Ante un Mercosur trabado, los caminos para que Uruguay se acerque a Japón y el Transpacífico

Acuerdos como el CPTPP serán “la Regla de Oro” en el siglo XXI, estableciendo nuevas bases para el comercio global, asegura un destacado académico japonés de visita en Uruguay.

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Yorizumi Watanabe
Yorizumi Watanabe, Profesor Emérito Keio University
Foto: Estefanía Leal, El País

Japón está preparado para iniciar acciones que conduzcan a un acuerdo comercial con Mercosur, tanto sus empresas como el gobierno, advirtió el académicoYorizumi Watanabe, de visita en Montevideo. Watanabe, con larga experiencia como negociador comercial en representación de su país, lamenta que el exitoso modelo de negocios que mantienen con México y países del Pacífico sudamericano no logre replicarse en el Mercosur, sobre todo “por la postura proteccionista de Argentina y Brasil”, subrayó. Considera que una buena opción sería avanzar en negociar condiciones de acceso con los socios que estén dispuestos, como podría ser Uruguay. “No deberíamos perder tiempo”, añadió. Watanabe llegó a Uruguay invitado por la Universidad Católica, donde disertó sobre la política comercial de Japón. Destacó “la oportunidad” que representa el CPTPP para Uruguay, aunque pone “condiciones muy exigentes” y habló de “un nuevo modelo” de relaciones comerciales globales. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿De qué forma están incidiendo en Japón las tensas relaciones entre EE.UU. y China?

—Es una situación muy difícil para Japón. Por un lado, tenemos un acuerdo de seguridad militar con los Estados Unidos, una alianza muy importante. Por otro, las economías china y japonesa están muy estrechamente vinculadas. La guerra comercial entre las dos potencias generó muchas dificultades para los líderes empresariales japoneses, porque no es posible elegir un bando. La tensión continúa, Japón mantiene los lazos con ambos países y simplemente, cruzamos los dedos para ver si Estados Unidos y China pueden llegar a un punto de mejor relacionamiento.
En ese contexto, vemos algunas señales de acercamiento. Representantes del departamento de Estado de los EE.UU. por ejemplo, han visitado China. Recientemente el asesor de Biden Paul Sullivan se reunió con Wang Yi, Ministro de Exteriores chino. Y se especula que habrá una cumbre entre Jinping y Biden, probablemente en noviembre, cuando se encuentren en la Cumbre de APEC. Somos ligeramente optimistas en que la relación tome un cauce pacífico. No nos da lo mismo.

—¿El empuje de la economía china condiciona a Japón?

—Es que tenemos una interdependencia económica muy fuerte. La economía china ahora tiene problemas y si no puede recuperarse rápidamente, la desaceleración nos llegará a Japón, que le vende variados bienes de capital, especialmente vinculados con la tecnología. Lo mismo ocurriría con una desaceleración de la economía estadounidense. Tampoco nos es ajeno lo que pasa en la Unión Europea. Por ejemplo, si la inflación persiste a ambos lados del Atlántico, la acción de los bancos centrales mataría el impulso para que los negocios en Europa y Estados Unidos regresen, con ramificaciones negativas para Japón. Hay un desfasaje fuerte entre las tasas de interés al alza de Estados Unidos y Europa y la de Japón, que se mantiene muy baja en Japón. Eso dificulta la coordinación de las políticas macroeconómicas entre los países del G7. En ese contexto, tal vez la tasa de crecimiento de 2024 sea ligeramente menor que la que podríamos lograr en 2023.

—¿Qué ha pasado con las empresas japonesas con base fuera de su territorio a partir de la guerra comercial EE.UU.–China, la pandemia y la guerra en Ucrania?

—Alrededor del 70% de las empresas japonesas están considerando la posibilidad de reubicar sus plantas ubicadas en el extranjero. Una consideración que tienen es esperar qué pasa entre China y Estados Unidos. Si la situación se reencauza, entonces mantendrán su producción en China, que en términos de ganancias es ventajoso. Además, están profundamente integradas a esa economía y sería costoso relocalizarlas. Tal vez algunas empresas ya hayan regresado a instalarse en Japón, pero las principales industrias de automóviles y aparatos eléctricos o electrónicos, aún no se han movido.

—¿Es distinta es la situación de las compañías que están en Latinoamérica?

—Depende. Hay países latinoamericanos donde hay una gran cantidad de empresas japonesas instaladas. El caso más representativo es México. Cuando se iniciaron las negociaciones para un acuerdo de asociación económica con ese país, en 2002, había unas 330 empresas japonesas en suelo mexicano. En abril 2005 entró en vigor el acuerdo; hoy ya hay más de 1.400 empresas, un desarrollo fenomenal. Muchas compañías japonesas involucradas activamente en la producción local de autopartes, repuestos y componentes para automóviles, así como productos relacionados con la informática, entre otras. Después, en el Pacífico de Sudamérica, también tenemos relaciones muy sólidas. Otra cosa es con el Mercosur, con el que no tenemos acuerdo comercial y todo es más difícil. Como sabemos, se está trabajando en ello, pero no ha avanzado.

