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Schrader, cuando el cine es sanación

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Vio su primera película recién cuando tenía 18 años.

El conocido director y guionista ahora va a volcarse a un cine “más espirtual”.

Paul Schrader nunca imaginó que sería guionista. Menos director de cine. El hombre clave detrás de la historia de Taxi Driver jamás pensó que sería parte de la elaboración de alguna película en su vida, porque durante su niñez y parte de su juventud, jamás vio una. Nunca.

El hombre que ha escrito y creado algunas de las producciones más influyentes del llamado "Nuevo Hollywood", como se conoce a ese período de tiempo de los años 70 con un cine bullente y creativo como nunca en la gran industria de Los Ángeles —y con películas como El Padrino, de Coppola; El exorcista, de William Friedkin; Taxi Driver, de Martin Scorsese y más—, tenía prohibido el acceso al cine porque era considerado una acción contra las creencias religiosas de su familia.

"Crecí en medio de una comunidad calvinista (de Michigan) y había normas muy estrictas sobre algunas conductas", recuerda esta leyenda del cine, de 70 años, sobre su pasado en una rígida vida de prohibiciones como ir a ver una película porque eso era pecado.

"La primera película que vi fue una Disney, cuando tenía 18 años, se llamaba El profesor distraído (The Absent-Minded Professor, de 1961)", dice. Es sobre la historia de un profesor distraído que crea una sustancia, flubber, que puede hacer volar los autos por los cielos.

Literalmente esa película le hizo volar la cabeza por los cielos. Asegura que le cambió la vida. Schrader fue así un joven que sufrió una epifanía tardía y que, desde que quedó expuesto a una película Disney, trató de absorber todo lo que pudo y tenía delante de sus ojos.

Fue el contacto con una crítica de cine, la recordada Pauline Kael, lo que ayudó —y mucho— a que Schrader dejara en pausa sus deseos de convertirse en ministro de la fe calvinista y entrara en la carrera del cine.

"Primero fui crítico de cine, así empecé. Pauline Kael me recomendó seguir en la cosa de escribir de películas y fue algo que hice después de darme cuenta de que el cine me apasionaba", cuenta desde su hogar en Nueva York. Trabajó de freelance como crítico, pero su gran acierto fue cuando junto a su hermano Leonard consiguieron el exorbitante sueldo de US$ 300 mil por el guion del filme Yakuza, que finalmente rodó Sidney Pollack en 1973. "Leonard era un experto en Japón", recuerda Paul Schrader.

No fue una relación fácil y tampoco lo fue para Paul su estadía en la ciudad de Los Ángeles. Para cuando comenzó a escribir la que sería la primera gran y personal historia salida de su puño y letra, Taxi Driver, este guionista y cineasta en ciernes estaba pasando uno de los peores momentos de su vida.

"La soledad de Los Ángeles me estaba afectando. Pasaba mucho tiempo por mi cuenta y recuerdo que tuve que ser internado en el hospital, me sentía muy mal y cuando estaba en la camilla me di cuenta de que no le había hablado a nadie por semanas. A nadie (...) Me había separado de mi pareja de ese entonces, estaba realmente bajoneado, mal, pasaba horas en mi auto, incluso dormía en él, iba mucho a los cines de adultos porque estaban abiertos hasta altas horas de la noche".

Esos fueron los condimentos esenciales para comenzar a escribir, en diez días, Taxi Driver, con un protagonista torturado, angustiado, llamado Travis Brickle, con la idea de ser un ángel exterminador en una ciudad llena de pecado mientras pasa la mayor parte de su día en un auto y va a funciones de cine para adultos para pasar las noches en vela.

Para Schrader, entonces, escribir ese guion fue más que un acto dictado por una necesidad económica. "Empecé a escribir como una forma de terapia personal. El cine puede ser una forma de sanación. Hay otras formas de escribir también. No todo tiene que ser terapia personal. Pero es bueno saber que eso está ahí para uno".

—¿Qué probabilidades hay de que haya una secuela de Taxi driver alguna vez?

