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Jimena Márquez: "Siempre escribo lo que el cuerpo me pide"

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Jimena Márquez, dramaturga, directora y carnavalera
Nota a Jimena Marquez, Montevideo ND20201028, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

EL PERSONAJE 

Es dramaturga, directora de teatro, carnavalera y profesora de literatura. Tiene en cartelera una obra con la Comedia Nacional y prepara dos para estrenar el año próximo.

La premisa es una: escribir. En todo tiempo y en todo espacio. Escribir ideas, acumular imágenes, crear escenas, armar canciones. Escribir en un escritorio ordenado, con un incienso prendido, con la compañía de una planta y en silencio. Escribir en el sillón reclinable con la computadora sobre las piernas mientras en la televisión —que está en frente apoyada sobre una biblioteca verde— pasan capítulos de todos los Masterchef del mundo. Escribir ficción, escribir para carnaval, escribir poesía, escribir obras a partir de retazos de su vida y de la vida de los demás. La premisa es una: escribir. En soledad o en compañía, en su casa o en una reunión con amigos, en un día cualquiera o en Navidad, porque cuando las ideas le llegan a los dedos, Jimena Márquez, 42 años, profesora de literatura, dramaturga, directora de teatro y carnavalera, tiene que escribirlas.

“Cuando escribía para televisión  —trabajó como guionista para Canal 10 y para Teledoce— llegué a escribir un guion estando en un cumpleaños. Puedo estar conversando y escribiendo a la vez, puedo hacer esa disociación. Estoy metida en los dos lugares. Todo el tiempo estoy escribiendo. Y lo transito así porque todo el tiempo me están bajando cosas de lados inesperados. Por ejemplo, estoy mirando Masterchef y se me viene una idea. Miro Masterchef de todos los países y de todos los idiomas, incluso miré el de Grecia sin traducción. Me gusta mucho cocinar. Soñaba con que me llamaran para el de acá pero no se les ocurrió”.

Jimena Márquez también es humor. En su escritura, en sus letras para carnaval, en su teatro. Y en la vida: el humor es una forma para transitarla. “Es algo innato en mí. Yo nunca me propuse el humor como objetivo, siempre se me fue dando. En la escuela, con mi familia, con mi grupo de amigos, siempre tuve ese rol de hacer reír (...) El tránsito por la risa convierte a una cosa en algo inolvidable”.

Un miércoles a las ocho y media de la mañana, sentada en el sillón que todos los días reclina para escribir, Jimena dice que antes creía que el humor no tenía límites y que si se reía de sí misma entonces podía reírse de cualquier cosa. Ahora dice que no. Que su humor tiene límites y que aunque hay una discusión enorme que dar sobre esto, ella tiene otra responsabilidad. “El mundo ha dado un viraje muy positivo en los últimos años en el que las minorías han alzado su voz. Me he dado cuenta de que hay cosas con las que no está bueno jugar y hay lugares donde no está bueno pararse, hay zonas que evito, mayoritariamente aquellas donde una minoría queda expuesta y es el centro de las risas. Hay humor en todas partes como para pararse desde ahí”.

Revisarse, repensarse y cambiar también constituyen unas premisas. Y desde hace un tiempo Jimena se revisa, se repiensa y cambia. Lo que pasó con lasdenuncias públicas de los varones del carnaval, por ejemplo, la hicieron (a ella y a su grupo, Cyranos) meterse para adentro y reflexionar.

Sobre esas denuncias, Jimena cree que van a tener un eco real en el ámbito del carnaval, que ya lo está teniendo. “Si bien el carnaval siempre va a transitar por ciertos carriles confusos, lo importante es que todos estamos trabajando al respecto. Ha sido un proceso gigante de sensibilización y movimiento que yo siento que, en primera instancia, genera un cambio para bien. Ya se está generando un cambio, en las formas de relacionamiento, en chistes que ya no se hacen más, tanto en varones como en mujeres. Creo que las aguas se van volviendo un poco más transparentes”.

También cambió en las maneras de pensar su teatro. “Ahora me di cuenta de que quiero abandonar las historias, que casi no me vale la pena contar una ficción cerrada como venía haciendo hasta ahora (La refinada estética de los hijos de puta, Litost, La duda en gira, solo por nombrar algunas). Estoy transitando un camino de abordaje desde otro lado, de generar una ficción a partir de historias reales. Fue lo que hicimos con Nociones básicas para la construcción de puentes (NdR: un homenaje a Mario Benedetti que estrenó con la Comedia Nacional). Tuve una necesidad sensible de conectarme con otras cosas y me empecé a dar cuenta de la fuerza que tiene la historia propia en el escenario. Esto no lo inventé yo; está Sergio Blanco con sus autoficciones. Capaz que ahora estoy en ese período y mañana empiezo a hacer tragedias griegas, no sé. Siempre me tiro a escribir lo que el cuerpo me pide”.

