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Capacidad y derrame

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IGNACIO MUNYO
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El sector lácteo tiene gran importancia para el país por sus ventajas comparativas, capacidad para crecer y gran derrame en otros sectores. Los precios internacionales ayudan, pero es necesario impulsar cambios para que el sector sea “malla oro”.

El 75% de la producción láctea se exporta. En 2020, superó los US$ 690 millones (8% de las exportaciones totales del país) y viene en ascenso desde 2016. Más del 70% de las exportaciones son leche en polvo, en tanto que lejos le siguen el queso (15%) y la manteca (7%).

En lo que va del año, los principales destinos de exportación han sido Argelia (24%), China (23%) y Brasil (22%). En Argelia se paga un 5% de arancel, el mismo que competidores como Argentina, Nueva Zelanda y Países Bajos. A Brasil se entra sin aranceles, pero es usual que existan complicaciones en el ingreso, y se compite con Argentina, que tiene mayor productividad promedio que Uruguay (21,1 contra 16,6 litros diarios por vaca). En China el arancel es 10%, por lo que un TLC sería importante dado que los competidores pagan menos aranceles y tienen costos de transporte mucho menores por distancia, operativa del puerto y procedimientos de aduana. Al mismo tiempo, abrir nuevos destinos, por ejemplo, en el Medio Oriente, sería de vital importancia.

El sector emplea a más de 11 mil personas. Los desafíos son el acceso y radicación de personal calificado en el interior, la capacitación en gestión, y la reconversión de la mano de obra ante el avance de la automatización. El desafío es aún mayor cuando se efectúan comparaciones internacionales: según el Banco Mundial, la cantidad de litros de leche que se obtienen por persona empleada es en Uruguay 4 veces menor que en Nueva Zelanda.

Dada esta realidad y la posibilidad de automatización, es de esperar que una potencial expansión tenga un mayor impacto en el empleo en los sectores proveedores de insumos que en el propio sector. Según nuestros cálculos, el lácteo es uno de los sectores con mayor efecto multiplicador por efectos indirectos: un aumento de $ 1 de la demanda genera un aumento adicional en la demanda de $ 1,3 por bienes de otros sectores. Si un tambo aumenta su producción necesitará más vacas, ración, fertilizantes y servicios de veterinaria. A su vez, para aumentar la cantidad de ración y fertilizantes se requiere más productos químicos. Todos estos sectores necesitarán nuevos empleos.

Para crecer hay que invertir y el acceso al crédito es una limitante. Entre 2010 y 2017, con un valor similar de exportaciones de lácteos, el endeudamiento del sector se multiplicó por 4. Si bien la situación ha mejorado algo, la falta de financiamiento en pesos a largo plazo genera problemas a los productores, especialmente para los que arriendan la tierra, que son casi la mitad.

El sector tiene capacidad y derrame, pero también problemas a resolver: falta del financiamiento necesario ante la requerida inversión en tecnología y en recapacitación de personal, y una complicada negociación con un sindicato que tiene mucho poder dada la naturaleza perecedera del producto final. Nadie duda de las dificultades existentes, pero, si el esfuerzo actual es impulsado con una tracción sostenida de demanda externa, el avance sería más fácil y mayor.

Uruguay necesita de forma urgente mejorar su inserción internacional, ampliar el acceso de nuestros productos lácteos a mercados externos es esencial.

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