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Los «Uber uruguayos» sacan rédito de la capacidad ociosa

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En construcción. El modelo de la economía colaborativa hecho en Uruguay busca consolidarse.

La economía colaborativa echa raíces con la aparición de emprendimientos locales en el área de los servicios; vencer cierta desconfianza inicial de los usuarios y consolidarse es su gran desafío.

Compartir es la idea-fuerza que mueve los hilos de los negocios hoy. Si hasta hace unos años las grandes empresas marcaban su ventaja sobre la competencia al ser dueñas de los recursos materiales, en la actualidad —donde las aplicaciones y la tecnología mandan—, las compañías que están haciendo la diferencia son aquellas que en vez de poseer, simplemente «conectan» a quienes tienen con quienes necesitan. Uber ofrece viajes pero no tiene un solo auto propio; Airbnb promociona alquileres temporarios sin ser propietaria de inmueble alguno.

Esa fórmula está moldeando la economía; las plataformas colaborativas movilizarán unos US$ 350.000 millones para 2025, según estima la consultora IDC.

Alentado por estas cifras y casos resonantes, este modelo no solo llegó para quedarse, sino que está ramificándose con ejemplos locales en el transporte (Carpoolea), los servicios financieros (Tutasa), el estacionamiento de vehículos (Uparkk) y el arrendamiento de artículos (Mejorloalquilo).

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Este tipo de plataformas se sirven de un fácil y rápido acceso a la tecnología (con una baja inversión) y hacen foco en la experiencia del usuario (por ejemplo, limitándose a hacer de moderadores entre la oferta y la demanda), pero sobre todo comparten la premisa de poner a producir los bienes subutilizados.

«Buscamos optimizar ese recurso que ya se está moviendo y el hecho de que el dueño ya está dispuesto a gastar dinero y tiempo en hacer un viaje», explicó Miguel Machado, CEO de Carpoolea. La startup importa la práctica del carpooling (viaje compartido) y se distancia de Uber. Mientras esta última recluta a particulares para hacer de «taxistas», Carpoolea vincula a un conductor y un pasajero que van a un mismo destino.

La modalidad trae como beneficio la optimización a varias bandas. Por un lado, apunta a una menor circulación de autos particulares, que representan el 80% del tránsito en la ciudad, comentó Machado. Esa restricción influye positivamente en el medio ambiente, porque reduce la emisión de gases contaminantes. Paralelamente, hay un doble efecto para el usuario, que paga un 50% menos que un taxi y ahorra un tercio el tiempo de viaje con respecto al transporte colectivo.

Los conductores también necesitan un lugar donde estacionar y dado el creciente volumen de vehículos en Montevideo y la falta de plazas en los parkings, esa tarea devino en una odisea cotidiana. Inspirados en Airbnb, Juan Rodríguez y Javier Barrios crearon Uparkk, una plataforma de alquiler de garajes de particulares que están desocupados porque los dueños de casa están fuera, trabajando. «Aprovechamos la infraestructura que ya existe. Además, la herramienta permite generar ingresos a partir de la capacidad ociosa», remarcó Rodríguez.

¿Por qué comprar algo que solo se utilizará una vez? Para evitar eso Mejorloalquilo es una plataforma que permite arrendar artículos subutilizados. En el catálogo figuran desde herramientas, instrumentos musicales y electrodomésticos hasta ropa, bicicletas y skates. Mauricio Perrone, quien está al frente del emprendimiento, contó que la idea surgió luego de varios casos en los que alguien necesitaba un determinado producto, pero solo para usarlo esporádicamente y sin estar dispuesto a comprarlo o pedirlo prestado. «La idea es que sea una herramienta y realmente una tendencia que implique no consumir excesivamente y poder utilizar lo que las personas tienen en su casa ociosamente», argumentó.

Regulados

El sector financiero también se trepó a la ola colaborativa. En Uruguay operan startups quesirven de intermediarios para facilitar préstamos Peer To Peer (P2P, o sea, «de igual a igual»). Ese clúster integra lo que se denomina la rama fintech (financieras tecnológicas).

