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Convivencia emocional: Violencia emocional en el vínculo padre - hijo

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Hombre hablando con su hijo mientras la madre mira. Foto: Shutterstock

Con los hijos

Fanny Berger intenta que tomemos consciencia sobre que el maltrato emocional anula la personalidad del niño y le lleva a sentirse despreciado, acusado, ignorado, vigilado y asfixiado.

Existe una violencia psicológica en el vínculo padre-hijo que implica la utilización de la burla, la desvalorización, critica exagerada, sarcasmo, etc. Los padres repiten los modelos en que fueron educados sin tomar consciencia de que eso es dañino para ambas partes, pero más agravado lo es para el niño que está formando su personalidad.

La violencia emocional en dicho vínculo no educa, por lo contrario, agrede, perpetua el malestar y ese niño cuando se transforme en adulto hará lo mismo con sus hijos. Este artículo tiene como objetivo que puedas detectar la violencia con tus hijos y que optes por otros caminos para educar a tu descendencia.

Muchos progenitores humillan o desprecian, hasta ridiculizan la conducta de sus hijos, sin darse cuenta de la violencia emocional que están aplicando y el profundo daño que provocan en él o ella. Además, pierden la oportunidad de educar: el niño no entiende como debería comportarse, solo siente la agresión y continúa repitiendo la conducta porque no sabe lo que tendría que mejorar o hacer distinto.

En ciertas situaciones resaltan las debilidades de sus hijos frente a otras personas, niños o adultos, lo que provoca vergüenza, rabia y rencor. Critican sus conductas y elecciones, en lugar de aceptarlas y mostrarle otras alternativas. Al mismo tiempo no aceptan ni valoran las fortalezas o esfuerzos que realizan sus hijos, por lo tanto, ellos reciben retroalimentación negativa de sus padres.

Atención: tratar con indiferencia a un hijo, ignorandolo como persona y negando sus necesidades psicológicas, es una forma de violencia solapada que denota agresividad pasiva. El niño se siente no atendido, no tenido en cuenta, sin valor como ser humano. No ofrecer a los hijos apoyo emocional, seguridad, amor o cuidado, también se considera un tipo de violencia.

Invalidar los sentimientos de los niños es violencia emocional, es no conectarse con sus emociones y no aceptarlas, dejar al niño solo, sin el sostén emocional de un adulto. Además, el pequeño/a está formando su autoestima y si está triste o tiene miedo y sus progenitores niegan su sentir, éste se sentirá incapaz o tonto porque el adulto le invalida sus sentimientos.

Otra forma de violencia emocional es culpabilizar al niño del estado anímico del padre, con frases tales como “tu papá está mal por tu conducta, tu mamá está triste por tus bajas calificaciones”, "nos vamos a divorciar por tu culpa”.

No respetar su privacidad, invadirlos sin consentimiento es violencia. Hay padres que se meten en las redes sociales de sus hijos, parecen espías más que educadores. El padre que tenga dudas, que necesita información, debe pedírsela directamente, sin atentar a su privacidad.

La comparación entre hermanos o con amigos cercanos está llena de agresión solapada, hiere mucho.

La autoestima del niño se ve fuertemente debilitada cuando sus padres, que deben ser la fuente de la cual el niño recibe protección, afecto, cariño, aprobación y reconocimiento, los agreden.

Consecuencias de la violencia emocional en los hijos

Ellos desarrollarán baja autoestima o sea tendrán un autoconcepto negativo de ellos mismos, sentirán una profunda inseguridad. A veces presentarán dificultad para relacionarse con otros niños o con maestros. Podrán sentir una profunda tristeza o ansiedad, o ambas a la vez, y muchos de ellos desarrollan problemas de conducta.

El maltrato emocional anula la personalidad del niño y le lleva a sentirse despreciado, acusado, ignorado, vigilado y asfixiado por los continuos comentarios que recibe por parte de sus padres.

Y, aunque resulte difícil creer, a menudo los padres que violentan emocionalmente a sus hijos ni siquiera son conscientes de las graves consecuencias que puede tener su conducta sobre la salud mental de su hijo.

Es necesario que los padres tomen conciencia de su comportamiento y de la repercusión negativa que tiene sobre el niño. Para eso hay que adquirir destrezas emocionales para relacionarse con los hijos desde el lugar de respeto y señalamiento nutritivo de errores o comportamientos que el pequeño puede mejorar.

No es lo mismo decir “podes esforzarte más para subir tus calificaciones” que “sos un desastre en la escuela”.

Educar implica guiar, mostrar y contener con respeto, siempre mostrando lo que se puede mejorar sin agresiones.

conocé a nuestra columnista
Fanny Berger
Fanny Berger

Es psicoterapeuta gestáltica. Se dedica niños, adolescentes y adultos, y trabaja en el apoyo de padres. Implementó “terapia de alcance breve”, que en cinco sesiones trata temas concretos. Es conferencista y escribió varios libros.

Podés contactarlaen su web, página de facebooko a través del teléfono celular 099 289 282.

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