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Canelones y la basura

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Nadie discute que el gobierno canario tiene un problema serio de gestión de los residuos sólidos departamentales. Al obsoleto y contaminante basurero municipal de Cañada Grande en Empalme Olmos -que debió cerrarse en 2020- se pretende ahora concretar dos proyectos conjuntos en el mismo predio: la construcción de un relleno sanitario y de un centro de valoración de residuos en Villa Olmos, a unos cuatro kilómetros de Cañada Grande.

Como ocurrió en el pasado reciente, la Intendencia de Canelones intentó construir una gran planta de gestión de residuos, primero en el Municipio de Soca (2018) afectando la cuenca del arroyo Solís Chico, y con ello seguramente a los balnearios de Parque del Plata, Las Vegas y La Floresta, lo que finalmente no ocurrió por oposición de la Dirección de Medio Ambiente del entonces Mvotma (zona reclamada por la OSE para construir una futura reserva de agua dulce de respaldo para la Ciudad de la Costa). En 2020 el sitio escogido fue en el cerro Mosquitos -siempre cercano al vertedero de Cañada Grande-. Y aunque la administración anterior muy poco antes de retirarse le concedió la Autorización Ambiental Previa para comenzar los trabajos, las nuevas autoridades del flamante Ministerio de Ambiente del actual gobierno, suspendieron el proyecto.

Lo llamativo es que hoy las autoridades locales y departamentales les dicen a los preocupados vecinos que “no saben nada”, que desconocen el proyecto, algo que resulta muy difícil de creer, porque los responsables del mismo han realizado estudios y gestiones varias para confeccionarlo.

Lo concreto es que tanto secretismo lo único que logra es generar muchísima desconfianza, en especial en los vecinos que se quejan, con razón, de padecer el impacto negativo en la calidad de vida y la desvalorización de sus propiedades debido a la palpable contaminación ambiental padecida, desde hace treinta años, por el funcionamiento del basurero municipal en la zona.

Este proyecto se acerca aún más al centro de Empalme Olmos, Villa Olmos y hasta la ciudad de Pando -estará a unos mil metros del Parque de Pando.

Como todo relleno sanitario conlleva una serie importante de impactos ambientales sobre las aguas superficiales, las subterráneas y la calidad del aire. El predio es lindero a la margen este del arroyo Pando -a la altura de la desembocadura de su tributario el Sauce- poco antes de que sus aguas lleguen a la ciudad.

La sociedad civil se organizó en una comisión de vecinos que obtuvo de la Facultad de Ciencias (Udelar) un informe técnico sobre el alcance del proyecto. El organismo concluyó que la localización es inadecuada por geología, por la cercanía del arroyo Pando (que además tiene una toma de agua abajo del predio), por proximidad urbana y, además, porque no se realizó un estudio de percepción social con profesionales capacitados.

A pesar de todo ello, los responsables del proyecto les proponen a las autoridades competentes que se le otorgue la categoría “A” (los que no presentan impactos ambientales negativos, librándose de tener que realizar el estudio de impacto ambiental correspondiente).

¿Cuesta tanto hacer lo correcto?

Tienen la palabra el Ministerio de Ambiente y la Intendencia canaria.

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