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Uruguay caro: “todos pellizcan”, pocos importadores y marcas, el peso del Estado y más

A partir de una iniciativa del BCU El País entrevistó a diversos sectores que destacaron algunas causas: el gran peso del Estado, multiplicidad de tasas e impuestos, concentración de marcas y más.

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Supermercado Disco
En Uruguay el IVA es alto y lo paga casi toda la población.
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

Que “Uruguay es caro” ya es más que repetido. Pero las soluciones a este intrincado problema multifactorial son más complejas.

Una convocatoria del Banco Central (BCU) para analizar el nivel de precios en Uruguay, recibió los trabajos de investigación del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) y de la consultora CPA Ferrere. Básicamente, el CED plantea que existen desvíos a la Ley de Único Precio (una teoría económica) en Uruguay, sobre todo en productos importados, y menciona las principales fuentes de desvíos. El informe de CPA Ferrere, por su parte, se centra en precios de frutas y verduras.

El País consultó sobre este problema a representantes de diversos sectores.

Sebastián Pérez, asesor económico de la Cámara de Industrias (CIU) afirmó que, según la gremial, los problemas de altos precios tienen que ver más con el Estado que con el sector privado, e instó -hablando en general- a que “no hay que referirse a la hormiga cuando pasa por adelante un elefante”.

Pérez enumeró así como problemas estructurales: los costos del Estado (“muy pesado”), lo que se traslada en impuestos, tasas y precios; ineficiencias en los sectores no transables; rigidez en la determinación de salarios; poca apertura comercial, entre otros males. A su entender, “en los mercados de bienes energéticos podría haber más competencia y así bajar costos”.

Pocos proveedores

Daniel Menéndez, director de la Asociación de Supermercados (ASU), dijo que los comerciantes, a la hora de adquirir los productos para luego vender al público, muchas veces tienen pocas opciones, o solo una.

“El comerciante no puede elegir dónde comprar, no tiene variedad de proveedores, eso termina encareciendo el precio final”, afirmó.

Consultado al respecto, Daniel Fernández, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines (Cambadu) opinó que el problema no son los “distribuidores exclusivos”, sino las cargas fiscales, sueldos y la distribución que pagan (ellos y otras empresas).

Algunos comerciantes con los que El País conversó, plantearon que, para ciertas marcas importadas, efectivamente hay pocos proveedores o un importador exclusivo, que terminan definiendo, de alguna manera, los precios en el mercado y marcan márgenes de ganancias muy altos.

En algunas categorías notan gran concentración de marcas. “En nuestro mercado, la marca líder apabulla”, dijo a El País un encargado de supermercado que prefirió anonimato. “Nos gustaría comprarle a mayoristas en otros países y no depender del importador exclusivo, pero por las regulaciones no podemos”, señaló. A su juicio, si hubiera más distribuidores por marca, los precios bajarían.

Otro estudio de la consultora CPA Ferrere para el supermercado TaTa (que publicó El País el 11 de junio de 2021) encontró aspectos similares. Al analizar un conjunto de artículos de la canasta de consumo, ese trabajo detectó que “Uruguay es relativamente más caro con respecto a países vecinos como Argentina, Brasil y Chile. Particularmente, las mayores diferencias se encuentran en productos donde existe una importante concentración de marcas importadas y casi no se comercializan marcas de industria nacional y/o marcas blancas. Este el caso de artículos de tocador, higiene personal y productos de limpieza”.

“Todos pellizcan”

Fernández destacó que el BCU debería estudiar cuántas manos pasan antes de que los productos lleguen al consumidor final.

“Cuando se importa, hay que pagar impuestos de Aduana, pasar por el LATU, luego el producto va a los mayoristas, de ahí al minorista, en el interior las intendencias cobran un porcentaje por tasa bromatológica (que se va a unificar), hay más pasos, y en cada paso, todos pellizcan algo”, afirmó.

“¿Cuántos peajes oficiales (cargas fiscales, etcétera) va pagando el producto antes de llegar al consumidor final?”, agregó, señalando que “ese cuentagotas, al final desborda el vaso; y el principal gestor de esto es el Estado”.

