Publicidad

Balneario vecino a Río de Janeiro desaparece bajo el mar tras combinación de factores naturales y humanos

Compartir esta noticia
Atafona. Foto: AFP.
Raissa Boamorte and her daughter pose at what was part of their house at Atafona beach, Atafona neighbourhood, in Sao Joao da Barra, Rio de Janeiro, Brazil, on February 7, 2022. - Vultures roam the sand in the Brazilian resort town of Atafona amid the ruins of the latest houses destroyed by the sea, whose relentless rise has turned the local coastline into an apocalyptic landscape. (Photo by MAURO PIMENTEL / AFP)
MAURO PIMENTEL/AFP fotos

BRASIL

Atafona sufre una erosión crónica que lo transforma en un paisaje apocalíptico debido a que el agua avanza hasta seis metros por año.

Los buitres merodean en la arena, entre escombros de las últimas casas destruidas por el mar. Atafona, un balneario apacible al norte de Rio de Janeiro, sufre una erosión crónica que lo transformó en un paisaje apocalíptico.

Debido a una combinación de factores naturales y humanos, el mar avanza hasta seis metros por año y ya ha sumergido más de 500 casas en una franja de 2 km. Una de las próximas será la del empresario Joao Waked Peixoto.

Caminando junto a un revoltijo de vigas y azulejos, Waked Peixoto muestra cómo sucumbió la última vivienda que separaba la suya del mar: resta apenas el fondo de un cuarto azul en el que fragmentos de revistas, una bicicleta y otras señales de vida reciente son sacudidas por el viento.

En el área de riesgo, siguen en pie solo 180 casas con 302 habitantes.

“¿Cuándo tendremos que salir nosotros? Es una incógnita, el mar avanzó de tres a cuatro metros en 15 días, nuestro muro puede no estar aquí la próxima semana”, cuenta a AFP Waked Peixoto, que se mudó a Atafona junto a su familia durante la pandemia.

La erosión extrema, que coloca a Atafona entre el 4% del litoral mundial donde el mar consume más de cinco metros por año, se ha agudizado ahora por el cambio climático, con la “subida del nivel del mar” a largo plazo y “a corto y medio plazo con las resacas excepcionales y los periodos prolongados de lluvias y sequías”, explica el geólogo Eduardo Bulhoes, de la Universidad Federal Fluminense. Pero el balneario sufre un “problema crónico” desde hace décadas.

“El uso que el hombre hizo del río Paraíba do Sul (uno de los principales del sudeste de Brasil) en los últimos 40 años redujo drásticamente el volumen de sus aguas y su capacidad de transportar arena hacia la desembocadura”, en Atafona, explica Bulhoes, enumerando actividades como la minería y los desvíos para la agricultura.

Con este “déficit” de sedimentos, la playa no se reabastece naturalmente y va cediendo ante el avance del mar.

A ello se suma la construcción de casas en la costa, que elimina la primera línea de defensa natural: las dunas de arena y la vegetación.

Sin esa protección, el mar fue mordiendo la superficie, dejando un cementerio sumergido de escombros y estructuras que tornó peligroso cualquier chapuzón y ahuyentó a los turistas.

La reducción del caudal del río ha afectado también a los pescadores. “Los barcos grandes ya no pasan por el delta del río (...) y el dinero se va”, dice a AFP Elialdo Bastos Meirelles, que preside una colonia de pescadores de unos 600 miembros. “El río está muerto”, asegura.

Al menos tres propuestas fueron presentadas a la Alcaldía para frenar la erosión, que incluyen la construcción de escolleras o diques rompeolas para disminuir la fuerza del mar y la recuperación artificial de la playa transportando arena desde el fondo del delta del río.

Esta última, formulada por Bulhoes, se inspira en modelos de países como Holanda, España o Estados Unidos y se propone “construir junto con la naturaleza, utilizando su fuerza para recomponer el sistema de la playa”.

Pero por ahora no ha salido nada del papel. (AFP)

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Brasil

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad