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Un gran presidente

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hernán bonilla
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El próximo domingo comenzaremos a elegir presidente. En las internas cada partido elegirá a su abanderado rumbo a octubre y, seguramente, noviembre, de forma de que el menú para los ciudadanos se vaya aclarando.

Gracias a la solidez de nuestras instituciones democráticas tenemos una certeza clara de formas y, precisamente por eso, no de contenido. Sabemos que tendremos elecciones limpias y que el 1° de marzo un presidente electo democráticamente prestará juramento en el Palacio Legislativo, no sabemos quien será, ni de que partido será.

Es buen momento entonces el que nos impone la veda que rige desde el día de hoy para recordar un ejemplo de la historia, de los grandes presidentes que tuvo nuestro país, para cobrar inspiración hacia el futuro. Me voy a detener en uno poco conocido pero muy relevante, que vale la pena tener mucho más presente: Juan Francisco Giró.

Giró fue llamado a la primera magistratura en una coyuntura especialmente difícil, recién terminada la Guerra Grande, con todas sus secuelas políticas, económicas y sociales a la vista. El enorme abismo que separó a blancos y colorados en nuestra gran guerra dio lugar entre los doctores al sano impulso de la política de fusión, que permitió que uno de los suyos asumiera la presidencia. Con un ministerio y otros cargos relevantes integrados indistintamente por blancos y colorados comenzó a la gigantesca tarea de levantar al país desde las cenizas.

El gobierno que asumió el 1° de marzo de 1852 heredó la pesada carga de la deuda acumulada por los gobiernos de la Defensa y del Cerrito, lo que la volvía absolutamente impagable. El nuevo gobierno negoció brillantemente con nuestros acreedores para lograr grandes deducciones voluntarias que garantizaron un menor peso en el presupuesto y su viabilidad en los años siguientes. Una tarea extraordinaria que posibilitó el crecimiento de las décadas siguientes.

También, en medio de esas dificultades eliminó impuestos y bajó los

aranceles a las importaciones, abriendo la economía y dándole oxígeno, en medio de las dificultades reseñadas, lo que fue una tarea titánica y formidable. El país que recibiría la mayor inmigración en términos proporcionales del continente en los años siguientes y el crecimiento excepcional que llevó a Juan Bautista Alberdi a llamar a nuestro país la “California del Sur” estaba naciendo.

El presidente Giró recorrió el país, explicando pueblo a pueblo los beneficios del libre comercio y los perjuicios del proteccionismo. Ante los pedidos de medidas proteccionistas, que variaba de producto de zona en zona, esgrimía el mismo argumento; aunque una determinada rama pueda obtener un beneficio particular de corto plazo, el interés general del país en el largo plazo se vería resentido y eso era algo que el presidente no estaba dispuesto a aceptar.

Lamentablemente el ejemplar gobierno de Giró terminó abruptamente al año y medio de iniciado debido a un criminal golpe de Estado. Por el breve período que fue su gobierno, las sensatas y acertadas medidas que adoptó y su valiente patriotismo para enfrentar la adversidad ciertamente merece un lugar de honor en nuestra historia. Sin dudas es una inspiración para el Uruguay del futuro y, en especial, para el próximo ocupante de la residencia de Suárez a partir de marzo de 2020.

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