Dentro de un año donde la operativa en general ha sido más abultada que en 2022, en la Bolsa Electrónica de Valores queda el gusto amargo de la baja cifra de emisiones privadas. Y de cara a 2024, “no estamos encontrando un listado de proyectos que cambie radicalmente la tendencia”, afirma Alejandro Vinetz, presidente de Bevsa. De todos modos, es factible que antes que cierre el año puedan presentarse nuevas iniciativas, vinculadas con infraestructura y energías. Para la bolsa electrónica, los puntos altos del año están en un incremento de la operativa que a setiembre está casi 19% por encima de los primeros nueve meses del año anterior. Vinetz destaca que “no hay una preocupación adicional” para 2024 por tratarse de un año electoral, “ya que generalmente no implica grades cambios para los inversores”. Bevsa pretende para el próximo año incorporar una estrategia que privilegie los temas de sostenibilidad en las inversiones, en línea con la acción oficial y la fuerte tendencia existente en los mercados. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cuál es el balance del comportamiento de los mercados en que opera BEVSA en 2023?
—Hasta el momento ha sido un año muy bueno en términos generales, con un aumento en la operativa de 18,7%; hablamos en conjunto de los mercados de títulos, cambios, de dinero, todo ello por encima de un año que ya había sido muy bueno, como 2022, uno de los tres mejores años de la historia de Bevsa y récord absoluto en el Mercado Primario de Valores.
—¿Y a qué obedece este buen año?
—El incremento responde especialmente a la operativa de títulos y el mercado de dinero. Sobre todo el primero, que es el que tiene más peso y es el principal soporte para los números que registra el año hasta ahora. Hasta setiembre, la operativa total creció un 18,7% con relación al año anterior. Esto representa 56,4 mil millones de dólares, frente 47,4 mil millones en los primeros nueve meses del año anterior. Seguramente vamos a superar los 65 mil millones de dólares con que cerró la operativa el año pasado.
Para destacar algunos hitos del año, en enero se dio el máximo promedio diario de operaciones del mercado de valores (más de 300) y en marzo, el total transado en Bevsa constituyó el mayor volumen de los últimos 10 años. También tuvimos un récord historio de la operativa de Bonos del tesoro de Estados Unidos en Bevsa en el mes de mayo y en julio se operó el segundo máximo histórico del dólar OCT (over de counter), solo superado por la operativa de agosto de 2019.
—El mercado de dinero ya venía con un crecimiento importante, luego de haber pegado un salto en 2021…
—Es así, y ese salto respondió fundamentalmente al cambio en la política monetaria y el objetivo de tasa de interés en lugar del objetivo de cantidad de dinero, desde allí se observó un desarrollo muy grande. El mercado de pesos ha crecido mucho, los depósitos en moneda nacional han aumento un muy buena forma. Se nota también en la otra parte del balance, que es cuando uno mira entidades y hay crecimiento fuerte del mercado de consumo e hipoteca.
Es importante también mirar el futuro y no veo ningún indicador que haga que se interrumpa esa senda.
Junto al mercado de dinero está el mercado de operadores primarios, que va teniendo mejoras, incentivos por mayor participación y entonces, en la medida que existe mayor previsibilidad en la tasa, es más fácil transformar esa tasa en tasa de crédito, etcétera. Para desarrollar el crédito es importante tener previsibilidad en la tasa de interés.
—¿Qué ha ocurrido con el mercado de cambios?
—El mercado de cambios es el más chico de los que operamos, incluso sin intervención del Banco Central desde hace ya unos años. Al final del día, el mercado es la contrapartida del interés que tienen las empresas o la necesidad de comprar o de vender divisa. Es un mercado de uso 3 mil millones de dólares.
Bevsa cuenta con un conjunto de herramientas, cada una con mayor desarrollo y operativa en función de las necesidades que existan. Hoy el mercado de cambios puede ser pequeño, pero cualquier cambio de política o de coyuntura puede generar una mayor demanda.
—¿Los 3.000 millones de dólares mencionados incluyen las operaciones de forward?
—Sí, lo incluyen pero son una proporción mínima…
—¿Por qué cuesta tanto desarrollar ese mercado?
—Creo que es más un tema de demanda que de oferta, las herramientas están, los bancos incluso operan en forward, con clientes, pero tiene que haber interés en asegurarse ese valor, y a veces excede de la mera expectativa de cuánto puede subir o bajar el dólar. El forward es un precio que se arma de una manera técnica que no tiene que ver con acertar o no en cuánto va a estar el tipo de cambio el día de mañana. Cuesta que los clientes se quieran garantizar un determinado nivel por esta vía.
—¿Un mercado con un tipo de cambio bastante previsible no parece ser el mejor escenario para que los clientes recurran a esta herramienta?
—Sí, pero septiembre y octubre no fueron tan estables, en dos meses el tipo de cambio saltó 6%, es una diferencia enorme. Creo que el tema un poco por lo cultural, por la dimensión del mercado. Hay empresas que esto lo tienen internalizado y como dependen tanto de la variable dólar como precio, lo utilizan. Bevsa los instrumentos los tiene y el valor referencial dólar forward lo publicamos y tiene que ver con arbitraje de tasas, y se toma como referencia.
— Las emisiones privadas habían sido bajas el año pasado. ¿Y 2023?
—Un poquito menos bajas. De cuatro emisiones del año pasado pasamos a seis este año y de unos 90 millones de dólares pasamos a 95 millones de dólares. Ha sido un año con poca actividad, pero puede repuntar, porque hay varios proyectos en curso que no sabemos si estarán prontos antes de fin de año. Se están estructurando algunos proyectos grandes, que podrían mover considerablemente esas cifras. Son proyectos vinculados a infraestructuras y el sector de la energía. De todos modos, hablamos de un movimiento bastante escaso.
