Las autoridades rusas enfrentarán algunas opciones desagradables en sus esfuerzos por mantener a flote a la economía, a menos que puedan convencer al presidente Vladimir Putin de que reduzca los enormes gastos militares del país en su afán por ser potencia mundial.
Los funcionarios temen que si no se limita el presupuesto de defensa, el Gobierno pueda verse forzado a elevar los impuestos, aumentar la edad de jubilación o imprimir dinero para impedir que el déficit estatal se salga de control.
Pese a la crisis provocada por el desplome de los precios del petróleo y las sanciones occidentales, creen que Rusia puede aguantar el próximo año, siempre y cuando el crudo —su principal producto de exportación— se mantenga en los niveles actuales y no baje más.
Pero incluso el petróleo a 60 dólares por barril, como se cotizó a fines de 2014, representa apenas un poco más de la mitad de lo que necesita el Kremlin para equilibrar su presupuesto, y se está quedando sin dinero rápidamente.
Sin una acción radical, los funcionarios están mucho menos confiados respecto a 2016 y 2017, e incluso antes, si los precios globales del crudo siguen bajando hacia los 40 dólares por barril.
Preocupación.
Una alta fuente gubernamental rusa manifestó su preocupación por los efectos de un déficit no controlado en uno de los dos fondos rusos construidos a partir de ingresos petroleros pasados.
"Si no se reducen los gastos y persisten los riesgos a los ingresos, tendremos un déficit de 4 billones de rublos. El Fondo de Reserva se gastará en 18 meses", comentó.
"En 2016 no tendremos recursos para cumplir con nuestras obligaciones presupuestarias. Ni hablar de 2017", agregó.
Las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos por el papel de Moscú en la crisis en Ucrania han agravado los problemas.
La inversión extranjera ha caído con fuerza, muchos inversores han retirado del país más de 100.000 millones de dólares este año, las empresas y bancos rusos han perdido el acceso a mercados internacionales de capital y los planes de privatización están en pausa.
Reservas.
El Banco Central ruso ha tenido que echar mano fuertemente sus reservas, que han bajado a poco menos de 400.000 millones de dólares desde 510.000 millones de dólares a comienzos del 2014, para frenar la depreciación del rublo.
El gasto será reducido en un 10 por ciento el próximo año, pero el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, advirtió que eso no era suficiente para equilibrar el presupuesto.
Los gastos son principalmente destinados a programas sociales y de defensa. Putin consideraba a la inversión militar como una prioridad incluso antes de que comenzara la disputa Occidente cuando Rusia anexó en marzo la península ucraniana de Crimea.
De un gasto total de 13,96 billones de rublos (248.000 millones de dólares) en 2014, los beneficios sociales representaron más de un 33 por ciento, mientras que defensa y seguridad correspondieron a un 32,5 por ciento.
Ayuda estatal a un proyecto energético
Rusia anunció ayuda estatal para un gran proyecto energético, en un esfuerzo por fortalecer a empresas estratégicas, así como también a la confianza pública en su sistema bancario durante una crisis económica agravada por las sanciones occidentales.
El Gobierno dijo que había destinado 150.000 millones de rublos (2.500 millones de dólares) para respaldar al proyecto de gas natural licuado (GNL) de Yamal, en el ártico ruso, lo que llevó el total de ayuda estatal prometida a firmas en los últimos días a más de 5.000 millones de dólares.
El proyecto Yamal, en el que también están la francesa Total y la china CNPC, es crucial para el intento de Moscú por aumentar su participación en el lucrativo negocio global del GNL, así como para encontrar a nuevos compradores, como China, para intentar bajar la dependencia de sus tradicionales clientes gasíferos en la Unión Europea.
Las opciones son aumentar los impuestos y mayor emisión