—¿Cuál es su lectura de por qué no avanza?

—La mayor organización de grandes empresas de Japón ha hecho misiones a esta región, tiene un gran interés. Vinieron aquí en el mes de abril con la intención de que pudiéramos prepararnos para el inicio de las negociaciones. También el gobierno está interesado. La parte japonesa está muy preparada para empezar algo. Pero por el lado del Mercosur, creo que tenemos problemas. En su momento, entre el ex presidente argentino Mauricio Macri y el difunto Ministro Sinzho Abe había muy buena química. En ese momento el impulso parecía ser alto, particularmente en términos de la relación bilateral entre Japón y Argentina, que podía ser un primer paso interesante. Pero después Argentina cambió completamente. A su vez, a Brasil, particularmente San Pablo, no tengo claro si le interesa mucho avanzar con Japón. Los socios más pequeños, Paraguay y Uruguay, creo que están más preparados para hacer algo, aunque están sujetos a las obligaciones del Tratado de Asunción, como sabemos. Por tanto, no es fácil pensar en movimientos individuales. Así es difícil. Más que esperar por Japón, que está dispuesto, hay que destrabar al Mercosur.

—¿Eventualmente, podría considerarse un acuerdo bilateral, Japón-Uruguay?

—No es fácil para los socios del Mercosur negociar solos. Es una situación muy complicada para Japón negociar el acceso al mercado. Sin embargo, podría haber una posibilidad de avanzar en algunas condiciones de acceso y rebaja de aranceles país a país, iniciando con aquellos que tengan mayor voluntad, como pueden ser Uruguay y Paraguay. Al final del día, deberías simplemente compilar los resultados de todas las negociaciones bilaterales. Es una posibilidad. Es mi opinión, no sé si Japón daría ese paso. Hay otros temas, atados a reglas del bloque, que necesariamente deberíamos hacerlos con el conjunto.

—Para que ese movimiento en conjunto cristalice, debe contarse con la voluntad de los socios mayores…

—Las tendencias proteccionistas de Argentina y Brasil, no ayudan mucho. En Brasil, entiendo que priorizan el acuerdo Mercosur-UE, y hasta tanto no avancen en ese terreno, no se enfocarán a Japón. No parece ser una buena estrategia. En realidad, esa percepción de las negociaciones es muy antigua y termina beneficiando a UE. Si Mercosur prioriza el tema Europa sobre cualquier otra alternativa, la UE volverá con nuevas obligaciones impuestas, como las de medio ambiente, las normas laborales y los derechos humanos. Así que, sería mejor que los países del Mercosur iniciaran negociaciones primero con Japón, y tal vez la Unión Europea se dé cuenta de que Japón se toma en serio un acuerdo y eso podría influir en las posiciones de cada uno. Hay otros dos aspectos que son clave…

—¿Cuáles?

—Por un lado, lo que hablamos antes, que establezcamos una estructura de negociación, uno a uno, de acceso a mercados, como punto de partida.
Por otro, aconsejaría a los países sudamericanos y también al gobierno japonés, que deberíamos iniciar un grupo de estudio conjunto, que incluya industrias, la agricultura, funcionarios gubernamentales y académicos para brindar asesoramiento de cara a una futura negociación. Gobierno, sectores productivos y academia. Es lo que hemos hecho con México, con Chile, con Perú. Intentamos abordar todo tipo de problemas, incluidos los que son muy sensibles para nosotros, como la agricultura. De ese grupo de estudio saldría un informe final con recomendaciones a nuestros líderes políticos, como si fueran negociaciones reales. Discutiríamos las ventajas y desventajas, sector por sector, y todos juntos. No deberíamos perder tiempo en empezar con eso, como un preludio a negociaciones formales de libre comercio, pero adelantando camino y habilitando una negociación previa. No hay que ´perder tiempo. Si hay voluntad, se hace. Con México, las negociaciones para un acuerdo de libre comercio fueron 23 meses, pero para Chile se hizo solo en 9 meses.

Yorizumi Watanabe, Profesor Emérito Keio University, Japón
Yorizumi Watanabe ex Director General Adjunto de la Oficina de Asuntos Económicos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, fue el Negociador principal de su país para el tratado de libre comercio firmado con México
Foto: Estefanía Leal, El País

—Uruguay solicitó ingreso al CPTPP, ¿es una buena opción?

