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El capital busca un poco de cariño en Uruguay

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César Litvin. Foto: El País

ENTREVISTA

Lo que dijo José Mujica está alejado de la realidad: estos capitales son “agua bendita”, a los evasores el impuesto no les afecta, explica César Litvin.

Para el experto tributarista argentino César Litvin, aunque Uruguay flexibilice la radicación de inversiones, salir de la jaula de Argentina no es nada fácil.

Para el CEO del Estudio Lisicki, Litvin & Asoc., “hay muchas más ganas que posibilidades”, al enumerar las condiciones que deben cumplirse para radicarse fiscalmente fuera de su país.

Litvin subraya que la referencia es para argentinos que ya tienen fuera del país la mayor parte de su patrimonio, no para los que lo tienen en Argentina. A su vez, destaca que es dinero legal y sostiene que es totalmente desacertado hablar de “evasores”.

Los potenciales interesados son familias con importante patrimonio ubicado en centros financieros como Estados Unidos o Suiza y que confìan en la cercanía, seguridad jurídica y bajos impuestos relativos de Uruguay, indicó. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo está observando usted la intención de ciudadanos argentinos con patrimonio importante, que evalúan radicarse fuera del país, o radicar sus inversiones en el exterior?

— Efectivamente eso está ocurriendo y las razones son claras. La reforma tributaria dispuesta por el nuevo gobierno producirá un impacto muy fuerte en los bolsillos de la clase media y alta, siendo el impuesto sobre los Bienes Personales el más contundente en ese sentido. En dicho impuesto se gravan los activos en el exterior a una alícuota progresiva que al superar los U$S 300.000 aplica un impuesto del 2,25% sobre dichos activos sin posibilidades de descontar los pasivos.

Basta imaginarse a alguien que tenga 10 millones de dólares; el impuesto a los bienes personales representa 225 mil dólares anuales, más el impuesto a las ganancias. Generalmente, en todos lados los impuestos patrimoniales recaudan poco y lo que está pasando ahora es una reacción a lo dispuesto por el nuevo gobierno. Cuando este impuesto lo puso Francois Hollande en Francia, como impuesto a las altas fortunas, con un mínimo no imponible de 1.300.000 euros, salieron de Francia muchos millonarios, caso Alain Delon o Gerard Depardieu, que por su fama tuvieron gran repercusión. La respuesta es simple: no están dispuestos a regalar su fortuna. No se puede cuantificar lo que se esté decidiendo por estas horas por parte de argentinos con patrimonios importantes, lo cierto es que hay muchas más ganas que posibilidades.

—Y Uruguay es considerado una de las opciones para la radicación…

— Lo es. Uruguay es la principal opción por su sistema tributario que utiliza el criterio de territorialidad. En este contexto de impuestos "desbordantes" junto con cercanía y afinidades culturales es uno de los lugares más elegidos por los argentinos que quieran cambiar la radicación.

—Cuando se habla de “condiciones favorables” para la inversión y radicación en Uruguay, como ha hecho el presidente electo, ¿cuáles son las condiciones que podrían pesar en una decisión de ese tipo específicamente para los argentinos con mayor patrimonio?

— Los contribuyentes que intentan perder la residencia tributaria buscan países con seguridades jurídicas que traten con cariño impositivo a los capitales. Los capitales son mimosos, van adonde mejor los tratan. Y eso ocurre donde hay seguridad jurídica y bajos impuestos.

—Entre las medidas esbozadas, se hace referencia a un menor monto patrimonial exigido para la residencia fiscal, y modificaciones bancocentralistas para aliviar la exigencias al movimiento de capitales. ¿Son aspectos importantes?

— Un aspecto importante podría ser que Uruguay flexibilice los requisitos de permanencia y de inversión mínima de capitales para conceder la residencia fiscal y legal en dicho país. Es importante reducir las exigencias del monto mínimo de inversión patrimonial a los efectos que contribuyentes de mediana capacidad económica puedan también instalarse en dicho país.

—Antes se refirió a más intenciones que posibilidad de concretarlas. ¿La limitante es el cambio de residencia?

— Correcto, porque más que se flexibilice en Uruguay como va a ocurrir, la salida de la jaula de Argentina, no es nada fácil. El que trabaja en Argentina, que tiene una determinada vida social, o vive en el país con chicos menores en edad escolar, no puede efectivizar su salida tan sencillo. En Argentina se considera como “centro de intereses vitales y económicos” a los efectos de su residencia, tanto los personales como los familiares, más allá del tiempo exigido de no estar en el país más allá de 90 días al año. Para dejar de ser contribuyente argentino hay que cumplir una serie de estrictos requisitos, de esa forma todos los patrimonios fuera de la Argentina quedarán fuera del radar del fisco argentino.

—El beneficio, en caso de lograrse, es para los argentinos que ya tienen buena parte de su patrimonio en el exterior...

