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Hoy en clave de mañana

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SANTIAGO GUTIÉRREZ SILVA
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La profunda crisis económica mundial producto de la pandemia desnudó una serie de carencias de distinta índole. Resulta fundamental para el sostenido progreso del país, que pilotear y superar esta crisis, no comprometa la estabilidad futura.

Es de vital importancia administrar los esfuerzos de hoy, en clave de mañana.

Para poder pensar correcta y honestamente hoy en clave de mañana, tanto aquellos que lo dicen, como los que lo omiten, saben que es fundamental equilibrar las cuentas públicas.

En un Estado de cuentas desequilibradas no hay mañana posible, porque la crisis siempre estará a la vuelta de la esquina; y todos sabemos quiénes son los que siempre pagan las crisis. Aunque para aquellos que gobernaron la clásica necesidad de tiempos electorales haya nublado densamente el mañana.

En un Estado de cuentas desequilibradas no hay bonanza que construya y en este Estado de cuentas desequilibradas, lamentablemente no hay suficientes recursos para dar cobertura directa a todos quienes la necesitan.

El gobierno con valentía y evitando populismos fáciles toma y tomará una serie de medidas “impopulares” que se orientan a estabilizar el mediano plazo, para asegurar el futuro, a la vez que dedica la mayor cantidad de recursos posibles a asistir a los más perjudicados hoy. Si en el mediano plazo no logramos dicha estabilidad, una nueva pandemia, o crisis de la clase que sea, nos volverá a encontrar con pocas herramientas en la caja, lo que directamente derivará en compatriotas pasando mal.

Los frentes donde dar la batalla son muchos y diversos, hoy todos bastante mas serios y relevantes en la vida real que la plaza.

En cada uno de ellos es de enorme importancia elaborar políticas reales y justas, con un acertado diagnóstico y medido plan de acción cuidando los procesos, dejando para libertarios, no liberales, aquello de que no importa el mientras tanto.

Para que los fondos públicos lleguen a donde tienen que llegar, de la forma que la gente necesita, es preciso crear políticas de constante generación de información, evaluación y mejora.

En el ámbito productivo Uruguay enfrenta, además del viejo desafío de la competitividad y la eficiencia, una carrera de inserción internacional y más puntualmente arancelaria, donde algunos de nuestros principales competidores nos siguen sacando varios cuerpos de ventaja. No permitamos engañarnos con términos complejos y lenguaje de élite universitaria. La apertura de nuevos mercados y las rebajas arancelarias en un país como el nuestro, significan directamente inversión, progreso, puestos de trabajo, independencia.

Bastante de lo que hoy nos hace falta. La pandemia súbitamente abrió el telón de la informalidad y de aquellos que viven del día a día. La creación de nuevos puestos de trabajo genuinos y estables escaló rápidamente al número uno de nuestras prioridades.

A raíz del desempleo también redescubrimos agujeros en la formalidad y, por lo tanto, en el sistema previsional. Por ejemplo, en la cultura, actor fundamental de la constante construcción del ser oriental y tanque de oxígeno de nuestra vida diaria. Producto de la predominante informalidad, quedó al descampado por el parate en la actividad. Este ejemplo es sólo uno más de la necesidad de estudiar a fondo los sectores para brindarles soluciones reales, a medida y proyectar un país más integrado.

Esta pérdida de puestos de trabajos y el evidente impacto en aquellos que dependen del día a día, además, trajo consigo una emergencia alimentaria. Decenas de miles de uruguayos hacen fila todos los días por un plato de comida, quizás lo mas esencial del ser humano. Diversos esfuerzos solidarios coordinados como Uruguay Adelante, Canastas UY, Redalco y tantos anónimos muestran la mejor cara de nuestra comunidad espiritual poniendo tiempo, esfuerzo y cariño por los demás. Pero lamentablemente no alcanza.

Tanto el gobierno nacional como los departamentales tienen distintos operativos para paliar la situación, pero el desafío es mucho más grande, y de mediano plazo. Romper la frágil dependencia del día a día, e incluso la dependencia estatal. Hoy, en clave de mañana.

A pesar de la angustiosa situación de miles de orientales, bajo todo este concierto de carencias y desafíos también redescubrimos un Uruguay fuerte y construido por lo mejor de todas las fuerzas políticas.

Un Uruguay de científicos destacadísimos que desinteresadamente le ponen hora tras hora todo su tiempo e intelecto a poner en su lugar cada pieza del puzzle pandémico. Ahí crece la necesidad de mayor apoyo económico y de gestos, para que su potencial demuestre todos los beneficios puede traernos como país.

El país agropecuario que no paró a descansar un minuto, haciéndole frente no sólo a la crisis, sino también a dos sequías consecutivas que no dan tregua, espera recio y sereno que las condiciones mejoren para ser el principal motor de salida.

Todos y cada uno de estos breves ejemplos necesitan de un Uruguay sólido, responsable y estable económicamente para explotar todo su potencial y empezar lento pero seguro, a borrar definitivamente del imaginario colectivo oriental los desempleados y las desempleadas, las filas de personas por un plato de comida, los olvidados por la distancia de la capital y los resignados.

Nuestro pequeño gran país está prácticamente hecho a medida para el mundo del cercano mañana. Un mundo integrado, más sano y estable, de valor agregado ambiental, de transporte y turismo natural y sustentable, de punta en innovación científica y tecnológica, de permanente conquista de derechos, para todos y todas.

Podemos ser ese país latinoamericano pero de primer mundo. Integrado y moderno, descentralizado, libre y justo.

Tenemos todas las condiciones. Hoy todas nuestras fortalezas y debilidades quedaron al descubierto, está en nosotros transformar los desafíos, que son muchos, en oportunidades para el mañana.

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