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En pandemia no todos pierden; ¿señales de futuro?

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Estamos atravesando un momento que quedará indudablemente marcado en la historia.

Más allá de las consecuencias dolorosas sanitarias y humanas de la propagación mundial del COVID-19, también están sus efectos devastadores en materia económica, que por supuesto, retroalimentan a las dolencias sociales.

Será un hito histórico, decía, por dos características sobresalientes: su profundidad y simultaneidad global. Salvo épocas de postguerra mundial, no se encuentran crisis económicas con esas dos características tan marcadas.

En este contexto de crisis e incertidumbre, es esperable que la mayoría de los sectores de actividad se vean afectados o muy afectados, tanto a nivel local como internacional. Estos daños traerán modificaciones en el entramado o composición sectorial de las economías.

Muchas empresas quedarán lamentablemente por el camino, otras podrán adaptarse a las nuevas circunstancias, y otras lograrán aprovechar las oportunidades que esta marea trajo.

Claro que en estas circunstancias subyace una honda preocupación general: el empleo.

Crisis profundas, generan cambios profundos. Su origen etimológico, que deriva del griego krísis, significa “decisión”. Por tanto, debemos asumir estos tiempos, como tiempos de decisión que guíen esos cambios.

Pues bien, momentos de repensar y decidir una estrategia de desarrollo país amplia y consensuada. Debemos pensar qué país queremos, qué actividades debemos incentivar o potenciar, para luego planificar la oferta de capacitación o reconversión de nuestra gente, y así, generar oportunidades genuinas y de calidad.

Y en ese marco, más allá de gustos o preferencias, debemos evaluar qué sectores marcarán el ritmo del mundo. En cuáles encontraremos esa intersección entre el conjunto de actividades de creación y percepción de valor y nuestras posibilidades reales de dedicarnos a ellas.

La toma de decisiones se nutre de insumos. La idea, es aportar algunos de ellos, para asimilar qué mundo puede estar germinando y como podemos subirnos a él.

No todos pierden

En tiempos de pandemia y crisis global, no todos pierden. Y quizás podamos encontrar en esa resultante, señales de por dónde pasa el futuro.

El comportamiento de los inversores en los mercados bursátiles, sobretodo en tiempos de tanta incertidumbre, no es perfecto ni concluyente. Es más, existe una brecha histórica en la actualidad entre los rendimientos de las acciones y la confianza del consumidor. Sin embargo, si pudiéramos aplicar ley de grandes números, llegaríamos a visualizar sobre qué sectores existen expectativas de crecimiento, creación de valor y desarrollo futuro.

Para ello, armé arbitrariamente canastas de acciones en determinados sectores de actividad, para evaluar el comportamiento del promedio simple de acciones durante el primer semestre del 2020. Así, cree una casta tecno con acciones de Apple, Microsoft y Facebook. Otra de plataformas de e-commerce con acciones de Amazon, Mercado Libre y la empresa Shopify. Otra canasta vinculada a aplicaciones de entretenimiento o utilidades y allí coloqué a Netflix, Spotify y a Zoom. Luego una cesta del sector financiero con los principales bancos de EEUU: Bank of America, Citibank y Well Fargo.

Por último, agrupé a tres empresas del sector automotriz: Ford, GM y Fiat-Chrysler. El resultado puede verse en el gráfico 1.

En este análisis, los tres sectores (simplificados en las canastas antedichas) que han logrado ganar en tiempos de crisis son los que tienen, en su base de modelo de negocios, un fuerte componente tecnológico y se basan en la conectividad. La canasta de “aplicaciones” más que duplicó su valor, las plataformas de comercio electrónico valen en promedio un 70% más que a principios de año. Sin embargo, sectores más tradicionales hoy se encuentran por la mitad de su valor aproximadamente.

En buen romance, mientras algunos despiertan el apetito inversor, a otros la recuperación le costará más.

Y la gráfica 2, también nos dice mucho.

Cómo salirse del montón, asomar la cabeza y despertar interés. Así está transitando el mercado del sector automotor. Una empresa, que si bien no sabemos cuál será su suerte financiera, al menos ha intentado innovar, incorporando tecnología, rompiendo esquemas tradicionales sobre el producto final. Y el mercado la premia.

Posiblemente, con esta nueva realidad, estemos frente a esas señales que debemos buscar para tomar decisiones sobre la construcción estratégica de nuestro país.

Uruguay

Los sectores basados en tecnología y la prestación de servicios a distancia, los llamados servicios globales, tienen un gran potencial en nuestro medio.

Contamos con instrumentos de incentivo al desarrollo de determinadas industrias o verticales que hacen eficiente hacerlo desde Uruguay. Tenemos capacidad instalada e infra-estructura óptima para conectividad.

Hemos alcanzado hitos de desarrollo de esta industria que abarca al software, aplicaciones, consultoría, diseño, creación audiovisual, entre otros. El desembarco reciente de un grupo canadiense adquiriendo a la nacional Infocorp, es el botón de la muestra.

Estos sectores han mostrados ser mucho más resilientes y con otros amortiguadores versus las exportaciones de bienes. En efecto, las exportaciones de servicios no tradicionales cayeron únicamente un 1% interanual en el primer trimestre de 2020, mientras las colocaciones de bienes en el mismo período tuvieron una retracción del 12,8%.

Esta nueva economía, nos da la flexibilidad de inserción que tanto buscamos. Las exportaciones de servicios no están abarcadas en el corsé del Mercosur, nuestro mercado es el mundo y, en general, encuentran como gran limitante de mayor desarrollo, la carencia de capital humano preparado a nivel local.

No podemos añorar épocas pasadas como insumo fundamental de decisiones para regenerar empleos caídos. Todo lo contrario. Mirar qué está ocurriendo en el mundo y proyectarlo. Porque con recursos materiales públicos escasos, debemos decidir en dónde colocar los acentos de inversión y capacitación con visión estratégica de futuro.

Entender eso es vital, sobre todo en año de elaboración del presupuesto; en un contexto complejo, las decisiones de asignación de recursos traducen qué priorizamos y qué país construimos.

(*) Director de la Escuela de negocios de la Universidad Católica (UCU Business).

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