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Gradualismo vs. herencia K

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Griesa falló en 2012 contra Argentina y le ordenó pagar US$ 1.600: en efectivo. Foto: Reuters
El presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, habla durante una conferencia de prensa en el Palacio Planalto, en Brasilia, 4 de diciembre de 2015. Un representante del Gobierno electo de Argentina se reunió en Estados Unidos con el mediador judicial Dan Pollack, en busca de una solución a la disputa que el país mantiene desde hace años con acreedores de deuda impaga, informó el martes una portavoz de la futura gestión. REUTERS/Ueslei Marcelino NEGOCIOS-ECONOMIA-ARGENTINA-DEUDA
© Ueslei Marcelino / Reuters/REUTERS

Si uno tuviera que definir cuál es el plan económico del macrismo, la respuesta sería que el plan es el no plan. Es decir, ellos consideran que los planes económicos que se anuncian a la sociedad conteniendo un conjunto de medidas económicas que articulan un plan global son cosa del pasado, que ya no tienen vigencia.

Entienden que todos esos planes fallaron en el pasado y que no sirven para nada. Lo importante es la gestión. Todos los días adoptar alguna medida que mejore o solucione tal o cual problema. Sin duda que el macrismo marca un rumbo en su gobierno que es diferente al del kirchnerismo. En primer lugar, en política internacional se aparta de los populismos autoritarios y regresa al mundo más democrático y racional. En segundo lugar también está buscando lograr un acuerdo de libre comercio con la UE vía Mercosur y arreglar con los holdouts.También se percibe que no es esperable medidas económicas disparatadas como las que aplicaban Moreno, Kicillof y la legión K.

Se percibe una orientación a la racionalidad. A comportamientos más democráticos y de no confrontar. Pero también se percibe cierto desorden o desinteligencias en las medidas económicas por la ausencia de ese plan económico global.

Claramente el tema fiscal, esto es ingresos y egresos del fisco, está en manos de Prat Gay además de la negociación de la deuda externa. Energía es resorte de Aranguren, Andrés Ibarra tiene que ir reestructurando el Estado, Francisco Cabrera define qué sectores van a ser competitivos y cuáles no, Buryaile avanza con el tema de agroindustria y Guillermo Dietrich se encarga de todo lo que tiene que ver con transporte. En definitiva, está todo compartimentado y la pregunta es quién piensa el plan global de todos los ministerios, porque la economía no funciona con compartimentos estancos. Aun en ausencia de ese plan económico global, todo parece indicar que el gradualismo elegido por el gobierno para reducir la inflación puede estar basado en la idea de continuar deliberadamente con una inflación alta para licuar el gasto público en términos reales.

El IPC Congreso da un aumento del 34% al compararse febrero 2016 versus febrero 2015, estimando una 4% de aumento en febrero. Si los salarios se ajustan en una banda del 20/25%, en particular los del sector público, entonces habría una importante licuación del gasto público en la nómina salarial. Algo similar ocurriría con los planes sociales y con las jubilaciones. Bajarlas en términos reales mediante la inflación mientras Andrés Ibarra, ministro de Modernización, trabaja en la reforma del sector público que supuestamente permitiría bajar el gasto en forma estructural y reducir la brecha fiscal.

El gran interrogante es si, como decimos con mi amigo Agustín Monteverde, al enfermo se lo puede curar de a poco. Porque si la cura avanza más lento que la enfermedad, en una de esos el enfermo se nos muere antes. Ese es el gran debate que se da entre nosotros los economistas. ¿Alcanza el actual gradualismo para enfrentar la catastrófica herencia que dejó el kirchnerismo?

Como el gobierno eligió el gradualismo en materia de reformas estructurales e incluso en el manejo del tipo de cambio, pasa a ser clave el acuerdo con los holdouts ya que una solución al problema del default le abriría las puertas al gobierno para acceder al crédito internacional para financiar el famoso plan Belgrano y otras obras públicas. Es decir, recurrir al mecanismo keynesiano de reactivación económica vía gasto público, pero en este caso financiado con deuda externa. Con esta estrategia el gobierno esperaría una leve reactivación que suavice las presiones sociales.

El 1 de marzo, Macri hizo una descripción de la herencia recibida del kirchnerismo pero no formuló un plan global para enfrentar esa herencia.

Lo más probable es que sigan apostando al gradualismo. Esto quiere decir seguir los siguientes pasos:

1) Mantener una inflación alta para licuar el gasto público en salarios, jubilaciones y planes sociales.

2) Avanzar con reformas estructurales vía el ministerio de Modernización.

3) Dejar que el tipo de cambio suba más rápidamente a partir de abril.

4) Terminar de arreglar con los holdouts para poder acceder al crédito internacional.

5) Tratar de reactivar la economía vía la obra pública financiada con deuda externa.

Por ahora no veo que el gobierno se anime a cambios mucho más importantes. Su plan se limitaría a eso.

El clima político ha mejorado notablemente. Ya no tenemos que escuchar desde el atril y en cadena los retos de Cristina Fernández con su soberbia y su listado de mentiras.

Hoy el país respira más tranquilidad y afortunadamente se frenó el camino hacia la dictadura chavista que era el objetivo final del kirchnerismo. El debate que queda por delante es cómo reconstruir la destrozada economía que dejó el kirchnerismo, es decir, gradualismo versus shock.

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Griesa falló en 2012 contra Argentina y le ordenó pagar US$ 1.600: en efectivo. Foto: Reuters

Roberto Cahanosky

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