—No, no, no, no. Ese personaje, Travis, iba en un viaje a la muerte. Quizás ya haya muerto incluso, quién sabe.

Schrader era parte vital del grupo de creadores que alimentó la creatividad del "Nuevo Hollywood" de los 70. "Cuando todos están empezando, todos se conocen, nos alimentábamos de la energía del otro", dice sobre su camaradería con gente como, por ese entonces, los novatos Spielberg, Lucas o Scorsese. "Pero cuando empiezas a tener éxito, la necesidad de alimentarse de la energía del otro ya no es tanta y empieza a ir cada uno por su lado. Con Marty (Scorsese) cenamos una vez al año. Todos tenemos nuestras vidas y carreras".

—Dicen que cuando le dieron para escribir Toro Salvaje, de Scorsese, usted encontró un giro en la historia original, ¿es así?

—O sea, yo no quería hacer una película sobre el box. Marty tampoco. De Niro sí quería. Cuando lo empecé a investigar supe que había dos hermanos, ambos boxeadores, y ahí tenía una historia que sí me gustaba. Una historia de rivalidad entre hermanos.

—Y escribir el guion de la película La última tentación de Cristo, ¿fue de alguna forma un interés suyo por la fe debido a que creció en una comunidad calvinista?

—Yo no creo que la hubiese hecho solo, Marty quería hacerla. Estoy planeando hacer una película espiritual el próximo año por primera vez. Scorsese quería hacer ese libro, esa novela de Nikos Kazantzakis y por eso me involucré, no creo que lo hubiese hecho solo.

Gracias al éxito de Taxi Driver y su colaboración con Scorsese, ganó en prestigio y quiso él comenzar a probar suerte ya como cineasta. Su debut fue Blue Collar (1978), siguió como director en Hardcore (1979), una historia de un padre (George C. Scott) buscando a su hija perdida en el mundo de la pornografía; y después viró hacia American gigoló (1980) con Richard Gere, y el relato descarnado de un gigoló. Fue después de esta última que recién se sintió bien detrás de cámara.

"Antes de eso aún estaba aprendiendo a dirigir. Y luego mis películas se volvieron más sofisticadas visualmente. Como Mishima, la celebrada biografía del escritor Yukio Mishima. Se mantiene firme. Es una película única, pienso que no hay otra similar".

Schrader señala que fue y sigue siendo complicado hacer un cine alejado del sentido comercial de Hollywood. Su película nueva se llama se llama Dog Eat Dog, se estrenó en Cannes este año y está protagonizada por Willem Dafoe y Nicolas Cage. "Es un experimento que me encantó realizar", dice.

—¿Qué hará después?

—Hay una película con Ethan Hawke. Será lo opuesto... Voy a hacer una película tranquila. Una película más espiritual.

—¿Y usted es espiritual? ¿Cree en Dios?

—Voy a misa, no sé si creo en Dios en ese sentido. Sí creo en valores no materiales. 

TRES HITOS EN SU CARRERA CINEMATOGRÁFICA.

Taxi Driver (1976).

La inmensa soledad en la que vivía Schrader, que además pasaba horas y horas en su auto, fueron el condimento perfecto para que en pocos días pudiera escribir esta historia, que se convertiría en clásico.

American Gigoló.

Esta película de 1980 no fue la primera que dirigió pero sí la que el considera como su verdadero debut al mando de un filme, sobre todo porque lo anterior había significado el aprendizaje previo.

Mishima (1985).

Este retrato biográfico del consagrado autor japonés Yukio Mishima, es una de sus obras más aplaudida por los críticos y también de las preferidas por su director, que la considera muy innovadora.

Amores que vienen de la pantalla.

El primer matrimonio de Paul Schrader fue en en 1969 con Jeannine Claudia Oppewall, diseñadora de producción, con quien rompió al poco tiempo tras serle infiel.

En 1983, rehizo su vida con Mary Beth Hurt, actriz que ha aparecido en títulos como Interiores, de Woody Allen. Con ella ha tenido dos hijos, en un matrimonio que le ha dado cierta estabilidad.

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Vio su primera película recién cuando tenía 18 años.

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