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Macron sale a escena para salvar a su herido gobierno

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París. La capital francesa amaneció ayer domingo con las marcas de los incidentes violentos del sábado. Foto: AFP:

HORA DE LAS DECISIONES

El presidente anuncia hoy medidas para aplacar a los “chalecos amarillos”.

Francia espera impaciente el discurso que pronunciará hoy lunes el presidente Emmanuel Macron para desactivar la crisis de los “chalecos amarillos”, luego que el sábado el país viviera una nueva jornada violenta que se saldó con casi 2.000 detenciones y puso al gobierno contra las cuerdas. El Palacio del Elíseo dijo ayer domingo que Macron “se dirigirá a la Nación” a las 20.00 hora francesa (las 16.00 en Uruguay).

Esta será su primera intervención pública tras más de una semana de mutismo durante la que ha dejado que fuera su primer ministro, Édouard Philippe, el que pusiera la cara en la gestión de unas protestas de una violencia inaudita. Philippe y varios de sus ministros se esforzaron en convencer de que Macron es consciente del enfado y ha abierto “una fase de escucha”.

Macron, quien recibirá antes de su discurso a líderes sociales y políticos, anunciaría “medidas concretas e inmediatas” para responder a esta crisis, según la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud.

El movimiento de los “chalecos amarillos” representa sobre todo a la población de clase modesta. Comenzó como manifestaciones contra un alza de los impuestos a los combustibles y se ha convertido en un movimiento popular frente a la pérdida de poder adquisitivo y contra el propio presidente.

Macron ha hecho concesiones. Anuló el alza del gravamen a los combustibles, que formaba parte de un plan para combatir el cambio climático, y congeló los precios del gas y la electricidad durante los próximos meses. Pero tendrá que ir más allá para calmar la cólera de las calles.

Una ira que pone en jaque al gobierno y que según el ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, no se debe tomar a la ligera. Le Drian está preocupado por la democracia debido a los llamados a la insurrección. “El peligro es que se cuestionen nuestras propias instituciones”, advirtió.

El diálogo es urgente tras una nueva movilización nacional que se vio empañada por actos violentos. Disparos de gases lacrimógenos, coches incendiados, barricadas en llamas y comercios desvalijados en París, disturbios y saqueos en Burdeos, Toulouse, Nantes y Marsella, y bloqueos de carreteras en todo el país. Las imágenes del sábado volvieron a impactar a Francia y al mundo.

Trump, Erdogan y Salvini aprovechan

Desde Donald Trump hasta Recep Tayyip Erdogan, pasando por un gran arrebato en las redes sociales, la crisis de los “chalecos amarillos” en Francia interesa tal vez demasiado en el extranjero, según las autoridades francesas.

“Le digo a Donald Trump y el presidente de la República (Emmanuel Macron) lo dice también: nosotros no participamos en los debates estadounidenses, déjennos vivir nuestra vida de nación”, pidió ayer domingo el ministro francés de Relaciones Exteriores Jean-Yves Le Drian. Esto porque Trump pareció regocijarse echando leña al fuego de los disturbios en Francia, al decir en un tuit el sábado que era “un día y una noche muy triste en París”.

“Tal vez es tiempo de poner fin al Acuerdo de París, ridículo y muy caro, y devolver el dinero a la gente bajando los impuestos”, señaló Trump, quien critica este acuerdo internacional, una de las muchas manzanas de la discordia con Macron, quien es ardiente defensor del pacto.

“El desorden reina en las calles de muchos países europeos, empezando por París. Las televisiones y los diarios muestran gran cantidad de imágenes de autos ardiendo, comercios saqueados, de la respuesta de los más violentos policías contra los manifestantes”, dijo por su parte el presidente turco Erdogan.

El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, señaló que Macron “ya no es” su enemigo. “Macron no es un problema para mi, es un problema para el pueblo francés”. El teórico estadounidense de la ola populista Steve Bannon dijo “Arde París”, y añadió que “los chalecos amarillos (...) de Francia son exactamente el mismo tipo de gente que eligió a Donald Trump (...) y votó el Brexit”.

Qué puede anunciar

Macron ya dijo que piensa “cambiar de método”, pero no de “rumbo” económico. Algunos macronistas propugnan un “giro social” frente a la “ortodoxia” presupuestaria del primer ministro Philippe y del ministerio de Economía. “Hay que reformar pero también acompañar a las personas vulnerables. Hay que hacer que noten que los esfuerzos son compartidos”, estima el economista Philippe Aghion, quien trabajó en la elaboración del programa económico del presidente.

Entre las pistas barajadas figura la subida del salario mínimo más allá del 1,8% previsto en 2019 y de las pensiones de jubilación más bajas, además de la introducción de un subsidio de movilidad para las personas obligadas a ir en vehículo al trabajo. También podría adelantar la exoneración de las contribuciones por las horas extras, prevista inicialmente en septiembre de 2019. Algunos ministros proponen incitar a las empresas a pagar a sus empleados una prima excepcional de fin de año que quedaría exonerada de impuestos.

La presidencia francesa estima que el movimiento de los “chalecos amarillos” no es antirreformista y que buena parte de sus aspiraciones son acordes con lo prometido por Macron durante la campaña.

El presidente fijó esta semana una línea roja: renunciar a las reformas decididas desde hace 18 meses, sobre todo al Impuesto a la Fortuna (ISF) que suprimió parcialmente. Los “chalecos amarillos” exigen su restablecimiento total.

Además, Macron tenía previsto lanzar en 2019 una serie de reformas, como la de las jubilaciones y la de las administraciones públicas.

Cualquier medida social, añadida a la supresión de los impuestos a los carburantes (anunciada precisamente bajo la presión de los “chalecos amarillos”) aumentará el déficit más allá del 2,8%, que es el objetivo del gobierno para 2019. Hay que evitar “que la deuda se dispare” advirtió esta semana el primer ministro Philippe.

En vez de hacer múltiples anuncios, el jefe del Estado podría esperar a conocer las propuestas de las concertaciones que deben comenzar el 1 de marzo en toda Francia y en las que participarán los sindicatos, los concejales y los “chalecos amarillos”.

El principal blanco de los “chalecos amarillos” es Macron, al que los manifestantes piden un cambio de estilo porque consideran que actúa políticamente como un rey en un país republicano. El presidente entonó en varias ocasiones el mea culpa. Fue en vano y su popularidad siguió cayendo hasta un nivel históricamente bajo en los sondeos.

Algunos responsables políticos abogan por una remodelación gubernamental antes de las elecciones europeas previstas en mayo, sobre todo un cambio de primer ministro, al que consideran debilitado por la crisis.

“Desastre” para la economía de Francia

Los disturbios que se vivieron por cuarto sábado consecutivo en Francia por las protestas de los “chalecos amarillos” causaron fueron “un desastre” para la economía del país. “La factura debe ser asumida por el Estado, por la solidaridad y por las aseguradoras”, subrayó el ministro de Economía, Bruno Le Maire. El presidente de la patronal de la pequeña empresa, François Asselin, dio por perdidos seguros 10.000 millones de euros y avanzó que habrá “numerosas quiebras” en el comercio, que está “en primera línea” de los damnificados tras cuatro sábados consecutivos de movilizaciones, que en muchos casos han degenerado en violencia. En una entrevista publicada ayer domingo por Le Journal du Dimanche, Asselin afirmó que están “muy inquietos”, que el fin de este año va a ser “muy complicado” para muchas compañías, sobre todo pequeñas, y que “no hay que hacerse ilusiones, habrá impacto en el último trimestre y nuestro crecimiento no será el que se esperaba”.

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