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Las tres claves de la expansión en el uso de medios de pago electrónicos

En breve se sumará el pago instantáneo para transacciones comerciales mediante código QR

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Ignacio Arechavaleta, Director de Banca Minorista de Banco Itaú
Foto: Francisco Flores. El País

En el primer semestre del año, el volumen de dinero operado mediante tarjetas de débito en Uruguay se incrementó 20% frente al mismo período 2022, al tiempo que las operaciones mediante tarjeta de crédito crecieron 22% en el período y las efectuadas en dinero electrónico, 31%, de acuerdo con el reporte de pagos minoristasdel Banco Central. Para Ignacio Arechavaleta, Director de Banca Minorista en ITAU Uruguay, ese comportamiento se explica por un efecto combinado de la multiadquirencia, la baja de aranceles y la incorporación de nuevos canales de pago, como las transferencias instantáneas. El ejecutivo afirma que la actividad ha tenido "un crecimiento balanceado". En breve, el sistema sumará el pago instantáneo para transacciones comerciales. A continuación, un resumen de la entrevista.

 —¿Qué destacaría del reciente reporte de pago minoristas del Banco Central?

—Lo destacable es la consolidación de una línea de crecimiento que lleva varios años, bien balanceada entre tarjetas de crédito, débito y fundamentalmente emisores de dinero electrónico, que todavía representan una porción menor de consumo total, pero presentan niveles de incremento muy superiores al resto. A su vez, la expansión del uso de la tarjeta de débito, y también es muy fuerte la evolución de las transferencias, así como el nivel de bancarización de las empresas.
Tenemos un sistema que está creciendo balanceado; donde la multiadquirencia trajo competencia, más empresas adhieren a los medios de pago y la cantidad de POS creciendo 70% en los últimos 3, 4 años. Hoy son casi 110 mil en todo el país. Además, la posibilidad de que un comercio elija con quién vincularse para manejar todos los sellos ha incluido a un montón de empresas que antes no estaban trabajando con medio de pago. A esto debemos sumarle los aranceles a la baja y una mayor adopción de parte del público. Estamos en un equilibrio, donde los beneficios de todo este crecimiento se están repartiendo entre los distintos actores.

 —El mayor crecimiento está en las tarjetas de débito, tanto en la cantidad de tarjetas emitidas como los montos operados…

—El débito representa más del 50% del volumen de pago total, hay un incremento muy fuerte en montos, y también en dispersión, o sea, cada vez se usa en más lados. El monto promedio de la transacción, que ahora es más reducido, nos demuestra cómo el público va sustituyendo el efectivo en sus transacciones. El débito está penetrando en sectores donde antes no lo hacía, porque más comercios han adoptado ese medio de pago, ya que les sale más barato cobrar de manera electrónica. La transacción promedio de todos los medios de pago va a la baja, ya que esos nuevos instrumentos van ingresando en lugares de la economía donde hasta hace poco no estaban. Y ahí se cumple con una premisa más de este sistema de inclusión financiera, que es la mayor formalización de las personas físicas y de las personas jurídicas. Cada vez menos efectivo, pero también cada vez menos cheques y además, cada vez menos uso de los cajeros electrónicos.

—El crecimiento del débito no parece haberse dado a partir de una reducción de las otras alternativas, como la tarjeta de crédito…

—Lo que los números muestran es que hay una complementación. Se usa para fines distintos. Eso se refleja en la transacción promedio de un instrumento de pago y del otro. En el consumo del día a día el principal uso es del débito, y la tarjeta de crédito se utiliza para otro tipo de consumos, más durables.

—En este último semestre en particular ha crecido más el crédito que el débito…

—Pienso que con el control de la inflación, la baja del tipo de cambio y mejores condiciones de financiación, se ha dado un mayor consumo en bienes durables, lo que habría llevado a un mayor uso del crédito. Si uno observa distintos indicadores acerca del consumo en general en los últimos meses, no podemos hablar de un gran crecimiento; sin embargo, el reporte del sistema de pago muestra un volumen de consumo súper robusto a través de estos instrumentos.

