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El discurso de Manini

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El miércoles pasado, imprevistamente, ocurrió uno de los hechos políticos más importantes desde la recuperación de la democracia. El tema de la violación de los derechos humanos en dictadura fue, durante los últimos 30 años, el que generó más divisiones y debates en la sociedad: ley de caducidad, dos referéndums, derogación de la ley.

El miércoles pasado, imprevistamente, ocurrió uno de los hechos políticos más importantes desde la recuperación de la democracia. El tema de la violación de los derechos humanos en dictadura fue, durante los últimos 30 años, el que generó más divisiones y debates en la sociedad: ley de caducidad, dos referéndums, derogación de la ley.

Sorprende entonces que las palabras del comandante Manini Ríos en el 205 aniversario del Ejército y frente al presidente y buena parte del sistema político no hayan impactado más. Son muy relevantes. El jefe militar afirmó que en su historia la fuerza tuvo cosas buenas y malas, el Ejército, dijo, acierta “cuando interpre-ta fielmente el legado artiguista, está junto a su pueblo, tiende su mano abierta a los que sufren y se brinda pleno por una causa noble. Se equivoca cuando se aleja del ejemplo de su primer Jefe, cuando fusila a los rendidos en Quinteros y Paysandú, cuando degüella a cientos de vencidos en el Sauce, cuando trata indignamente a sus prisioneros, que al decir del singular general Pablo Galarza, son lo más sagrado que hay en una guerra… De sus aciertos y de sus errores la Institución hoy asume sus responsabilidades… y lo hace consciente también de la indelegable misión que tiene que cumplir de respaldar el sistema democrático republicano y el Estado de Derecho.” El reconocimiento público del Ejército, en voz de su jefe, de haber dado un trato “indigno” a los presos y asumir sus responsabilidades, es un hecho histórico y político que increíblemente pasó sin destaque.
Es lo que muchas veces se le pidió a esa fuerza y el día que sucede, en medio de su propio aniversario y frente a las autoridades constitucionales, pasó inadvertido. ¿Razones? No sé, pero tantos años después de tanto debate esta afirmación es un punto de quiebre respecto al pasado más reciente.

Agrega madurez y paz en la sociedad y destaca a una institución que reconoce públicamente que traicionó su misión de acatar la Constitución y reconoce que violó la ética que implica respetar los derechos individuales en los momentos en que más se debe hacer, cuando es más fácil pasar por alto los valores porque todo se justificará en la guerra.

El Ejército violó la Constitución y antes que ellos sectores políticos, entre ellos el más importante el MLN Tupamaros, intentaron violarla también y llevársela puesta. Para ello dieron un trato “indigno” a sus presos violando los derechos humanos y dando muerte y aplicando métodos tan ominosos y aberrantes como los militares que lo hicieron. Son diferentes responsabilidades, claro, pero no diferentes los métodos ni las consecuencias. La tergiversación de la historia puso en diferentes lugares de la línea de respeto a la vida a los dos. A unos como violadores de derechos y a otros como sus defensores. Sin embargo los dos los violaron en reiteración real.

Ahora el Ejército lo reconoce y asume su responsabilidad en un acto público frente a su mando constitucional y los partidos políticos. En ese acto había también quienes integraban el otro bando. De ellos se espera también que reconozcan sus violaciones a la vida y a la dignidad humana. No es necesario, como va demostrándose, que los protagonistas de aquellos años no vivan más para que se cierren las heridas. Se podría hacer hoy si todos tuvieran el mismo coraje para hacerse cargo de sus propios “tratos indignos”.

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Javier García

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