Asesores de imagen: los consultan desde famosos y políticos hasta ciudadanos comunes; quiénes son en Uruguay y qué hacen

Las mujeres son las que más los consultan, pero también se acercan hombres y crecen los políticos en época electoral. ¿Qué servicios brindan y cómo trabajan? Domingo habló con algunos de los más conocidos hoy en día.

Asesores de imagen
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Muchos recordarán el programa de TV Atrévase a soñar que conducía Berugo Carámbula en los 80 y que terminaba con un completo cambio de look de la ganadora del día. En los años 90, con la llegada del cable comenzaron a multiplicarse los realities de moda, varios de los cuales proponían cambios totales de estilo. Hoy en día, en que mandan las redes sociales, es posible encontrar ofertas de todo tipo y color para mejorar nuestro aspecto o modificar nuestra actitud frente a la vida.

En algunas de esas situaciones habrán participado profesionales en la materia, en otras quizás se haya apelado a gente con ideas o experiencia sobre lo qué hacer, formada o no formada especialmente para la tarea. Lo cierto es que el asesor de imagen —como lo llamamos hoy en día— existe desde hace muchos años (ver recuadro), pero aún así es mucha la gente que no sabe qué es concretamente lo que hace y hasta a veces suele confundirlo con quienes son solo influencers.

Para despejar dudas, Domingo conversó con algunos de los más conocidos actualmente entre los uruguayos, exponentes de casos bien distintos.

La pionera

“¿Quién me va a pagar a mí por decirle qué ponerse?”, fue la pregunta que se hizo Debbie Goldfarb (54 años) cuando una amiga argentina le sugirió formarse como asesora de imagen. “Ella había hecho el curso para aprender a vestirse y me dijo que mientras lo hacía me veía a mí dedicándome a eso. Yo me le reí en la cara porque no sabía que existía ese mundo”, cuenta a Domingo.

Goldfarb siempre se había sentido atraída por el mundo de la moda debido a que su familia estaba vinculada al rubro textil, tenía fábrica de ropa. “Nací tocando telas”, dice.

Cuando tuvo la edad para decidir qué estudiar, no existía la carrera de Diseño de Modas y optó por la sociología. Luego apareció la Escuela de Peter Hamers y decidió inscribirse porque ya estaba pasada de edad para entrar a la carrera de diseño que comenzó a dictarse en Uruguay con respaldo de la Embajada de Italia.

Pero no se sentía feliz ni como socióloga ni como diseñadora. Entonces le hizo caso a su amiga, contactó a la profesora que le había enseñado a ella en Buenos Aires —Mariel Gutiérrez— y se formó con la argentina. “Así fue como arranqué con esto hace 17 años”, señala.

Como fue una de las primeras en Uruguay todo le costó mucho más porque al principio nadie la tomaba en serio. A pesar de ello, venció el miedo que tantas veces la había paralizado en la vida y no descansó hasta lograr un sí. Recuerda especialmente que fueron dos los sí determinantes: el que recibió de Inés Morracos para que se ocupara de los lentes de sol que ella vendía a las ópticas —“no me voy a olvidar más: me dio 1.500 pesos y para mí fue una fortuna porque pagaba todas las fotocopias de los talleres que daba”, dice Debbie— y el que le dio Nova Accesorios. “Sus primeros dueños me daban contenido y accesorios para mostrar”, acota.

Añade que otra persona que la ayudó mucho fue Magdalena Díaz, desde su cargo de CEO de un importante grupo empresarial. “Me convocaba para que diera charlas de imagen. Me acuerdo que di para Elizaberth Arden, Marc Jacobs, Michael Kors... las marcas de moda en ese momento”, apunta.

Goldfarb asegura que se tomó el último tren que le correspondía, que era eso o nada. “No me arrepiento, creo que di el puntapié para que un montón de personas tuvieran esta misma posibilidad. Creo que un año después abrió Garbo Imagen y empezaron a surgir un montón de colegas”, comenta quien hoy se define como “una marca”. “De hecho, soy marca registrada”, aclara.

Actualmente se dedica a realizar asesoramientos personalizados. Cuenta que la buscan para hacer cambios de imagen absolutos, ya sea porque no se sienten cómodos con la imagen actual o porque lo necesitan para una tarea puntual sea empresarial, gubernamental, política o de la vida misma.

En los últimos años se especializó en color aplicando un nuevo sistema creado por Brenda Franz en 2006 y que ella representa en Uruguay. “Me dedico mucho a que la gente encuentre su mejor color de cabello”, comenta.

