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Depresión y economía de la salud

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oficinista, depresión

ANÁLISIS

Uno de cada ocho adolescentes en Estados Unidos ha sufrido un episodio severo de depresión. ¿Por qué interesa este dato a los economistas?

La depresión es una de las enfermedades más presentes en los adolescentes. Los economistas calculan su costo y demuestran que la religión ayuda a prevenirla. Uno de cada ocho adolescentes en Estados Unidos ha sufrido un episodio severo de depresión. ¿Por qué interesa este dato a los economistas? Por varias razones. Primero, sufrir depresión en la adolescencia está asociado a resultados académicos negativos. Segundo, la mitad de los adultos que presentan problemas de salud mental tenían síntomas que comenzaron en la adolescencia. Tercero, los costos económicos no son nada despreciables: en Estados Unidos está en el orden de los 60 mil millones de dólares.

La plaga en Estados Unidos. Investigadores de Cambridge, North Carolina y London School of Economics acaba de publicar el estudio “Religion and depression in adolescence” en el Journal of Political Economy -está entre los cuatro journals más importante del mundo en economía. Allí señalan que entender el rol que juega la religión es relevante aún hoy: ocho de cada diez personas en el mundo se identifica con algún grupo religioso según el Pew Research Center.

Los citados investigadores (Sriya Iyer, Jane Cooley Fruehwirth, Anwen Zhang) usan datos de la encuesta Add Health. Son entrevistas a una muestra representativa de los adolescentes de 13 a 18 años en Estados Unidos. La depresión la miden con un instrumento que se conoce como escala CES-D (Center for Epidemiological Studies Depression), uno de los tests más utilizados y que ha sido validado internacionalmente. Los datos provenientes de Add Health ofrecen información de cuatro aspectos de la religiosidad: frecuencia de asistencia a la iglesia, importancia que le asigna a la religión, cuán frecuentemente reza, y cuán frecuentemente asiste a actividades religiosas para jóvenes. Los resultados de Iyer, Fruehwirth y Zhang confirman que la religión ayuda a prevenir la depresión, y, un detalle interesante: los adolescentes más deprimidos son los que más se benefician si pasan a practicar alguna religión.

desafío de infelicidad. Un artículo de The Economist de unos meses atrás se titulaba: “Creciente depresión entre los norteamericanos de mediana edad”. Señala que la esperanza de vida en ese país ha experimentado dos caídas desde 2017. Algunos investigadores atan este hecho al dramático aumento del consumo de opioides en Estados Unidos. Lauren Gaydosh, socióloga del Center for Medicine Health and Society de Vanderbilt University sugiere una explicación distinta: “la caída en la esperanza de vida se explica por la extensión de la infelicidad y de sus síntomas entre los de mediana edad de todas las etnias en Estados Unidos”. El consumo de opio podría ser consecuencia de la propagación de esa infelicidad.

¿Cómo se explica que la religión ayude a prevenir la depresión? Los autores del estudio “Religion and depression in adolescence” muestran que la religión ayuda a enfrentar situaciones duras de la vida como los problemas graves de salud o el fallecimiento de alguien querido. Otro resultado interesante: formas alternativas de apoyo social como pertenecer a un club o tener un elevado número de amigos no logran sustituir al rol positivo de la religiosidad de la persona.

Religión en Uruguay.

Uruguay es uno de los países con menor práctica religiosa de América Latina. Es un contexto particularmente interesante para analizar la relación entre religiosidad y depresión. De acuerdo al Pew Research Center, un 40% de los uruguayos dicen que no tienen ninguna religión en particular o son agnósticos o ateos, mientras que en la región esa cifra es 20%. Sólo el 30% de los uruguayos dicen que rezan a diario, mientras que en Brasil el 60% lo hace. Y también hay una brecha de género: las mujeres que consideran que la religión juega un papel importante en su vida es 15% mayor a la tasa de los hombres. ¿Nos deja alguna enseñanza el artículo aparecido en el Journal of Political Economy? Observemos lo que dicen los autores. Concluyen su estudio afirmando: “nuestros resultados tienen importantes implicancias para las políticas dirigidas a mejorar la salud mental en la adolescencia. Nuestra investigación sugiere que los profesionales de la salud mental deberían ser remisos para despreciar el efecto de la religiosidad al tratar a sus pacientes”.

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Alejandro Cid

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