Publicidad

Hablemos del contexto externo

Compartir esta noticia

Que el contexto externo ha cambiado es a esta altura evidente. Y no es de ahora, ni de hace poco tiempo, sino que el cambio se empezó a dar hace más de tres años, en el tercer trimestre de 2011, cuando nuestros vecinos se empezaron a abaratar en dólares y comenzaron a menguar sus ritmos de crecimiento, hasta volverse negativos.

Más tarde, hace dos años, en el segundo trimestre de 2013, la extra región también empezó a cambiar, con el dólar afirmándose y los precios de las materias primas retrocediendo. Y así llegamos a nuestros días, ya habiendo visto parte de la película, pero sabedores de que resta por verse más de lo mismo.

El mundo.

A nivel global el foco está puesto en tres ámbitos: Estados Unidos, Unión Europea (UE) y China. En el caso de Estados Unidos, parece que todo pasa por el momento en que se decidirá comenzar a subir las tasas de interés, lo que está ligado a la evolución de los datos: inflación, empleo, actividad económica en general. Si fuera estrictamente por los datos, no debería esperarse que ello ocurriera en lo que resta del año, dado que semana a semana se alternan datos auspiciosos con otros que todavía denotan debilidad económica. Sin embargo, la Fed no cierra la puerta a una suba de tasas en lo que resta del año, incluso en el mes próximo. De hecho, en las últimas semanas el dólar ha revertido parte de su ganancia anterior y los precios de las materias primas dejaron de caer.

En el caso de la UE, desde hace tiempo con la espada (griega, obviamente) de Damocles sobre su cabeza, no termina de afirmar su recuperación, si bien ha empezado a mostrar algunos signos de vitalidad. De todos modos, no da para grandes festejos pues, si nos atenemos a la proyección del FMI para el crecimiento del PIB en el año en curso (1,5%), recién se llegaría en este año al mismo nivel de PIB de 2008. O sea, siete años perdidos.

La flexibilización monetaria en curso debería dar lugar a una depreciación de su moneda que coadyuvara a la recuperación, pero esto no debería hacer olvidar las inconsistencias fundamentales de la Unión, que no han sido enfrentadas, y que básicamente consisten en la coexistencia de una supranacionalidad monetaria y cambiaria con múltiples fiscalidades nacionales.

Finalmente, en el caso de China la desaceleración económica es evidente y dio lugar a reiteradas reducciones de la tasa de interés de referencia, la que la semana pasada se fijó en 5,1%. Está claro que la idea del Partido Comunista chino es que mude el modelo de crecimiento desde la inversión pública y la exportación hacia el consumo privado, lo que es una política de largo plazo y en nada explica la desaceleración en curso, que ha ido más lejos de lo esperado y pone en riesgo la continuidad del exitoso proceso de abatimiento de la pobreza de las últimas décadas. Las estimaciones del FMI proyectan en 6,8% y 6,3% el crecimiento de China para 2015 y 2016, las tasas más bajas en muchos años.

Brasil.

En el caso de Brasil se suceden malos datos: sube la tasa de inflación, cae el nivel de actividad de la economía, empeora el sector externo y se mantiene una situación fiscal altamente deficitaria (el déficit primario fue de 0,7% el PIB en los 12 meses a marzo). A pesar de que la economía está en proceso de contracción, el Banco Central (BCB) ha subido una y otra vez la tasa de interés Selic de referencia (hoy en 13,25%) para frenar el impulso de la inflación (8,2% en los 12 meses a abril, frente a una meta máxima de 6,5%). El dólar ha subido mucho en los últimos meses, y ha mostrado extrema volatilidad, oscilando al compás de las expectativas sobre las perspectivas fiscales, pero con el marco, ahora, de una conducción económica proclive a tener una moneda más depreciada.

La cuenta corriente de la balanza de pagos, que ha de ser uno de los indicadores más seguidos por analistas, organismos internacionales, calificadoras de riesgo y bancos de inversión, no cesa de empeorar y se ubicó en 4,5% del PIB en los 12 meses a marzo, apuntando a más de cinco puntos del PIB a fin de año. Si bien la inversión extranjera directa en el país es cuantiosa (3,9% del PIB), y entonces las necesidades de financiamiento externo (NFE) son reducidas (0,6% del producto), la tendencia tanto en la cuenta corriente, y más aún en las NFE, es preocupante.

La encuesta semanal que releva el BCB mostraba, el lunes pasado, que para 2015 se espera que la inflación sea de 8,3%, que el PIB caiga 1,2%, que la tasa Selic termine el año en 13,50% y que el dólar vuelva a subir hasta R$ 3,20. Tanto en el caso de la inflación como del crecimiento económico, las expectativas vienen empeorando semana a semana casi sin excepciones.

Argentina.

Fue centro de nuestras preocupaciones durante varios trimestres, cuando el dólar blue volaba muy despegado del oficial, lo que había vuelto muy barata a la Argentina para el turismo y las compras de los uruguayos y, al revés, nos había dejado relativamente muy caros para ellos.

Sin embargo, da la impresión de que lo peor ha pasado, si bien eso ha ocurrido mediante el agravamiento de los desequilibrios que tiene Argentina, y ahora parece que la actual administración podrá llegar al cambio de gobierno "sin chocar" y que legará a su sucesora todos aquellos desequilibrios para arreglar.

En los últimos meses se encaminó una expansión fiscal y monetaria en forma paralela a la represión de la inflación, ahora mediante el mantenimiento de un dólar oficial muy anclado y un dólar blue "desinflado" por una mayor oferta de dólares provistos desde el Banco Central (dólar "ahorro"). El crecimiento de la base monetaria, que estaba entre el 20 y el 30 por ciento anual, ha subido diez puntos en las últimas semanas y el déficit fiscal apunta a estar cerca de 10% del PIB en 2015. En este contexto, el PIB pasó de caer más de 2% en 2014 a mostrar una expectativa de moderado crecimiento este año; la inflación, que había arañado el 40%, apunta ahora a estar algo por debajo del 30%. Y las reservas, que caían firmemente, han comenzado a crecer de la mano de la incorporación (espuria) de los yuanes que forman parte de un swap con China y, más recientemente, de emisiones de deuda.

En Argentina hoy se cumple aquello de que "el que viene financia al que se va" pues quien hoy acepta deuda argentina sabe que quien viene no será tan malo como el que se retira.

Pero el que viene, que sin proponérselo financia a su antecesor, también tendrá el año que viene que comenzar a "deshacer los entuertos" del que se va y eso no será fácil: ajuste fiscal, desmantelamiento del cepo cambiario, finalización del desdoblamiento del mercado de cambios, retorno de la inflación a un dígito, desmantelamiento de los subsidios (que explican la mayor parte del déficit fiscal), sustitución de las retenciones a las exportaciones por otros tributos, sinceramiento de la información estadística, por solo citar algunos de los temas más notorios.

Resulta muy difícil imaginar cómo hacer todo eso al mismo tiempo. Por ejemplo, solo la eliminación de los subsidios a determinados servicios como la energía, daría lugar a una caída significativa en el ingreso real de los hogares por el aumento en el IPC. Lo mismo sucedería con una unificación cambiaria, la que debería darse en el nivel del blue y no del oficial, de modo de recuperar la competitividad perdida. Todo un desafío para el próximo gobierno.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Brasil: un vecino complicado. Foto: Archivo El País

Javier de Haedo

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

ArgentinaBrasilJavier De Haedo

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad