ESTADOS UNIDOS
El asesor ocupa el espacio que dejó el populista Bannon.
Tiene 32 años, fama de arrogante y un lugar privilegiado en la Casa Blanca: Stephen Miller es uno de los pocos supervivientes del círculo original de Donald Trump y la mano que guía su política migratoria, un astuto estratega que puede ser clave para definir el futuro de miles de indocumentados.
"Mientras que Stephen Miller esté a cargo de negociar sobre inmigración, no vamos a ninguna parte", sentenció este domingo el senador republicano Lindsey Graham, uno de los impulsores de un proyecto de ley bipartidista para proteger de la deportación a los jóvenes indocumentados conocidos como "soñadores".
La impresión de Graham, y de otros observadores políticos en Washington, es que el presidente Trump está abierto a considerar ideas bipartidistas en las negociaciones migratorias, pero sus asesores, en particular Miller, le ponen frenó.
Discreto y leal, Miller ha conseguido retener el favor del voluble Trump desde que se sumó a su campaña electoral en enero de 2016, y algunos le consideran el mayor exponente del nacionalismo en la Casa Blanca tras la salida del populista Steve Bannon.
Su cargo tiene un título difuso —asesor sobre políticas públicas— y también se encarga de escribir y revisar discursos, pero la labor por la que más ha destacado es por moldear y defender la política migratoria de Trump, desde su polémico veto a ciertos inmigrantes a su posición sobre los refugiados y los "soñadores".
Miller es una de las figuras más resistentes de una Casa Blanca marcada por el caos y las luchas de poder, y quienes le conocen atribuyen su supervivencia a su lealtad a Trump y su capacidad de hacer equilibrios en un entorno competitivo.
Nacido en agosto de 1985 en Santa Monica (California), Miller se rebeló desde su adolescencia contra el ambiente inclusivo de su instituto, y se quejó en varios artículos de opinión de que los estudiantes hispanos no dominaban el inglés y no había suficientes actos patrióticos en la escuela.
En 2009, Miller se convirtió en asesor del senador republicano Jeff Sessions, que ahora es el fiscal general, y ambos tuvieron un papel clave en el fracaso de las negociaciones de 2013 para lograr una reforma migratoria, ya que contacta- ron a numerosos legisladores para urgirles a rechazar el proyecto de ley.