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Elogiar a Thatcher en la Argentina

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Lo cuestionable no es que Javier Milei haya elogiado a Margaret Thatcher al ser entrevistado por la BBC. Lo cuestionable es que en ese elogio no hubiese hecho la salvedad de cuestionar el hundimiento del crucero General Belgrano. Podría haber mantenido su juicio de estadista “brillante” para la gobernante tory, sin dejar de cuestionarle lo que, objetivamente, constituyó un crimen de guerra por haber perpetrado el ataque fuera del espacio marítimo delimitado para el conflicto. Para colmo, ni siquiera se justificaba un acto criminal como ese, porque el hundimiento del Belgrano no era necesario para que los británicos ganaran aquella guerra.

Además de decir que la admiraba, pudo mostrar juicio crítico, sobre todo por ser el presidente del país contra el que la “Dama de Hierro” ordenó aquel crimen de guerra.

Pero la mayoría de las voces que criticaron su referencia a la líder tory que gobernó durante once años al Reino Unido, centraron sus críticas en el elogio. Pero lo doblemente cuestionable es no haber sabido, sino denuncia, al menos señalar críticamente el hundimiento del Belgrano. La consideración de que fue una líder y gobernante brillante no fue un error de Milei ni una apreciación cuestionable.

La verdad es que Margaret Hilda Roberts, la primera mujer que ocupó el despacho principal del 10 de Downing Street usando el apellido de su marido, Denis Thatcher, tuvo un liderazgo excepcional sobre el Partido Conservador y encabezó un gobierno que dejó su marca en la historia.

Por cierto, desde posiciones políticas centristas, o sea las que pueden encontrarse en el arco que va desde la centroizquierda a la centroderecha, hay muchas críticas para hacerle a quien gobernó Gran Bretaña entre 1979 y 1990. Su dogmatismo cerrado y beligerante, su intolerancia con la crítica y con las posiciones opuestas a la suya, su insensibilidad social y su dureza a la hora de ordenar represiones, es lo que más resalta en Margaret Thatcher.

También su resistencia a las adversidades y su capacidad de liderazgo son reconocidas desde las posiciones centristas. Pero el cerrado apego a sus convicciones no, porque tienen rasgos de fanatismo y alimentaba su intolerancia a la crítica y a la oposición.

La frialdad con que, por ejemplo, dejó morir a Bobby Sands en 1981, por ignorar los reclamos que hacía con su huelga de hambre en la cárcel donde se encontraba ese dirigente norirlandés ex miembro del IRA y parlamentario británico. La brutalidad de la represión que lanzó sobre la huelga minera en 1985, para torcerle el brazo al sindicato que, once años atrás, había derribado al primer ministro conservador Edward Heath. Esos rasgos que también explican sus éxitos, sólo son admirados por los conservadores más recalcitrantes.

Por eso no hay nada de extraño en que el presidente argentino, que es un ultraconservador, se declare admirador de la Dama de Hierro como hizo en su más reciente entrevista Javier Milei.

Mrs. Thatcher fue una protagonista relevante de las últimas décadas del siglo pasado, y expresó un conservadurismo extremo y una ortodoxia económica radical.

Lo extraño sería que un ultraconservador como Javier Milei no tenga entre sus ídolos a la líder que impulsó desde Londres la llamada “revolución conservadora”, de gran impacto a escala global y con Ronald Reagan como exponente principal del otro lado del Atlántico.

Murray Rothbard, Frederich von Hayek y Ludwig Mises son los héroes del presidente argentino en el campo teórico, mientras que la ortodoxa y dura Margaret Thatcher es la heroína de la “praxis” conservadora.

Fue objetivamente erróneo que Milei respondiera como respondió a los dichos en su contra de un ministro español, atacando al gobierno de Pedro Sánchez con golpes bajos y con un argumento dictado por el ultraderechista Vox. Planteado como estuvo, el agresivo ataque al líder del PSOE y presidente del gobierno de España, implicó una injerencia en los asuntos internos de ese país europeo. Con todo lo criticable que tiene el actual gobierno del PSOE en su política interna, no es otro gobierno el que debe hacer esos cuestionamientos.

También es objetivamente cuestionable el viaje que realizará próximamente a Madrid a participar en la cumbre anual de Vox, sin saludar al jefe del gobierno ni visitar el Parlamento. El presidente argentino ya concurrió a un evento conservador en Estados Unidos y se abrazó con Donald Trump, sin haber saludado al presidente demócrata que está en la Casa Blanca.

Ahora bien, en lo referido a su elogio a Margaret Thatcher, lo cuestionable de Milei es que no haya mencionado críticamente el hundimiento del Belgrano, pero en absoluto lo es haber declarado su admiración.

Aunque la Dama de Hierro no era anarco-capitalista sino una conservadora durísima y recalcitrante, fue intelectualmente honesto que el presidente de la Argentina, como ultraconservador que es, se declarara su admirador y la calificara como “brillante” al responder la pregunta de la periodista de la BBC.

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