Publicidad

Insuficiente inversión en salud mental

Las personas con enfermedades mentales severas y persistentes pueden vivir mejores vidas cuando tienen acceso a un abanico importante de servicios médicos. Invertir en ellos es clave.

Compartir esta noticia
Salud mental
.
Getty Images

La mayoría de las enfermedades mentales tienen efectos económicos, al menos transitorios. Y como los problemas de salud mental aparecen en gran medida en la adolescencia o en lo adultos jóvenes, tiene consecuencias en la acumulación de capital humano.

Las encuestas epidemiológicas en Estados Unidos señalan que uno de cada cinco adultos tiene síntomas de algún tipo de enfermedad mental. Entre 3 y 5% cumplen el criterio de clasificación de enfermedad severa en esta área (esquizofrenia, desorden bipolar, depresión crónica). Esta gravedad se manifiesta en los efectos colaterales que tiene sobre los miembros de la familia y sobre la sociedad. Así comienzan su estudio Richard Frank de la Brookings Institution y Sherry Glied de New York University. Acaba de ser publicado en el Journal of Economic Perspectives.

Tratamiento de la enfermedad

A comienzos de 2020, en el país bajo análisis, la mitad de los mayores de 18 años con enfermedad mental diagnosticada recibió tratamiento. Y en el caso de personas con enfermedad mental severa, el 65% recibió tratamiento. ¿Por qué un porcentaje tan grande de personas no recibió tratamiento, aunque lo necesitaba? Una posible explicación: los síntomas no son tan agudos como para buscar ayuda médica y las personas se dejan estar. En otras ocasiones, no se accede al tratamiento por los altos costos de las consultas médicas, la falta de disponibilidad de especialistas, o el estigma.

Existen dos grandes formas del tratamiento en materia de salud mental: 1) los tratamientos psicosociales (por ejemplo, la psicoterapia); y 2) las farmacoterapias, como los antidepresivos, los ansiolíticos, y los antipsicóticos.

Estancamiento del gasto en salud mental

La proporción de población adulta que recibe algún tratamiento en el área de salud mental se ha incrementado a lo largo del tiempo. Cerca del 20% de los norteamericanos adultos reportan haber recibido alguna forma de tratamiento. El 16% toma medicación para la salud mental. El 10% recibe psicoterapia por parte de psiquiatras, psicólogos o personal de salud especializado.

Se estima que el gasto en servicios de tratamiento a enfermedades mentales es cercano al 1,1% del PIB. Lo interesante es que en 1975 el gasto era el mismo: 1,1% del PIB, mientras que los gastos en salud global de la población pasaron del 6,5% del producto a 19,7% en 2020. Esta diferencia es notable, porque la proporción de población que recibe tratamiento de su salud mental ha aumentado en los últimos 50 años.

Tecnología en la salud

¿Cómo se entiende que aumentó la gente que se trata por enfermedades mentales y no aumentó el gasto en términos de PIB?

Primero, lo que ha llevado al incremento pronunciado en los costos del sector salud en general ha sido los cambios tecnológicos; en concreto, la incorporación de aparatos y procedimientos que son intensivos en capital. En cambio, la manera de tratar la salud mental continúa basándose, en gran medida, en las horas de atención personal y en la prescripción de medicamentos.

Segundo, en los últimos 50 años ha habido una disminución tremenda en los costos fijos que se necesitaban para atender la salud mental. En 1975 el 63% del cuidado de la salud mental se hacía en los hospitales donde se residía o en casas de salud; hoy sólo el 31% del gasto ocurre en esos edificios tan costosos de mantener. También se abarató el costo porque, mediante la expansión de la medicación, se redujo el número de psicoterapias que son más costosas para enfermedades muy prevalentes, como la depresión y la ansiedad. En 1971, el gasto en medicamentos psicotrópicos representaba el 4% del costo total de tratamientos de enfermedades mentales. En 2020, el gasto en estos medicamentos alcanzó el 26% del costo total de tratar los problemas de salud mental.

También se abarató el costo de la psicoterapia, porque lo que antes ofrecían solamente los doctores psiquiatras y doctores en psicología, hoy ya lo pueden ofrecer licenciados o personal de la salud especializado en el área; el 90% de las psicoterapias es dirigido hoy por profesionales que no son doctores.

Tercero, una importante proporción del gasto en los cuidados de salud mental los pagan los fondos púbicos u otros programas que tienen un presupuesto fijo.

Finalmente, otra razón que explica que no haya aumentado el gasto destinado a salud mental como proporción del PIB es que hay ítems que antes en Estados Unidos se asignaban a salud mental (gastos edilicios, comidas) y ahora ya no.

Atención diseñadores de políticas

Una importante cantidad de personas, que necesitan acceder a tratamientos de salud mental —incluidos muchos con enfermedad severa— no pueden obtener los cuidados oportunos. Los diferentes niveles de severidad de salud mental demandan diferentes niveles de respuestas de la política pública. En Estados Unidos estiman que cerca del 30% de las personas encarceladas tienen un problema serio de salud mental. También una importante proporción de los que viven en la calle. Aún sin ir a esos extremos, los autores nos recuerdan que la edad promedio de identificación de la depresión son los 24 años. Y la enfermedad mental, aún moderada, afecta las habilidades en el trabajo, el ausentismo, la interacción con colegas y clientes, y la concentración en las tareas.

Los citados investigadores culminan su estudio señalando que las personas con enfermedades mentales severas y persistentes pueden vivir mejores vidas cuando tienen acceso a un abanico importante de servicios médicos, que ya está comprobado científicamente que funcionan, aunque no “curen” la enfermedad subyacente. Desafortunadamente, el acceso a estos servicios es totalmente insuficiente.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad