradación de los ecosistemas del mundo.

No se trata de cruzadas impulsadas por el amor que sienten muchas personas hacia las plantas y los animales, sino de estudios e informes resultantes de minuciosas investigaciones realizadas a lo largo de muchas décadas.

En mayor o menor medida todas detectan y denuncian los graves impactos negativos que tienen sobre la salud ambiental, la pérdida —o la brusca disminución— de las especies silvestres, la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales o el avance de la erosión de los suelos.

La consecuencia que más nos interesa es la que afecta la calidad de vida de las personas. Porque la salud de los ecosistemas está íntimamente ligada a la salud de las personas que viven o dependen de ellos.

Como un ecosistema es básicamente un sitio con singulares características físico-químicas, biológicas, meteorológicas, etc. en el cual interacciona de manera crítica toda la vida que contiene (plantas, animales, hongos y microorganismos), lo que le ocurra a sus elementos constitutivos resulta crítico para el funcionamiento.

En otras palabras, si se modifica de manera significativa el suelo, la red hidrológica o su biodiversidad, habrá una alteración de magnitud en el comportamiento del ecosistema (servicios ambientales) y en disponibilidad de los bienes ambientales.

Recordemos que "los servicios ambientales" es un concepto referido a los procesos y funciones de los ecosistemas que, en su consideración general son responsables del mantenimiento de la vida, y en lo particular generan amplios beneficios y contribuyen al bienestar de las personas y de las comunidades. Son intangibles, de uso indirecto —cuando lo tiene— como por ejemplo evitar la erosión del suelo, ayudar a la regulación del clima (régimen de lluvias, vientos, etc.), ofrecer belleza escénica de un sitio.

Mientras que "los bienes ambientales" son aquellos productos tangibles de la naturaleza a los que le hemos asignado un valor económico (peces, agua dulce, madera, tierra, etc.) y que por esa razón solemos condicionar el enfoque de su gestión. Quizás aquí radican muchos de los errores que cometemos en el manejo de los ecosistemas. Porque supeditar casi exclusivamente a la utilización material de algunos de esos bienes, significa incurrir en una peligrosa simplificación de su papel para todo el sistema.

Como vemos, en su consideración general hay que decir que importa más el todo que las partes; aunque queda claro que hay que cuidar con suma atención los componentes para que el todo no se vea afectado de manera significativa. Podría hacerse una analogía con el cuerpo humano.

Hemos recorrido ya casi un quinto del siglo XXI. Pensando en el bienestar general de nuestra gente, no es para nada redundante reiterar, una vez más, la importancia que tiene la conservación de la diversidad biológica nacional y de la región. Esa preocupación debe concretarse de manera clara: que sea una de las prioridades estratégicas de la gestión pública y privada.

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