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Resiliencia necesaria

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Ignacio Sienra
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Esta palabra tan de moda hoy día, hace referencia a un aspecto de lo que se conoce como inteligencia emocional. La resiliencia no tiene un origen cronológico determinado, sino que es parte de la naturaleza humana.

Pero en nuestra época podemos poner un punto de partida, por ejemplo, en testimonios de sobrevivientes del Holocausto, o aplica a los sobrevivientes de la tragedia de los Andes. Y lo hace también a las actividades empresariales, al deporte de elite y a otros muchos ámbitos de la vida. ¿Por qué algunas personas y algunas empresas se hunden en los momentos de crisis? ¿Y qué explica que otras solo caigan y vuelvan a levantarse con fuerza? La resiliencia es uno de los tantos grandes misterios. Hay estudios que prueban que más allá de la educación, la experiencia o la preparación, el nivel de resiliencia de una persona es lo que determina quién triunfa y quién fracasa, en el plano de la oncología, en el deporte o en las Juntas Directivas. Hay estudios que demuestran que los sobrevivientes de grandes tragedias, tuvieron "escudos plásticos" formados por distintos factores, entre otros el sentido del humor que operó como un hu-mo negro, pero que no les impidió tener una perspectiva crítica de las situaciones, así como la capacidad de formar vínculos con otros, y disponer de un espacio psicológico interior que les protegió.

La mayoría de las teorías sobre resiliencia coinciden en afirmar que estas personas reúnen tres características: una aceptación obstinada de la realidad (naturaleza optimista), la profunda convicción de que la vida tiene un sentido (una creencia que se sustenta sobre valores muy arraigados) lo que les permite construir conceptos a partir del sufrimiento, para lograr un sentido para sí mismos y para los demás y una habilidad muy grande para improvisar. Se las arreglan imaginando posibilidades donde otros se sienten bloqueados.

Un gran amigo siempre me saca a colación cuando hablamos de empresas, de deporte y de personas, este aspecto que para él es medular para alcanzar grandes metas. Esto me impulsó a leer un poco sobre el tema, y darme cuenta de su acierto. Aplicando lo leído a nuestra realidad política uruguaya, podemos concluir sin temor a equivocarnos, que, no siendo los únicos, los precandidatos del partido nacional son portadores de una enorme resiliencia. Todos ellos han sufrido derrotas electorales y se han levantado con más fuerza; han tejido vínculos y siguen haciéndolo de manera muy positiva, con gente de diferentes partidos y colectividades; han puesto humor a sus actividades y nunca bajaron los brazos; cuentan con una enorme capacidad de improvisar e imaginación, para moverse sin mayorías.

Si para muestra basta un botón —mejor dicho algunos botones—, ahí tenemos a diputados recuperados de su falta de apoyo a lo que venían haciendo, levantándose, con ingenio y refundando sectores; a ambos candidatos reponiéndose una y otra vez de diferentes contiendas, así como han sido tremendamente ingeniosos con sus proyectos presentando propuestas al gobierno, más allá del desprecio de Vázquez y su fuerza. Hay mucho más. Que nadie se ofenda. Pero pueden quedarse los uruguayos bien tranquilos en cuanto a que si el Partido Nacional gana la elección, y se tiene que hacer cargo del gobierno, lo va a hacer bien. Resiliencia sobra.

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