—Sí, seguro. La posibilidad de sumarse está abierta. Ahora, el CPTPP tiene un estándar muy alto en términos de acceso al mercado para los productos manufacturados. Está muy por encima del 99,5%, incluso para la agricultura, el 97% de las líneas arancelarias están sujetas a eliminación. Y luego las reglas, muy avanzadas en comparación con las reglas existentes en la OMC. Eso materia de propiedad intelectual, inversión, estándares técnicos, armonización de regulaciones, etc. Es un acuerdo siglo XXI. En realidad, una regla de oro para el resto del siglo XXI. Entonces, depende de si un país como Uruguay, está dispuesto a aceptar todo esto. Es la condición. Tómelo o déjelo. Si no puedes, tienes que quedarte afuera. Conozco que Uruguay ha dado el paso hacia el TPP, pero es muy difícil para países como el vuestro unirse al TPP. Ojalá que pueda.

—El comercio internacional avanza hacia grandes bloques como el CPTPP, ¿es ese el futuro de las relaciones comerciales?

—Sin dudas. Veamos, Japón ya tiene unos 21 acuerdos comerciales con 24 países y regiones. Ahora tenemos muchos países en desarrollo con los que hemos estado trabajando juntos, por ejemplo, con los países de la ASEAN. Ya tenemos acuerdos: Japón-ASEAN, Japón-Singapur, Japón-Tailandia, Japón-Malasia. También tenemos la RCEP, Asociación Económica Integral Regional en Asia Oriental, con 15 países. Y como nombrábamos antes, el CPTPP.
Todo esto establece un amplio universo de países con ideas afines, donde todo se hace más sencillo a la hora de relacionarse, países en desarrollo y países desarrollados reunidos, intercambiando. A partir de este conglomerado, se va a ir generando una masa crítica que permitirá ir moldeando una nueva forma de relacionarse.

—¿A qué se refiere?

—Recordemos, en el pasado, negociamos en la Ronda Uruguay y las normas acordadas se aplicaban a todos los países que pertenecen a la OMC. Entonces fue de arriba hacia abajo. Pero ahora tenemos muchos acuerdos de asociación y el número de países con ideas afines está aumentando. Entonces, desde abajo podemos ir haciendo aportes al sistema de la OMC, en particular abordando nuevas cuestiones como el comercio digital, la política de competencia, las empresas estatales y todo ese tipo de cosas. Las normas, en este caso, podrían transmitirse hacia la OMC. Es un enfoque diferente. Ya es muy difícil aplicar un enfoque de arriba hacia abajo. Entonces, será de abajo a arriba, desde los acuerdos bilaterales, los plurilaterales, los TLC interregionales. Desde esas plataformas podemos generar esas nuevas cuestiones a la OMC para que sean debatidas.

—¿Le preocupa el futuro de la OMC en este contexto?

—Tengo muchas preocupaciones acerca de la OMC porque la gente empieza a decir que es inútil, que es marginal. Quienes eso dicen no tienen idea cuánta energía y cuánto tiempo dedicamos para hacerla realidad en 1995. Es fácil criticar a la OMC, al sistema multilateral, pero nos resultó muy difícil crear este foro multilateral. Así que creo que deberíamos examinar detenidamente la OMC en lugar de criticarla, y adoptar una especie de enfoque proactivo para hacerla lo suficientemente fuerte. Seguramente sea, como decíamos, desde abajo a arriba.

—¿Esa estructura podría contrarrestar los empujes proteccionistas?

—El proteccionismo está aquí y allá, todo el tiempo. En Estados Unidos, en Europa, en Japón, en China. Es más sencillo disparar una medida proteccionista, mientras que la filosofía del libre comercio es muy difícil. Hay grupos de presión muy fuertes, a los que, además, no les cuesta hacer alianzas. Políticos, productores, sindicatos. Por lo tanto, necesitamos organizaciones como la OMC, fortalecidas.

—La disputa comercial global se basa hoy en la alta tecnología, los semiconductores por ejemplo. ¿Qué papel juega Japón?

—Ésa es una cuestión de primer orden para Japón. Es el campo de batalla principal, entre Occidente y China. Y Japón, en ese contexto, está muy preocupado. La guerra entre China y Estados Unidos, es en varios frentes. Pero ese es el más importante. Para desarrollar su industria China aplica fuertes subsidios, y se le cuestiona. Pero en realidad, todos lo hacen. Estados unidos, Europa, y también Japón. Un exceso de subvenciones puede traer problemas a la economía, hay que ser cuidadoso con ello. Es un ejercicio costoso y caro, que en definitiva utiliza la plata de la gente, vía impuestos. Subsidios y derechos compensatorios siempre están en medio de sectores dinámicos y claves como el de los semiconductores, donde los países buscan competir. Esa carrera es peligrosa.

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