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Inflación en el menor nivel desde 2005: ¿Cómo impacta esto en los bolsillos de los uruguayos?

En este Finanzas de Bolsillo veremos cómo afecta la inflación en nuestros salarios, poder adquisitivo y otros factores de la economía.

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Hombre contando billetes de 50 pesos uruguayos en su billetera. Foto: Darwin Borrelli
¿Cómo impacta la inflación en nuestros bolsillos? Crédito:
Darwin Borrelli/Archivo El Pais

Mucho se habla de la inflación, tanto en los países vecinos como en Uruguay, pero pocas veces alcanzamos a comprender los efectos que puede generar sus variaciones en nuestra vida diaria.

Para esta edición de Finanzas de Bolsillo, El País conversó con expertos para entender cómo impacta en nuestros bolsillos los nuevos niveles inflacionarios que, en agosto, alcanzaron su menor nivel desde 2005.

Para comenzar, ¿qué es la inflación?Usualmente se define como el aumento generalizado y sostenido en el tiempo de los precios, el cual se suele comparar con períodos temporales determinados, como un mes o año anterior.

En esta línea, la gerente de Consultoría Económica en Grant Thornton, Sofía Harguindeguy, explicó que, “aunque en una economía de mercado los precios fluctúan constantemente, se habla de inflación cuando hay un aumento generalizado. La inflación se mide a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que se basa en una canasta de bienes y servicios representativos de un hogar promedio”.

En tanto, el exintendente de Regulación Financiera del BCU, José Antonio Licandro, entiende como una definición más apropiada, si se quiere “entender la raíz del fenómeno”, que “la inflación es una pérdida del valor del dinero sostenida en el tiempo”.

De acuerdo a los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC subió 0,17% en agosto, siendo la menor suba del indicador para un mes de agosto en 22 años (en agosto de 2001 hubo caída del IPC de 0,28%).

A su vez, en los últimos 12 meses, la inflación bajó de 4,79% (cerrada a julio) a 4,11% (cerrada a agosto), representando el menor guarismo para 12 meses, desde setiembre de 2005 cuando cerrada a ese mes se ubicó en 3,95%. Mientras que, en ocho meses de 2023, la inflación acumulada se situó en 3,58%, significando así el menor registro para el período enero-agosto desde 2001 cuando el IPC subía 2,61%.

“Cuando existe inflación, es decir el nivel general de precios sube, erosiona el poder adquisitivo del dinero, haciendo que con la misma cantidad se adquieran menos bienes y servicios”, señaló Harguindeguy.

“Por el contrario, una reducción de la inflación potencia el poder adquisitivo, permitiendo a la gente adquirir más con el mismo dinero”, agregó.

Sin embargo, sostuvo que es importante tener en cuenta que una deflación -la contracara de la inflación, es decir la caída general de los precios- puede tener consecuencias negativas, “aunque Uruguay no está actualmente en esa situación”.

Salarios

“Todas las personas que tienen ingresos fijos (en dinero) pierden poder de compra cuando hay inflación, precisamente porque sus ingresos, al estar definidos en un monto de dinero, pueden adquirir menos bienes y servicios”, explicó Licandro.

En este sentido, señaló que los ejemplos más notorios son los asalariados y los jubilados, cuyas remuneraciones están determinadas en términos de dinero.

Por esto, en tiempos de ronda de negociación salarial y la determinación de los ajustes, la gerente de Exante, Alicia Corcoll, destacó que, “con aumentos salariales dados en términos nominales lo que suceda con la inflación es determinante en el poder adquisitivo de los salarios”.

De este modo, puso como ejemplo que si el salario nominal se ajusta al alza un 10%, pero al cabo de un tiempo se va dando una inflación importante, en términos “reales” el salario no aumentó 10% sino que aumentó menos, porque le tengo que descontar la inflación.

“En este ejemplo, si la inflación al cabo de un tiempo es de 10% y a mi salario nominal no se vuelve a ajustar, al cabo de ese período puedo adquirir los exactos mismos bienes y servicios que adquiría antes del aumento, porque la inflación se ‘licuó’ el aumento”, agregó.

Asimismo, sostuvo que hay otro elemento a tener presente respecto a la dinámica de inflación y salarios: la indexación.

