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El militante Caggiani

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Pablo Da Silveira
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A título de excepción, voy a empezar esta columna con una referencia personal. En el año 1995 publiqué un libro titulado La Segunda Reforma, que presentaba una propuesta de cambio para nuestra enseñanza.

Era un libro en ocho capítulos. Uno de ellos se llamaba: "Las vías de reforma: un camino a descartar". Allí dedicaba decenas de páginas a argumentar por qué no me convence el modelo de "vouchers" o bonos educativos propuesto por el economista Milton Friedman. Desde entonces hasta hoy, siempre sostuve que ese no es el camino para mejorar nuestra educación.

Para mi sorpresa, no bien publicado el libro se armó una coalición que incluía desde Germán Rama hasta la cúpula sindical, pasando por algunos malos académicos y buena parte de los dirigentes de izquierda, que se dedicaron a acusarme de ser un seguidor de Friedman y, en consecuencia, un defensor de las políticas educativas de Pinochet. Algo curioso, tratándose del primer uruguayo que había hecho un esfuerzo documentado para criticar la idea.

Esta mentira se ha ido diluyendo con los años. Hoy no se atreve a mencionarla ningún portavoz mínimamente serio de ningún partido político, ni ningún académico respetable. Eso no quita que siga habiendo docentes y militantes de base que la repiten porque la escucharon, sin haber leído jamás una sola línea.

Estos datos sirven para contextualizar las declaraciones del consejero de Primaria, Pablo Caggiani, al semanario Búsqueda. En una entrevista publicada el jueves, Caggiani atacó a los liceos Jubilar e Impulso porque, según él, "es la misma idea que instaló Pinochet en Chile". Y ahí mismo armó un paquete donde también metió a los "vouchers", a los años noventa, a Ernesto Talvi y a Pablo da Silveira.

Lo menos grave de esas declaraciones es que Caggiani confunda los liceos privados gratuitos con los sistemas de "vouchers" (un error que haría perder un examen de primer año a un estudiante de políticas públicas). Más serio es que una de las principales autoridades de nuestra enseñanza intente cubrir su inmensa ignorancia con maniobras argumentales de quinta categoría, que ya eran impresentables cuando él era adolescente.

Pero lo más grave es que Caggiani siga creyendo que el gran tema de nuestra vida educativa es la oposición entre lo público y lo privado. Caggiani está tan obsesionado con esa idea que llega a decir que "la enseñanza privada es una estafa", sin darse cuenta de que se está denunciando a sí mismo.

El dato más llamativo de nuestra educación primaria es que, mientras hoy tenemos unos 50.000 escolares menos que hace 10 o 15 años, la educación primaria privada tiene más alumnos. Es decir: el número total de escolares cayó fuertemente por razones demográficas, pero la matrícula de primaria pública cayó todavía más, porque la privada siguió creciendo.

Tendencialmente, cada vez más uruguayos rechazan lo que Caggiani y los suyos ofrecen gratis, y hacen esfuerzos para pagar por otras opciones. Eso a pesar de que Caggiani y los suyos disponen de más plata, más maestros y más funcionarios que nunca en la historia.

Al plantear las cosas como lo hace, Caggiani admite implícitamente que viene perdiendo terreno ante "una estafa". Y de paso trata de idiotas a las decenas de miles de uruguayos que hacen esa opción. Todo eso mezclado con Pinochet y los "vouchers".

Hay alguien a quien el cargo le queda muy grande.

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