Además, continúa dictando talleres. Trabaja como personal shopper (acompaña a la gente a comprar lo necesario para su look), enseña a hacer “valijas inteligentes”, arma estilismos según lo que encuentra en los armarios y realiza mentorías para dueños de empresas o empleados que quieren herramientas para dar un mejor servicio al cliente.

Se maneja con redes sociales y en breve va a instrumentar el servicio de newsletter. “Yo me encargo de todo y tengo una persona en el exterior que me ayuda con determinadas cosas”, explica.

Goldfarb prefiere llamarse consultora antes que asesora de imagen. “El concepto de asesor de imagen está muy prostituido. Hay gente que da cursos en dos o tres días y te dice que con eso está, que ya podés salir a trabajar, y no alcanza con decirte qué pollera ponerte según la forma de tu cuerpo. Es un trabajo que se presta mucho para el chamullo y eso me molesta, por eso quiero diferenciarme. Creo que somos pocos en este país los colegas que realmente nos formamos en el tema. Hay muy buenos en el mercado a los cuales respeto y admiro. Son los menos, pero los hay”, concluye.

Debbie Goldfarb.
Foto: Gabriela Roullier.

El “historiador”

¿Cada cuánto lavar un jean y cómo colgarlo? ¿Por qué se les llama mocasines a ciertos calzados? ¿Cuál es la historia de los championes Converse? Esas son algunas de las dudas que Leonardo Hernández (51 años) aborda en sus redes sociales bajo el nombre @polloher73 (Instagram con más de 30.000 seguidores, Tik Tok con más de 136.000. Facebook: Leo Hernández).

Si bien hace muchos años que Leo trabaja en el rubro vestimenta, su condición de influencer y asesor de moda explotó hace un par de años. Ocurrió que en medio de la pandemia recibió en un solo día todo el pedido de mercadería que debía llegarle en el correr del año. Eran épocas difíciles en las que cuando se abrían los puertos de China aprovechaban para enviar todo lo que tenían.

“Ante esa situación límite grabé un video contando la historia de esa marca. El video se hizo viral y utilicé esa herramienta para empezar a crear contenido para poder vender más. Me convertí en influencer porque la gente, las agencias de publicidad, las agencias de marketing me empezaron a contactar. Lo mismo pasó con gente del espectáculo y de la política”, cuenta quien hoy brinda sus servicios a famosos como Ronnie Arias o el dúo de músicos Spuntone & Mendaro, entre muchos otros.

“A los políticos no los puedo nombrar porque me piden reserva”, apunta al tiempo que agrega que lo han llamado de los dos sectores políticos mayoritarios del país.

Leo está al frente de la tienda familiar multimarca Los buenos amigos, ubicada en la ciudad de Libertad (San José) desde hace 84 años. La creó su abuelo, trabajó su padre y ahora se ocupa él. Además, creó junto a su esposa la marca de indumentaria Grosera. Piensa que con el tiempo va a tener que comenzar a delegar su rol de comerciante porque el comunicador le absorbe cada día más horas.

“Considero que la vestimenta es una herramienta fabulosa de comunicación”, remarca en diálogo con Domingo. Admite que no tiene formación en asesor de imagen, que todo lo fue incorporando naturalmente desde niño porque le apasiona la historia de la moda. Sí realizó el curso de Escaparates y Vidrieras y como vidrierista trabajó mucho desde los 16 años, recorriendo todo el Uruguay.

Actualmente también brinda charlas para empresas, entre las que se incluyen cursos para los jóvenes que empiezan a trabajar en el mostrador. “Es muy difícil vender algo sin saber qué es lo que se está vendiendo. Saber la historia de las cosas es un valor agregado tanto para el que vende como para el que compra”, sostiene.

Su crecimiento como comunicador ha hecho que esté siendo convocado por los canales de televisión no solo del Uruguay, sino también de Chile o de Argentina. Incluso tiene su propia columna en el programa radial Pueblo fantasma de FM Del Sol y en el programa de TV La aldea en TV Ciudad. A eso le suma unos post en la web de Océano FM que se llaman Mensajes en una botella.