Para Marcelo Barreneche, CEO de la plataforma Tutasa, los proyectos colaborativos comparten en general atributos como la «rapidez» en el servicio, «la reducción de los costos operativos», el foco en la «atención del cliente» y la «autenticidad». Es decir, no priorizan su opinión sino la de los usuarios.

Pese a esos puntos de contacto, Barreneche aclaró que la industria financiera está fuertemente regulada, lo que distingue el marco de acción fintech con respecto al que enfrentan las plataformas que operan en ramas como el comercio. De todos modos, puntualizó que «el P2P no está regulado en Uruguay» y que el Banco Central anunció que dispondrá medidas cuando la modalidad crezca en volumen.

La polémica desatada en torno a la llegada de Uber a Uruguay ha desembocado en un proyecto de ley que, impulsado por el gobierno, procura regular las apps de viajes. El sector tecnológico salió al cruce de la iniciativa. La Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) y la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU) presentaron el lunes en el Parlamento un proyecto de ley para impulsar la economía colaborativa. «Las regulaciones para las empresas ya existen en temas de impuestos y aportes. Para esto no se requiere legislación nueva. En el caso Uber son las intendencias las que tienen que hacer valer las regulaciones existentes para el transporte», dijo el titular de CUTI, Álvaro Lamé.

La opinión entre los emprendedores al frente de los «Uber locales» es que la regulación en general puede ser beneficiosa en tanto ayude a competir a todos los jugadores en igualdad de condiciones. En todo caso, «este es un nuevo modelo frente al cual el Estado y la sociedad están buscando la manera de adaptarse», analizó Machado.

Ganarse la confianza

Mientras el aspecto legal está en discusión, las startups buscan superar cierta desconfianza inicial del público. «Subirse al auto de un desconocido o subir un desconocido al auto» puede generar reservas, concedió Machado. Para contrarrestar esto, apuesta a generar un «cambio cultural», que la llegada de más apps y empresas de perfil colaborativo podría acelerar.

Mejorloalquilo se esfuerza por «enganchar a la gente» con la idea de alquilar sus cosas a otros. Es que el uruguayo desconfía de en qué condiciones le van a devolver lo que prestó, explicó Perrone.

Para Rodríguez, «la gente puede tener sus dudas, pero siempre hay un porcentaje que se anima a probar cosas nuevas y son a quienes tenemos que convencer para persuadir al resto» del público.

En realidad, la desconfianza varía según el sector y el volumen o monto de la operación, recalcó Barreneche. «Uber no necesita mucha confianza, porque se trata de un taxi que te sale $ 100 o $ 200, pero si pedís dinero para prestar es otra cosa», valoró.

Las startups tienen como reto adicional convencer a los inversores privados. Perrone comentó que a los inversionistas «les encanta» la idea, pero piden «números más importantes» para colocar capital. Machado admitió que Carpoolea tal como está planteado es un negocio que resulta «difícil para que un inversor vea las posibilidades de monetizar». Por eso, el proyecto se orientará más a targets específicos, como las zonas francas.

De exportación.

Con un mercado pequeño e ideas escalables, pensar en la expansión internacional aparece como una opción natural para las startups en su afán por crecer.

Por caso, Tutasa prevé operar en Argentina y Chile antes de fin de año.Carpoolea ha evaluado aliarse con otra plataforma para aterrizar en Argentina, una vez que se afiance a nivel local. Rodríguez ve que Uparkk es exportable a mercados culturalmente similares a Montevideo, como Buenos Aires. Además, resaltó que «Uruguay es un buen laboratorio para emprender» y llevar el negocio al exterior.

Pero antes de dar el salto es necesario reparar en las particularidades de cada mercado, coinciden los emprendedores.

Para Carpoolea desembarcar en Argentina supone adaptar la idea a un mercado con más sistemas de transporte y donde el taxi es más económico que en Uruguay.

La expansión del fintech está condicionada por las leyes que rigen en cada país, por lo que no siempre el esfuerzo vale la pena. «Son pocas las startups que hacen fintech a nivel internacional. La gran mayoría se enfocan solo en su mercado local», cerró Barreneche.

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