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El cuerpo de JLo a los 50: una vara demasiado alta

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Durante la presentación del espectáculo para el Superbowl JLo deslumbró al mundo.

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La presentación de Jennifer Lopez en el Superbowl no dejó a nadie indiferente. Su escultural figura parece interpelar a las mujeres de mediana edad

El lunes por la mañana, desperté para vivir un gran drama de mamás. Mi comunidad de Facebook se había convertido en un campo de batalla sin prisioneros, una guerra librada contra el cuerpo bronceado y firme de Jennifer Lopez.

En esta esquina: las mujeres a las que les pareció que el espectáculo lleno de éxitos y mucha energía de J. Lo en el Supertazón fue innecesariamente lascivo, diseñado para excitar a los espectadores varones, presentado para la mirada masculina. ¿Por qué tenía que haber un tubo de estriptis y por qué no pudo usar más ropa? Las llamaremos conservadoras persignadas.

En la otra esquina: las mujeres a las que el espectáculo les pareció inspirador, una declaración política emocionante, una demostración de orgullo puertorriqueño y también de lo que puede hacer el cuerpo de una mujer, dada la combinación adecuada de genética, esfuerzo, disciplina y dinero. Las llamaremos mujeres que mueven el trasero.

Lo que le dio a esta versión del debate un sabor especial fue la edad de la protagonista. Si en algo estuvieron de acuerdo las conservadoras persignadas y las que mueven el trasero, es que Jennifer Lopez se ve asombrosa. A sus 50 años, es una fuerza de la naturaleza; cuando una mujer se ve así de bien a su edad es como si la evolución hubiera dado un pasito hacia delante solo para ella. “¡No puedo creer que tenga 50 años y luzca tan bien!”, decían las mujeres. Eso rápidamente se convirtió en otra frase: “¡No puedo creer que tengo 50 y me veo así de mal!”

Algunos miembros de mi comunidad de redes sociales estaban asombrados. Otras -incluida yo- nos sentimos personalmente juzgadas por ese trasero. Soy unos cuantos meses más joven que J. Lo y, cada cumpleaños, me he preguntado si ese será el año en que todo termine. Claro que hay un umbral; un punto al que llegaremos en el que desaparezca el letrero de “debes ser así de sexy para participar” en el parque de atracciones y entonces todos podremos subirnos a la montaña rusa (al lado de los hombres regordetes, calvos, canosos y panzones que se han subido ahí desde siempre).

Me había imaginado que los 50 serían la edad en la que todo eso se terminaría. Habría dejado de teñirme el cabello y habría donado mis tacones altos; recibiría al vello facial en la barbilla con la tranquilidad de un maestro budista y trataría a mi cuerpo como un lugar en el que podía existir sin disculparme.

Siempre he tratado de convencerme de que los cuerpos de las celebridades son como galerías de arte. Puedo apreciar la inspiración que provoca su belleza. Puedo reconocer el tiempo y el dinero que requiere su creación. Pero puedo irme a casa, segura de saber que nadie espera que mi sala luzca así.

Pero después vi el meme que circuló el lunes. “Las mujeres de 50 años en 1985”, decía un costado, con una imagen de Rue McClanahan de Golden Girls, con el cabello esponjado y un suéter pasado de moda, todo muy apropiado para su edad. Del otro lado decía: “Las mujeres de 50 años en 2020”, con Jennifer Lopez vestida con un traje color plata, con esos muslos musculosos que se aferraban a un tubo, el cabello dorado que caía perfectamente y la piel bronceada y brillante que lucía imposiblemente… imposible. Si debido a un giro cruel del tiempo ahora Blanche Devereaux se encuentra del lado negativo de la sensualidad, supongo que ya ni debemos hablar de Dorothy Zbornak. Y ¡Dorothy había sido mi modelo a seguir todo este tiempo!

Creo que la respuesta es ver ese tipo de presentaciones como un hombre. Las mujeres ven un espectáculo de 15 minutos y, en algunos casos, terminan sintiéndose mal consigo mismas. Mientras tanto, los hombres ven un partido de tres horas, en el que juegan atletas de élite sin nada de grasa en el cuerpo, y la mayoría no siente la más mínima punzada de inseguridad. Las mujeres vemos la inspiración o las metas que no hemos podido alcanzar, o un modelo hermoso con el cual atormentarnos.

Así que, queridas colegas de la generación X, si quieren ser como J. Lo, muchas felicidades. Si quieren ser como Blanche, séanlo. Pero si su modelo siempre ha sido más bien Bea Arthur, vengan a sentarse aquí atrás conmigo, con sus túnicas de Eileen Fisher y los nuevos anteojos bifocales que aún no dominan. Esperaremos a que todos se vayan a casa y bailaremos como si nadie nos estuviera viendo.

* The New York Times

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