“Para mí la única forma de entender la moda es verla como algo democrático. Nunca estuve de acuerdo con que se comunique moda para una elite como se ha hecho históricamente. Creo que las redes sociales han ayudado a que la moda llegue a todo el mundo, a todas las clases sociales y sea más terrenal. Eso la hace más rica aún”, asegura Leo sobre lo que cree que explica el secreto de su éxito. “Yo comunico moda de la forma más llana y democrática que puedo y hablo de moda en todos lados. Creo que ahí está la clave”, sentencia.

Leonardo Hernández.
Foto: Darwin Borrelli.

Del Interior

Carolina Guglielmone (37 años) es una profesora de inglés de Salto que en pandemia, un poco sobrepasada por el estrés que provoca dar clases, decidió replantearse qué hacer con su vida. Se dio cuenta de lo mucho que le gustaba salir de compras o aconsejar a familiares y amigos sobre qué ponerse, entonces resolvió comenzar a tomar todos los cursos online que pudiera referidos al tema.

En 2022 tomó la decisión de hacer el curso de asesora de imagen de Natalia G. Fagian, el mismo año en que en su Salto natal se instaló como Caro Asesora. Se abrió redes sociales (Instagram fundamentalmente) y comenzó a divulgar lo que hacía.

“El boca a boca fue lo que me reayudó”, cuenta a Domingo al tiempo que remarca lo complicado que ha sido entrar en “la cabeza del Interior”. “Piensan que un asesor de imagen es para el político o para el famoso, entonces no te contratan o te preguntan con miedo por el tema precios, piensan que es muy caro”, señala y aclara que no cobra ni la mitad de lo que se cobra en Montevideo. “Cuesta mucho que las tiendas te apoyen”, se lamenta.

Otra gran diferencia que nota entre la capital y Salto es lo poco que arriesgan las mujeres del Interior a la hora de vestirse. “Acá es un jean, una camisita o un bucito y que sea de color medio oscuro, que no llame mucho la atención. Me cuesta convencerlas de que se animen, pero después se copan. Creo que vamos por buen camino”, asegura.

Caro ofrece lo que llama un “combo integral”. “Hago la colorimetría; el visagismo, que es ver todo lo que va con tu cara, y de silueta también. Lo ofrezco por separado o todo junto”, explica.

Comenta que la mayoría de las mujeres guarda ropa con etiquetas, es decir que nunca usó. “Entonces me descubren y quedan fascinadas porque me dicen: ‘¡No puedo creer las combinaciones que me hiciste!’. Como que les doy las razones, entienden y empiezan a comprar en forma inteligente”, destaca.

En general sus clientas son mujeres. Ha conocido hombres a los que les interesa saber del tema y le hacen preguntas, pero no llegan al paso de contratarla. Tampoco los políticos, al menos por ahora.

Le sorprende que haya conquistado un rango de mujeres de entre 25 y 40 años; Caro pensó que se le iban a acercar las más adultas. “Me llama la atención que las más jóvenes están muy perdidas en cuanto al estilo, qué ponerse, los colores…”, observa. En tanto las más grandes tienen el armario lleno, pero no usan nada. “Siempre andan con tres cosas, todos los días igual”, dice quien viste a dos periodistas que trabajan en el Canal 4 de Salto, una en el informativo y otra en un programa nocturno junto a dos hombres. “A ellos les tiro piques para que queden en composé”, apunta.

Lo que le gusta de su actividad es que detrás de cada clienta hay una historia. Recuerda especialmente dos. “Una fue una madre que se había dedicado mucho a sus tres hijos y que sentía que su matrimonio se iba a pique. Entonces quería sentirse atractiva y cambiar su imagen. La otra fue una señora bastante más grande que había estado fulltime cuidando a su mamá con cáncer y andaba siempre vestida con un jean ancho, un buzo y listo. Con ella hicimos un cambio total”, rememora.

Los resultados están en la gran cantidad de mensajes de agradecimiento que le llegan. “Son halagos que me llenan el alma”, destaca. Agrega que a todas sus clientas les hace un seguimiento y ver que la vuelven a contratar le demuestra que está haciendo las cosas bien.

“Gran parte de la sociedad de Salto es muy selectiva, si no sos ‘hijo de…’ o no pertenecés a una familia adinerada directamente te ignoran. La gente que me contrata es gente como yo, gente común que se da cuenta de que hago el trabajo con el corazón y le pongo todo”, expresa quien espera en un futuro no muy lejano poder vivir de la asesoría de imagen, aunque sin dejar de enseñar inglés. “El profesorado es mi vocación, pero mi pasión es ser asesora de imagen”, cierra.

Carolina Guglielmone.

Ana Rita Torres.

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