Ese fue el camino que transitó para escribir otras dos obras que se iban a estrenar este año pero que se postergaron para el año que viene: una la tiene a ella en escena y transita parte de la historia de su vida. La otra la construyó del trabajo con actores adolescentes y sus historias personales.

Entre libros y murgas

Jimena podría haber sido arquitecta, abogada, dibujante, física, profesora de matemáticas o deportista. Pero entre todas esas cosas que alguna vez le gustaron cuando era una niña y adolescente había algo que siempre estaba, que lo atravesaba a todo: la escritura.

Nació en 1978 en Montevideo. Vivió hasta los 23 años en una casa de Pocitos con su madre y su padre. Los días se los pasaba jugando al fútbol, al cordón o a las bolitas en la vereda con los amigos del barrio. Cuando estaba en su apartamento escribía poemas, leía revistas de humor que cada tanto iba a intercambiar a la librería Ruben, se paraba frente al espejo y se imaginaba en una murga. Porque cuando llegaba el carnaval, el tablado era una salida obligada.

“Mis padres siempre hicieron el esfuerzo de comprarme libros cuando yo era chica. Éramos una familia muy humilde. Vivíamos en Pocitos pero era una situación muy particular dentro del barrio. Mi padre no terminó la escuela pero era un gran lector”.

A la fantasía de ser actriz también la tenía siempre presente, aunque casi nunca lo veía como una opción real. A la escritura, sin embargo, sí.

Había jugado al handball de forma profesional, había sido la golera de la selección uruguaya, había practicado atletismo y natación. Y le iba bien. Pero un día se lastimó las dos rodillas. Ella dice que le gusta pensar que una fuerza oscura y superior le partió las piernas para que se diera cuenta de que su camino no tenía que ir por ahí. Era, sí o sí, la escritura.

Cuando estaba en quinto de liceo sintió que la clase de literatura la aburría: los temas le fascinaban pero se imaginaba que si ella fuese profesora plantearía las clases de otra forma. Así que cuando terminó Secundaria se inscribió en el IPA (Instituto de Profesores Artigas) de Literatura y de Matemática. Le gustaban las dos pero, finalmente, por el grupo humano se terminó por quedar con el primero.

En el IPA conoció a Ramiro Perdomo, actor y director, que la convenció para que diera la prueba para entrar a la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático para estudiar teatro. “No te voy a decir cuántas veces di la prueba ni cuál fue mi puntaje”, se ríe. Después dice que en un momento se dio cuenta de que el teatro le encantaba pero que lo suyo no iba a ser la actuación. Junto a Ramiro armaron un grupo de teatro joven y como ella escribía poesías a todos les pareció que entonces podía escribir teatro. Y lo hizo. Escribió obras que se desarrollaban en un absurdo absoluto y que nadie entendía pero que gustaban.

El carnaval llegó después, cuando ella ya tenía 30 años. Un día se juntó con unas amigas y quisieron hacer una murga. Ella volvió a su casa, se sentó y de un tirón escribió un guion. Llamó a sus amigas y les dije: reúnan a la gente, ya tenemos libreto. Así surgió Cero bola, que participó en Murga joven. Y desde ahí nunca más se fue. Ahora sale y escribe para Cyranos.

La premisa es una: escribir. Todos los días Jimena se levanta, apronta el mate, pone algún Masterchef de fondo en la televisión y se sienta en el sillón reclinable para anotar todas las ideas que se le vienen a la cabeza, aunque parezca que nada tiene que ver con nada. Hasta que un día pasa. Se levanta, apronta el mate, pone algún Masterchef de fondo en la televisión y se sienta en el sillón reclinable: entonces la obra o el guion salen así, de un tirón, como si todo lo que hubiese hecho hasta entonces cobrara sentido en un solo día.

Sus cosas

PUENTES
?En agosto la Comedia Nacional estrenó Nociones básicas para la construcción de puentes, un homenaje honesto a Mario Benedetti que Jimena escribió a partir del vínculo personal que cada actor -Leandro Núñez, Florencia Zabaleta, Fernando Vannet y Stefanie Neukirch- tenía con el autor uruguayo.

GUITARRAS
?Entre todas las cosas que a Jimena le gustan y le interesan (que son muchas), están las guitarras. En su casa tiene cinco. Dice que sabe tocar solo siete acordes pero que se pasa cantando y componiendo canciones con esos acordes. “No toco bien ni canto bien pero me divierte mucho”.

DOS PALABRAS DE AMOR
El 14 de noviembre Jimena presenta Dos palabras de amor, un espectáculo de poesía y canciones que hace con Mané Pérez. Esta vez será en el patio de Sala Emilia, que es, a su vez, el patio de la casa de Jimena. Es que en la parte de arriba de la casa que comparte con su pareja, bailarina, instalaron una sala para dar talleres.

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