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Empezó la cosecha

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Días pasados se celebró, con la presencia del Presidente de la República, el comienzo de la zafra de arroz. Es un evento importante que tiene lugar en un Uruguay que Montevideo no conoce. Uruguay exporta el 90% del arroz que produce y compite bien en el mercado internacional: el arrocero uruguayo está al tope en cuanto a rendimiento por hectárea y calidad del grano. En el barro y con bota de goma hay un Uruguay de primer mundo.

Cuando Gustavo Leal era joven (y no estaba tan enojado) le escuché una conferencia, que he citado otras veces, de la cual aprendí que no es correcto hablar del Uruguay sino que hay tres Uruguay. En lo alto de la lista, destacado, está un Uruguay top. Habitualmente se lo distingue o se lo identifica por la producción y exportación de software. Otras veces se agrega en esta categoría las zonas francas (Zonamerica, que es la que el montevideano conoce de vista cuando va a la cancha de Peñarol). En esa misma categoría está el productor arrocero (sin gozar de ninguna de las exoneraciones impositivas que tienen las zonas francas).

Abajo, en el fondo de la tabla, está el tercer Uruguay según Leal. El montevideano lo conoce un poco más porque lo tiene alrededor y porque sale mucho en los informativos: es el Uruguay marginal, el de los asentamientos, domicilio de hurgadores (ciudadano que trabaja) y de los malandras (que viven del delito). ¿Qué dimensión tiene ese Uruguay? Sea cual fuese es un baldón y una vergüenza nacional.

Y en el medio hay otro Uruguay. ¿Cómo es? Aquí abandono a Leal y paso a describir lo que veo, auxiliándome para expresarlo con referencias de intelectuales compatriotas prestigiosos. Tucho Methol decía: el Uruguay es un país de comensales. Entre el primer Uruguay y el tercero está el Uruguay de comensales. Real de Azúa, por su parte, hablaba de “un estilo político de facilidad y conformismo, de piedad y contemplación del interés creado”. El Uruguay del medio es ese: antes versión batllista ahora versión frentista.

¿Cómo se puede sentir el productor de arroz de Rincón de Ramírez, que saca 200 bolsas por hectárea, cuando ve que el día de comienzo de clases el gremio hace paro en protesta de una sanción aplicada a unos maestros que hicieron proselitismo en el aula? ¿Qué puede pensar el tambero, productor lechero para quien no hay un solo día de descanso al año, cuando ve que el sindicato de Conaprole amenaza paro porque van a cambiar de categoría a algunos operarios?

Ahora se está poniendo de moda hablar del espíritu de época; yo noto que hace un par de años ese espíritu ha comenzado a cambiar en el Uruguay. Comenzó a ser visible en la respuesta que la población tuvo ante la pandemia del Covid (el rescate de los pasajeros del Greg Mortimer es un símbolo) y luego al ratificar la LUC. El estilo de facilidad y conformismo está dejando de ser aceptado como sentido común nacional. Se está inaugurando otra época. ¡Empieza la cosecha!

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