Fernández afirmó que “algunas tasas impositivas se establecieron hace unos 50 años para proteger algún departamento u oficina que ya no existe, e igual se sigue pagando. “Se siguen pagando tarifas de cosas que ya no existen más”, dijo.

En otro orden, varios entrevistados vieron los certificados o aranceles que se exigen como “excesivos” o “innecesarios” en muchos casos. Señalaron que el LATU demora varios meses (“demasiado”) en entregar sus certificados. Sí están de acuerdo con una “tasa bromatológica nacional”, ya que pagar tasas en cada departamento encarece y agrega burocracia.

Safidi discrecional

Fuentes del sector comercio y servicios dijeron El País que la “Solicitud de Autorización Fitosanitaria de Ingreso” (Safidi), necesaria para ingresar frutas y verduras, es otorgada a discrecionalidad, cuando se permite importar por escasez de producción nacional u otra situación puntual.

Es decir, para proteger al productor nacional no se permite importar frutas y verduras libremente. Pero, cuando habilitan la importación, “lo hacen con nombre y apellido” -aseguró una fuente- y este, “pone el precio que quiere”.

Desde Cambadu, Fernández no mencionó este tema, pero dijo que “el que trae fruta o de Brasil o Argentina, es el mismo que vende el producto caro en Uruguay. Cuando vienen de afuera, como tienen vida muy corta, cuestan caro igual, no hay una diferencia abismal en los precios”.

El vicepresidente primero de la CIU, Gabriel Murara dijo que le “asombra que hablen de frutas y verduras cuando tenemos costos energéticos altísimos, la regulación salarial también va marcando el costo país; (el gobierno) habla de una inflación del orden del 5%, pero suben más las contribuciones, los peajes y otras cosas administradas por el Estado”.

“Uruguay es caro porque el Estado es caro y por las muchas regulaciones que terminan encareciendo el precio final. Hay muchos gastos intermedios que hay que sacar o corregir”, señaló Murara.

Puso como ejemplos la estructura de precios que se fija en Ancap y las pérdidas de la división del pórtland que “ascienden a US$ 20 millones o US$ 30 millones al año, desde hace 15 años o más, entre otras ineficiencias que tienen impacto, directo o indirecto, en los costos y precios en el país”.

Además

Investigaciones que analiza el Banco Central (BCU)

El trabajo de investigación del CED provee evidencia de que desviaciones de precios hacen a Uruguay 27% más caro que el promedio de otros 43 países, más allá de razones macroeconómicas o el tipo de cambio.

Los mayores desvíos ocurren en mercados con alta oferta de importados. Según concluyen, una eliminación de desvíos en 47% de la canasta del Índice de Precios al Consumidor (IPC) implicaría una rebaja de 1,2 puntos porcentuales del mismo. ¿Cuáles son las fuentes de desvío? Regulaciones laborales, rigidez salarial, percepción de altos impuestos por parte de las empresas, dependencia de insumos importados, prevalencia de barreras no arancelarias, entre otros factores.

El trabajo de CPA Ferrere, por su parte, se centra en las barreras a la importación de frutas y verduras, que impactan en los precios y la volatilidad del IPC.

Señalan que los mecanismos de protección a los productores locales hacen que las importaciones de estos productos sean puntuales, y que cuando se concretan, provienen fundamentalmente de Brasil y Argentina, y en menor medida de otros mercados como Chile y la Unión Europea. En esa línea, los autores afirman que eliminar esas barreras para la importación de frutas y verduras podría implicar una reducción promedio de 0,6 puntos en el IPC y de 2,4 puntos en el índice de Alimentos y Bebidas.

Banco Central del Uruguay
Banco Central del Uruguay
Foto: Gianni Schiaffarino

MERCADO PEQUEÑO

El problema de escala podría tener solución

Uruguay tiene un problema de escala, ya que por ser un mercado “pequeño”, el costo de producción no se “licua” tanto en el precio final como si hubieran más consumidores en el país. No obstante, existen países pequeños que no tienen precios al consumidor tan altos como Uruguay, lo que abre una ventana sobre posibles soluciones. Asimismo, algunos entrevistados plantearon que la concentración de marcas debería ser prioridad, por su alto impacto en un mercado reducido como este.

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