—¿A qué se debe el bajo movimiento en materia de emisiones?
—Hubo un periodo fuertes de inversión y ya el año pasado, en el segundo semestre, se empezó a ralentizar. También es cierto que las empresas tienen otros instrumentos para financiarse. Por tanto, hay que ver cuáles son las necesidades de financiamiento de un proyecto y el monto de las operaciones, en algunos casos puede ser más complejo que otras opciones, indudablemente.
Hay proyectos interesantes en desarrollo en este momento, pero no han pasado por acá. Por ejemplo, proyectos patrocinados por el gobierno, con esquemas de financiamiento en donde hay financiamiento bancario o de multilaterales. En esos esquemas es muy difícil competir.
—¿Qué tipo de incentivos pueden sumarse para que los inversores opten por financiarse en el mercado de valores?
—Hay una comisión que viene trabajando en esto, en el régimen simplificado con el objetivo de potenciar un tramo más minorista, en inversor especializado hay muchos esfuerzos en ese sentido que apuntan a la oferta. También es cierto que esto tiene que ser gradual y la dimensión del país y del mercado tiene sus limitaciones. Es cierto que chocamos con que la propia normativa, los requisitos, son cosas de desarrolladas en mercados que tienen un volumen mucho mayor y que pueden justificar un costo. Es diferente aquí.
Pero creo que si uno mira lo que era el Uruguay de hace 10 años de esta parte, la verdad que ha crecido mucho el interés en las propias emisiones. El stock actual es grande. Estamos en dos años que son bajos, pero bueno, si miramos hace cuatro o cinco años, 980 millones para un país como Uruguay es un muy buen nivel. Eso es variable y depende de la necesidad de inversión que tengan las propias empresas. Un par de operaciones grandes en un mercado como el uruguayo, ya impulsan los números generales hacia arriba.
Es cierto que puede ser costoso armar una emisión, pero sobre todo los tiempos juega mucho. La complejidad de la emisión, el tiempo necesario para acceder a las autorizaciones, preparar toda la documentación que se solicita, etc. Ese es un tema clave.
Por otra parte, le hemos planteado al BCU, sin éxito todavía, la posibilidad de un mecanismo de pre-autorización de una emisión, que dé una mayor agilidad al proceso, como ocurre en otros países.
—Recientemente presentaron un nuevo indicador, una curva de expectativas de inflación; ¿cuál fue el motivo de añadir un nuevo instrumento de estas características?
—Hay operadores que necesitan esos insumos. La curva expectativa arbitra entre la tasa fija en pesos y la unidad indexada con su plus. Ahí es donde se termina de detectar cuál es la inflación que los operadores están previendo que va a haber, al operar a determinados precios.
Si miramos lo que ha pasado este año y lo compara con las expectativas que ha recabado el Banco Central de operadores y demás, por cualquiera de los métodos, lo que vemos es que todos veníamos previendo un nivel de inflación superior al que se dio; venimos con dos o tres meses de caída fuerte, de deflación de precios, algo poco habitual. La realidad es que los operadores y los actores encuestados por Banco Central todos teníamos expectativas de inflación superiores meses atrás y la expectativa hacia adelante es que se ubicará en el techo del rango meta. Nuestra curva está alineada con esas expectativas, 6,38% a un año y 6,41% a dos años. Surge de la información de los operadores del mercado, un mercado muy importante en pesos, por lo tanto es claramente representativo. Tomamos información diaria y publicamos expectativas a uno y dos años.
—¿Qué aguardan para 2024, año electoral?
—Afortunadamente, hay una serie de reglas en Uruguay que no se cambian y que todos lo valoran. Entonces, yo particularmente no espero grandes cambios. Espero que la tendencia del crecimiento económico siga, creo que es difícil que la senda que lleva la inflación varíe mucho, no veo que haya un movimiento brusco en el tipo de cambio, e imagino una conducta del Banco Central que resguarde el cuidado de la inflación, con lo cual entiendo que las emisiones van a seguir un nivel como el que están teniendo hasta ahora.
La duda puede venir por la mano de las emisiones particulares. No estamos encontrando ahora un listado de proyectos que cambie radicalmente la tendencia. Ese es un tema importante.
El problema no es el año electoral, puede haber una baja en el segundo semestre, pero el último año electoral, 2019, hubo casi mil millones de dólares de emisión. Es claro que puede haber proyectos muy puntuales, grandes, que mueven la aguja solos.
Hay algo que se valora mucho de Uruguay y es que, más allá del gobierno, hay determinadas reglas que no cambian. Y eso puede verse en decisiones que toma un gobierno y que terminan generando inversión y muchas veces emisiones, en el período siguiente. Por eso, un eventual cambio de gobierno no debería tener gran incidencia en las decisiones de inversión.
—¿Cuál es la agenda de Bevsa para el año próximo?
—Uno de los temas que tenemos en la agenda es darle una formalización, con mayores exigencias a los temas de sostenibilidad, acompañando una evolución del mercado y una conducta del gobierno, que está privilegiando instrumentos que incorporan los temas de sostenibilidad, ya sea para emisiones o para tomar deuda, que es lo que hicieron recientemente con el Banco Mundial.
La intención es otorgar ciertos privilegios a determinadas emisiones que reúnan esas características. Revalorizar indicadores, dar un marco formal, acompañar a las empresas que se decidan a emitir en incorporar estos conceptos, en definitiva, acompañar un mercado que cada vez está teniendo más en cuenta estos factores.