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Punta en la paleta de un francés

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Casino Míguez. Un edificio que se mantiene en sus grandes líneas, aunque no con su viejo esplendor.

Pierre Fossey, el famoso artista, inmortalizó varios iconos del balneario en la década del ‘40.

Hubo un tiempo en que los cronistas viajeros eran los mejores retratistas de ciudades, paisajes y culturas. Muchos de ellos han pasado a la historia y gracias a su trabajo podemos conocer cómo era el mundo en tiempos en que no existía la fotografía y en la cabeza de nadie cabía la idea de que cualquier persona con un celular perpetuara lo que Henry Cartier Bresson definió como "el instante y la eternidad".

Al comenzar la década de 1940, llegó a Uruguay un pintor francés que tenía dos características notables: su talento para el dibujo y la pintura y su afán de recorrer el mundo para plasmarlo en lienzos y acuarelas. Su nombre: Pierre Fossey.

Rondaba entonces los 40 años (nació en 1901) y no se sabe con precisión cuándo recaló en Montevideo; sí que llegó previo pasaje por Buenos Aires y tras los pasos de una mujer, Itumelia García, con quien se casó. Desembarcó con su mayor y casi único capital, una valija con pinceles y pinturas y su habilidad reconocida para pintar con igual maestría un retrato al óleo, una acuarela de un edificio o de un paisaje urbano. De hecho, venía de hacerlo con gran suceso en Buenos Aires y antes, mucho antes, en Francia, Italia y Australia.

Fotos: Ricardo Figueredo/ Ilustraciones:Pierre Fossey

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Se instaló en un apartamento que alquiló en la Plaza Independencia y allí dictó durante muchos años clases de pintura a la flor y nata de la sociedad montevideana.

"Era un gran señor y un excelente maestro", comentó a El País la reconocida artista Linda Kohen que, entre 1941 y 1942, asistió a las clases grupales de Fossey. Kohen, que nació en Milán, había llegado siendo una adolescente en 1939 a Montevideo con su familia, huyendo de la Segunda Guerra Mundial que había estallado en Europa.

"Nos daba clases de dibujo y de pintura", recordó, y sostuvo que "hablaba perfecto el español, aunque con acento francés y se presentaba impecable de traje y corbata". Kohen no duda en afirmar que el maestro francés "fue una figura muy importante" en su carrera artística.

Montevideo.

Fossey no solo impartía clases, sino que ocupaba buena parte de su tiempo en dibujar a Montevideo. Con una mirada particular dejó centenares de dibujos y acuarelas que muestran a una ciudad con edificios emblemáticos que aún subsisten y otros que ya no están. Trabajó también para el diario El Día, en el que realizó ilustraciones para su suplemento dominical.

En 1949, gobernaba Argentina Juan Domingo Perón y la llegada de turistas de aquel país a Punta del Este se vio vedada por las trabas que impuso el gobierno del vecino país. Fue así que las autoridades del gobierno uruguayo, que presidía Luis Batlle Berres, le encargaron a Fossey una serie de acuarelas sobre Punta del Este. Había que conquistar nuevos mercados y qué mejor que hacerlo a través del trabajo del artista francés, cuyo prestigio era reconocido internacionalmente. El resultado fue una carpeta en cuyo interior y en 65 acuarelas, Fossey demostró, una vez más, su arte y su capacidad para captar lo que —entonces— ninguna cámara fotográfica podía registrar.

"De lejos, Punta del Este deja en el recuerdo una misteriosa geometría, franjas verdes abisales, franjas rojas de tejas, franjas amarillas de arena; y azules purísimos y nítidos que es lo que Pierre Fossey, que con retina que ha mirado el Adriático, junta y compone…", dijo el periodista Rodolfo Obregón que, escribió el prólogo que antecede a los trabajos. Esas acuarelas deslumbran por la pureza y la mansedumbre del paisaje y enfrentadas a las fotografías tomadas por Ricardo Figueredo, nos permiten ver cuánto y cómo cambió ese escenario que ya, en 1950, como lo expresó Obregón, dejaba a quienes visitaban Punta del Este "la secreta idea de volver".

Fossey murió en Montevideo en 1976 y su esposa lo sobrevivió más de dos décadas. Como los cronistas de indias o los pintores viajeros, dejó un legado imprescindible de dibujos, acuarelas y óleos que sirven para mantener viva la memoria arquitectónica de Montevideo y de Punta del Este.

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Casino Míguez. Un edificio que se mantiene en sus grandes líneas, aunque no con su viejo esplendor.

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