—Un contribuyente argentino que se va a vivir a Uruguay, es residente tributario uruguayo y le dieron de baja en el fisco argentino, va a pagar en Argentina, sobre los bienes personales o ganancias que tenga en el país a través de un responsable sustituto, pero queda fuera de la gravabilidad todo lo que tenga fuera de Argentina.

La ventaja de irse del país se refleja en evitar que se grave todo lo que tiene fuera del país. Entonces, los más interesados en cambiar la residencia son aquellos que ya tienen gran parte de su patrimonio fuera de Argentina. No pagarían sobre ese patrimonio, todo lo que se le quiere cobrar por parte del nuevo gobierno, que es mucho. Distinta es la situación de quienes tienen su patrimonio en Argentina. Allí es mucho más complejo movilizarlo.

—¿Es excesivo el “ruido” que ha seguido a los anuncios del presidente electo de Uruguay?

— No lo creo. Es lógico que tenga estas repercusiones. Estuve en Uruguay a principios de año dando una conferencia sobre estos temas, y allí me comentaban del alto nivel de consultas, por ejemplo en los colegios de Punta del Este, donde la matrícula de niños argentinos es creciente.
La magnitud de este fenómeno no se limita a lo impositivo. Es cierto, para quienes tienen su patrimonio fuera, como ya dije, es muy alta la imposición. Pero hay una mirada que va más allá, de cara al futuro, donde muchos argentinos piensan que esta realidad puede ser peor, más allá de los impuestos. La historia de Argentina está muy fresca para quienes han vivido en otras etapas situaciones muy complejas, donde los gobiernos se les han quedado con parte de su patrimonio. Eso también pesa.

—Una de las advertencias que surgió de inmediato fue la de estar “invitando” a evasores para que vengan a Uruguay...

— Es un concepto totalmente erróneo. Estamos hablando de “plata blanca”. Son recursos que desde el punto de vista fiscal nada puede decirse, son “agua bendita”, para que quede más claro..

—¿Este movimiento puede afectar de alguna manera a Uruguay, teniendo en cuenta los avances alcanzados en materia de transparencia y normas antilavado?

— De ninguna manera. Uruguay es transparente y no dejará de serlo. Tiene vigente el intercambio de información con Argentina. Desde el punto de vista profesional he participado en procesos que solicitud de información y doy fe que Uruguay respondió con prontitud todo lo demandado. Si hay sospecha de dinero “sucio” se reporta inmediatamente. Ese concepto que utilizó especialmente el ex presidente José Mujica sobre la “calidad” de los capitales que podrían ir a Uruguay está totalmente alejado de la realidad. Es gente que tiene dinero producto de su trabajo, que lo ha ganado en buena ley y no quiere tirarlo a la basura, porque además, no confían en el destino que se le da a ese dinero recaudado. De nuevo, los antecedentes juegan en contra.

Y algo más: los contribuyentes que se quieren ir de Argentina son los que pagan y no quieren soportar la gran carga fiscal; a los evasores el impuesto no los afecta porque no los pagan, por tanto, no necesitan irse.

—El gobierno argentino puede responder a la eventual intención de una radicaciòn fiscal en Uruguay?

—Una medida positiva sería dar marcha atrás con el impuestazo que han creado, o hacerlo más laxo. Por ejemplo, se establece que si uno repatría el 5% de su patrimonio en el exterior y lo deja en una institución financiera de marzo a diciembre, en lugar del 2,25% pagarían 1,25%. Lo que pasa es que nadie tiene confianza en que a fin de año le devuelvan ese dinero y en lugar de eso, le den un bono. Ya ha pasado en la historia de Argentina.
¿Que sería una solución oportuna? Que en lugar de obligarlos a poner ese dinero en una institución financiera, permitan invertir en inmuebles, aportar a su empresa, invertir en el mercado de capitales… pero mantener el control del dinero y no dejarlo en una cuenta y que ocurra como ya pasó en Argentina cuando el primero de enero de 1990 le convirtieron el plazo fijo en un bono (Bonex) a 10 años. Ese Bonex, al otro día de emitido, valía un 25% del monto real, y además, la Suprema Corte de justicia validó esa acción, determinando que no era confiscatorio. El empresario argentino le tiene miedo a esas acciones...

—¿Pero puede aplicarse alguna medida coercitiva?

—Por ese lado, podría haber algún tipo de represalia comercial con Uruguay o algo similar.

—¿Qué característica tendrían los potenciales interesados en radicarse en el país?

—Generalmente son familias con una gran parte de su patrimonio en centros financieros importantes como Estados Unidos o Suiza pero que sus actividades personales pueden ser realizadas en cualquier parte del mundo entre los cuales Uruguay seduce por su cercanía, su orden, su cultura, etc.
Algunos de los que se radiquen puede que “hagan la plancha” con su capital, pero generalmente el argentino es bastante inquieto. Habrá inversiones en campos o en proyectos inmobiliarios. También en otras actividades donde vislumbren que hay posibilidades de buenos negocios.
Pero además, que se establezcan en el país genera un efecto multiplicador en el consumo, demandan bienes y servicios y eso genera inversión para satisfacer esa demanda de consumo.

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