Esta es la determinación de los ajustes salariales, en términos nominales, considerando la inflación. “Imaginemos el caso de inflación pasada elevada y sin perspectivas de reducción: los salarios se ajustarán en base a esa inflación pasada y por ende tendrán un aumento nominal importante. Esos mayores salarios también suponen mayor costo salarial para las empresas, quienes pueden terminar trasladando eso a los precios para no resentir sus márgenes. Así se va generando un ‘espiral’ por el cual salarios, precios, nuevamente salarios y nuevamente precios (y así sucesivamente) tienen ajustes nominales importantes”, ejemplificó.

No obstante, Harguindeguy explicó que en Uruguay, como en otros países, los ajustes salariales suelen vincularse con la inflación proyectada para preservar el poder adquisitivo de los trabajadores. En este sentido, dijo que si la inflación resulta ser menor a la prevista, los salarios reales pueden experimentar un aumento temporal.

Actualmente, se están dando las negociaciones de consejos de salarios, en donde las pautas que presentó el gobierno sugieren incrementos salariales nominales del 8%-8,5% anual. “Sin embargo, con los niveles de inflación baja que observamos hoy podría haber margen para ajustes salariales nominales menores, pero esto dependerá de las negociaciones individuales”, sostuvo.

¿Cómo se puede aprovechar la baja de la inflación?

Favorece las decisiones de ahorro e inversión

Al entender los efectos de la inflación, tanto en la economía como en nuestras finanzas personales, podemos empezar a pensar en cómo sacarle provecho o tomar los recaudos necesarios del contexto actual.

Según explicó la gerente de Consultoría Económica en Grant Thornton, Sofía Harguindeguy, “una inflación controlada favorece las decisiones de ahorro e inversión, ya que garantiza una mayor predictibilidad del valor futuro del dinero”.

A su vez, en un entorno de baja inflación, las tasas de interés tienden a ser menores, promoviendo la inversión. Al mirar el contexto local, señaló que “si bien la inflación ha caído y la tasa de interés de referencia ha disminuido, aún está en una fase contractiva, por lo que es temprano para ver una reversa en las decisiones de los agentes económicos”.

Por su parte, el exintendente de Regulación Financiera del BCU, José Antonio Licandro, destacó que tener una inflación baja y predecible mitiga los efectos negativos -que se mencionaron antes- “y que son muchos”.

En este sentido, explicó que permite a los agentes concentrar sus esfuerzos en aspectos que mejoran la eficiencia de la economía, como el incremento de la productividad, la innovación, entre otros. “Cuando la inflación es muy alta, la prioridad es lograr aumentos de ingresos nominales para sostener el poder de compra”, concluyó.

Efectos de mantenerse en el rango meta

Actualmente los niveles inflacionarios están dentro del rango meta del Banco Central (3%-6%) lo que es “beneficioso para la economía, ya que promueve decisiones basadas en expectativas estables, incentivando la inversión y el crecimiento”, según explicó Harguindeguy. Sin embargo, agregó que si la inflación baja “demasiado”, podría desacelerar el consumo y la economía, con el riesgo de caer en una espiral deflacionista, aunque Uruguay “se encuentra lejos de este escenario”.

Que la inflación se mantenga en el rango meta, según Licandro, también permite concentrar esfuerzos en mejorar la productividad y dedicarse a la innovación y capacitación productiva.

Inflación y los otros efectos "perversos"

La inflación, además de erosionar el poder adquisitivo, tiene otros efectos “perversos”, según explicó Licandro. En este sentido, señaló que al utilizarse el dinero para transacciones, todos aquellos agentes que lo requieren, terminan teniendo un activo que pierde valor.

Eso, agregó, se conoce “impuesto inflación”.

A su vez, las personas de mayores ingresos tienen instrumentos financieros para mitigar esa pérdida, pero las de menores ingresos no suelen acceder a ellos, lo que hace que las personas más pobres demanden más dinero en relación con su ingreso.

En tanto, hay otros efectos como la sustitución de monedas, en donde el aumento descoordinado de los bienes y servicios hace que los precios relativos sean más volátiles, generando incertidumbre y reduciendo el horizonte económico para el ahorro y la inversión.

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