—Podemos inferir que lo que va saliendo de circulación es precisamente el efectivo…

—Sin dudas. Y ese proceso se va a acelerar de forma definitiva a través del pago con transferencias, un proyecto que se está desarrollando entre los bancos a través de Urutec. Pero además, los volúmenes crecen a partir de la inclusión de nuevos sectores y rubros. Un ejemplo es el agro, donde ITAU en particular ha crecido mucho; un sector que se manejaba a través del contado y de otras operaciones bancarias y ahora, las virtudes del sistema y los costos asociados han hecho de que muchas empresas agropecuarias incursionen en el sistema de pago con medios electrónicos, generando un volumen de consumo importante donde antes no existía.

—En concreto, en el sector corporativo el crecimiento del uso de los nuevos instrumentos parece tener menor impulso…

—Allí hay una tremenda oportunidad. Es cierto que aún es muy baja la penetración. Hablamos especialmente de empresas chicas, donde existe mayor coincidencia entre el bolsillo personal del propietario y el bolsillo de la empresa, muchas veces medio desordenado, con mucha actividad empresarial dentro de cuentas personales, algo que lentamente se va a ir corrigiendo a medida que las empresas precisan más sofisticación. Y esa nueva cuenta corporativa es una oportunidad para sumar al sistema.

—¿Y el sistema tiene productos específicos para ese público?

—Hoy Uruguay tiene más de 200.000 RUT, de los cuales alrededor de 180.000 son pequeñas y microempresas, que cuentan con un nivel de atención por parte del sistema que es mejorable. Muchas de ellas hoy tienen tratamiento de personas físicas, tanto en gestión de su cuenta como en las ofertas de crédito. Hay que avanzar más a productos que hagan foco en ese nicho, definitivamente.

—¿Qué es lo que está faltando en términos de aprovechamiento eficiente de la inclusión financiera? Hay una hoja de ruta del Banco Central, ¿se está cumpliendo efectivamente?

—Se avanza bien, con el ritmo que permite que se haga por parte de la industria junto con el regulador. A nivel de medios de pago, con las transferencias instantáneas ha habido una enorme transformación. Las transferencias durante las 24 horas los 7 días de la semana se pusieron en marcha en junio, con un crecimiento mensual explosivo, que además los bancos van acompañando con mecanismos de mayor seguridad, porque las transferencias instantáneas requieren de un ambiente seguro, con riesgo controlado. Es un enorme desafío.
Es un hito histórico para el sistema, ahora el 30% de las transferencias se hacen en horarios que antes era imposible, es decir, después de las 8 de la noche o los fines de semana. El cambio para los usuarios es notorio. Un crecimiento exponencial: un junio, el 10% de las transferencias fueron instantáneas, en julio fue 16%, en agosto el 21% y creo que en septiembre va a cerrar por encima del 30%.

—Luego de la transferencia instantánea, el próximo paso debería ser las compras por esta vía…

—Eso requiere otra carretera, que es la que se está construyendo ahora, con el objetivo de tenerla pronta para fin de año. El pago de una transacción comercial requiere de muchas más operaciones que la transferencia. La retención, la factura, entre otros aspectos, requieren de una ingeniería mayor. Se han dado pasos; el primero fue el de validación de cuentas; la segunda etapa fue la que mencionábamos recién, las transferencias instantáneas. Los sistemas se robustecieron, se requirió de nuevos protocolos de prevención de fraude y ahora avanzamos hacia las transacciones comerciales instantáneas. Será a través de un código QR que van a emplear los adquirentes en el punto de venta, como un medio de pago más.
Para el público en general, es una posibilidad de sustituir el efectivo; para el tarjetahabiente es una opción de medio de pago más, y para el Estado es la posibilidad de entrar a una serie de comercios en donde hoy, por distintos factores, los medios de pago tradicionales pueden no estar funcionando. 

—¿Sustituirán los POS?

—Van a ser una forma de ampliar la adquirencia hacia puntos donde de repente hoy no llega, lugares donde no hay un pos físico, comercios más chicos, simplemente desplegando un QR, compartible para toda la industria y con interoperabilidad de todos los medios.
Es el resultado de mucho trabajo que estamos haciendo junto al Banco Central, que apunta a lo que denomina “finanzas abiertas”. En particular, yo creo que hay que trabajar sobre el concepto “información abierta”.

