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Policía capturó a otro de los fugados del Vilardebó: quedan 6 prófugos

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MSP, ASSE y el sindicato reclaman a Interior que deje de enviar presos al Vilardebó. Foto: A. Colmegna
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Por favor, no me peguen más!", gritaba y gritaba un interno del módulo 11 del Hospital Vilardebó. Las agujas del reloj indicaban que eran poco más de las 13 horas del pasado domingo.

El protocolo indica que, en estos casos, lo que se debe hacer es ingresar al lugar, rescatar al paciente agredido y trasladarlo a otro módulo. Seis guardias de seguridad (que son funcionarios del centro y que no van armados) y dos enfermeros atravesaron las tres rejas que los separaban del lugar del disturbio. Mientras se acercaban escuchaban los desgarradores pedidos de auxilio: "¡Ayúdenme, por favor; ayúdenme!".

Eran nueve contra uno. Pero cuando se acercaron a ellos para separarlos se dieron cuenta de que se trataba de una trampa, de una simulación. Los diez internos, con cortes punzantes en sus manos, amenazaron al personal, atravesaron las tres rejas que los separaban de la libertad y se fugaron.

Se marcharon por la puerta trasera, que no tenía guardia. Luego atravesaron las quintas en las que trabajan algunos internos, saltaron la reja y se perdieron en las calles. Todo a plena luz del día. El módulo 11 es el de los más peligrosos. En total, hasta el pasado domingo, había 36 pacientes en esta situación —el módulo 16 es el idéntico para mujeres y allí hay 14 internas más. El Vilardebó tiene un total de 330 pacientes, el 54% está internado por orden judicial.

Los fugados tienen entre 18 y 45 años. Sus antecedentes van desde rapiña y violencia privada, a homicidio y homicidio con agravantes. Y sus patologías se mueven entre trastornos graves de personalidad, cuadros psicóticos y bajo nivel intelectual con dificultad para el control de los impulsos.

En este sector del Vilardebó hay pacientes inimputables, pero también imputables que son trasladados desde algún centro penitenciario. El director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), el inspector principal Luis Mendoza, sostuvo ayer que de los diez fugados, cuatro de ellos habían ingresado en un principio por disposición judicial a otros centros. Dos estaban en el Penal de Libertad, uno en Santiago Váz-quez y el otro en Soler. Los rostros de estos fueron difundidos en horas de la tarde.

El director de Salud Mental de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), Horacio Porciúncula, que contó cómo fueron los hechos a El País, advirtió que hasta la noche de ayer tres de los internos fugados habían sido capturados, dos de ellos imputables y uno inimputable, pero ninguno de ellos eran los nombrados por Mendoza. Es que el jerarca discrepó con los datos dados por el inspector, al advertir que eran siete los fugados que habían sido trasladados desde alguna prisión.

Esta mañana, Porciúncula dijo a El País que fue capturado un cuarto recluso fugado, por lo que permanecerían prófugos otros seis. 

La Jefatura de Policía de Montevideo confirmó la restitución de 4 internos, (uno recapturado en jurisdicción de la Secc. 5a de Las Piedras - Canelones; otro en el departamento de San José; y dos de los que tuvieron pasaje por el INR), fugados el pasado 22 de febrero. 

De los 4 fugados con registro en el INR, fueron restituidos: Rafael Pereira, (procedente de Juan Soler) y Walter Cabrera Taño, (de Santiago Vázquez), este último recapturado por Secc. 26 de Paso Carrasco. En uno de los casos la Justicia dispuso el cese de la internación y su reintegro al Centro de Ingreso, Diagnóstico y Derivación (ex Cárcel Central), donde será clasificado y derivado a un centro penitenciario.

En el comunicado, emitido esta mañana, se informa además que "respecto a la procedencia de los fugados corresponde reiterar que sólo 4 de los mismos cumplieron prisión en algún centro de detención perteneciente al INR (2 en Libertad, 1 en Juan Soler y 1 en Santiago Vázquez). Otros tres fueron derivados "administrativamente" por la Justicia a Cárcel Central a efectos de su fichaje, previo a su internación en dicho hospital, en razón de su carácter de imputables a los que se les dispusieron medidas curativas de internación. De ahí que se haya afirmado que sean 7 los que procedían de cárceles, circunstancia que no se ajusta estrictamente a la realidad por lo expuesto anteriormente. Una vez cumplidas las medidas curativas, la Justicia competente es quien resuelve la situación de los mismos". 

Los simuladores.

La ministra de Salud Pública (MSP), Susana Muñiz, dijo a la prensa ayer que iba a hablar con el Poder Judicial para que no se envíen al Vilardebó "determinadas personas con cierta peligrosidad". Porciúncula manifestó estar de acuerdo con esto, al tiempo que advirtió que hay internos peligrosos que fingen patologías para ser trasladados al manicomio.

"Obviamente (pasa) lo que en la jerga carcelaria a veces se conoce como una caída. Esto es la simulación de una patología psiquiátrica grave. Una persona que está con una condena hace un cuadro de símil delirio, grita que se quiere matar, o se pone a hablar con extraterrestres, o qué sé yo, o que no quiere comer… Y a veces es muy difícil discriminar, no hay aparatos para medir el grado de alteración mental. Esta situación se transforma en caótica y generalmente termina en que estos presos pasen al hospital psiquiátrico para su tratamiento. No hay otra alternativa posible hoy por hoy", señaló el director de Salud Mental de ASSE.

Sobre por qué estos internos imputables terminan en el Vilardebó, Porciúncula dijo que es "porque no hay otra alternativa", en referencia a que no existe otro centro de salud donde llevarlos, al tiempo que sostuvo que las cárceles deberían tener personal que atienda las patologías psiquiátricas allí, para así disuadir a los internos de realizar simulaciones.

Furia sindical.

El sindicato del Vilardebó, afiliado a la Federación de Funcionarios de Salud Pública (FFSP), se declaró ayer en asamblea permanente y volvió a exigir a las autoridades mayores medidas de seguridad para el personal, según dijo a El País la sindicalista Alicia Penén.

Ya en septiembre pasado habían pedido a los ministerios de Salud Pública y de Interior, que se busque una solución para que no se siga enviando reclusos de las cárceles al hospital.

Algunos de los reclusos que conviven en el módulo 11

Destornillador. El hombre que mató a su hija con un destornillador con el cual le infligió 50 cortes está internado en el Vilardebó desde agosto de 2012. Fue procesado como autor de homicidio especialmente agravado pero se le diagnosticó "psicosis crónica de tipo esquizofrenia paranoide". Cuando la madre de la niña llegó a la casa de su exmarido la encontró con la niña en brazos. Vio que él estaba bañado en sangre e intentó agarrar a la niña pero él decía que la niña dormía.

Oía voces. La mujer de Rivera que en noviembre de 2013 mató a su hijo al dispararle un balazo en el tórax, también fue declarada inimputable e internada en el Vilardebó. Las pericias siquiátricas realizadas advirtieron que su dolencia era un riesgo para terceros e incluso para ella misma. Cuando declaró ante la Justicia admitió que escuchaba "voces masculinas y femeninas que la llamaban por el apodo Lucy" y le decían que abriera la puerta de su casa.

Exfutbolista. El exjugador de Cerro, Danubio y la selección, Jorge García, fue procesado en marzo de 2014 por un delito de homicidio muy especialmente agravado luego de asesinar a su padre a golpes en la cabeza con un cenicero. Las pericias psiquiátricas ordenadas por la Justicia concluyeron que se lo declarara inimputable por padecer delirio agudo.

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