—¿Qué encierra el enfoque “información abierta”?

—Creo que sería una enorme oportunidad de contar con la información de los entes públicos; que una persona física autorice a que un ente público dé información sobre sus consumos para algún otro destino, por ejemplo la concesión de créditos, scoring de transacciones, prevención de fraude, etc. Si hay alguien que tiene grandes volúmenes de información muy útil es el Estado.
Hemos trabajado sobre finanzas abiertas y es muy importante, pero es algo acotado; con la información que maneja el Estado, por ejemplo, podríamos acceder a través del BPS a datos de una empresa y otorgarle un crédito sin más trámite. Eliminaría muchas barreras de entrada al crédito.

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Ignacio Arechavaleta
Francisco Flores. El País

—¿Cuánta incidencia ha tenido la baja de aranceles en la ampliación de las operaciones?

—Los aranceles a la baja han colaborado para que el uso de nuevos instrumentos de pago se amplíe, sin dudas. Hoy, adoptar la tarjeta de débito como medio de pago, tiene un costo de un 1%, que claramente, a partir de los resultados de la ampliación en la cantidad de puntos de venta, es mucho menor que los beneficios que recibe un comercio por empezar a aceptar este medio de pago.

—Al seguir creciendo el volumen de negocios y abatirse costos, ¿hay margen para seguir bajando aranceles?

—Creo que sí, pero no en forma aislada. La industria bancaria tiene costos importantes y un enorme desafío de ser más eficientes. En la medida en que se vayan abatiendo costos, esa eficiencia le debe llegar a los clientes. De otra forma, se estarían generando desequilibrios poco beneficiosos para el sector.

—¿Qué hacen los bancos para combatir eficazmente el ciberdelito?

—El ciberdelito es un blanco móvil, todos los días aparece una nueva modalidad de fraude que ninguno de nosotros pudo anticipar. Tenemos mecanismos de prevención de fraude propios en las empresas, pero también trabajamos como industria y observamos lo que ocurre en todo el mundo. Tenemos un sistema conjunto como Urutec y al Banco Central detrás, y hay un montón de operaciones y certificaciones que se dan detrás de cada operación que resultan invisibles para el cliente. El Banco Central anunció la intención de dar curso a un proyecto que apunta a que entre las instituciones podamos compartir información de cuentas, cuando tenemos conciencia de que hay una cuenta donde puede haber fraude. Con las restricciones actuales no lo podemos compartir, y el BCU apunta a que, cuando existan fundamentos que apuntan a un bien superior, que es tutelar la seguridad del sistema, podamos compartir esa información. Sería un buen instrumento.

Por otra parte, tenemos que cuidar a nuestros clientes hasta de sí mismos, debido al uso imprudente que a veces hacen de su información o los riesgos que se corren por no tomar precauciones. Y la única manera de avanzar en eso es la educación financiera. Mucha información sobre lo que se puede hacer y lo que no.

—Educación financiera es también advertir sobre consumo responsable. ¿Qué hacen los bancos en ese sentido?

—Los bancos debemos ser cuidadosos a quién la hacemos las ofertas, de qué manera las hacemos… no es lo mismo tener con producto para todos los públicos, que un producto para cada público. De todas maneras, a partir de métricas de monitoreo, de morosidad y otros comportamientos, podemos definir que nuestro público objetivo tiene un consumo responsable en términos generales. También, al gestionar la cartera, estamos atentos al comportamiento de cada uno, a alertas temprana, a dar opciones de salir de esa situación lo más rápido posible. No desconocemos que hay problemas para algunos segmentos de la población y que hay que trabajar en eso. Es difícil regular al respecto, tan difícil es que no hay consenso dentro del espectro público sobre cuál es la solución. El año pasado se manejaron algunas opciones desde la industria para armar un esquema en donde la deuda pudiera ser refinanciable en ciertas condiciones con garantía estatal, de formato SIGA, pero no prosperó.

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