Los padres de Raisa -Arra Hué por su nombreindígena y artístico- se separaron cuando ella era niña y encontró en la poesía la manera de vincularse con su padre escritor. Si bien él la visitaba, cuando aparecía en ella la necesidad de escucharlo, recurría a libros de su autoría que habitaban la biblioteca familiar. En esos versos descubrió el dolor que su padre sintió, y no expresaba, por la pérdida de un hijo.
Esa conexión especial, sumada a la genética, la animaron a probar su pluma con apenas 8 años. Hoy dice estar atravesada por el arte y sentir la vida como una gran poética.
Nació en Brasil, es nieta de uruguayos, tiene un hijo uruguayo, hace ocho años que decidió armar su vida aquí y dos que se enteró de su origen indígena.
Del 12 al 15 de octubre viajará a Río de Janeiro para representar a Uruguay en el Campeonato Mundial de Poesía y será la única indígena entre los 40 artistas que participarán del torneo.
“Es una victoria que haya una mujer indígena. Está esa consciencia de que si estoy yo estamos todos porque estoy abriendo camino para que vengan conmigo. No lo siento como una responsabilidad sino como parte de una misión y me honra”, asegura quien nunca hizo un curso de español sino que aprendió el idioma a través de la lectura.
De niña tomó clases de danza y quizás por ese motivo siente que cada verso y palabra que escribe le nace desde las entrañas.
“No creo desde el lugar de ‘me siento a escribir’, sino que voy por la calle y siento como un proceso de canalización donde algo me atraviesa”, cuenta sobre el germen de sus poemas.
A los 14 años escribió una autobiografía que jamás publicó, con 18 tuvo una columna en el portal del Santos Fútbol Club donde hacía poesías con metáforas futboleras, y al presente da clases en la escuela de poesía del Teatro Solís.
Ganó varias veces el Slam de Poesía de Montevideo (batallas entre poetas) y llegó al mundial luego de ser una de las 10 clasificadas de América del Sur en el torneo continental Abya Yala.
A Río llevará dos poemas de su autoría (No me verás morir y Recién parida) traducidos al español, portugués, charrúa y chaná, que refieren a su ancestralidad indígena.
“Escribo para hacer justicia porque la poesía permite hacer justicia poética: puedo crear el mundo que quiero y la libertad que quiera”, reflexiona la artista.
Hace dos años descubrió que tiene sangre charrúa y en ese proceso de retomar la identidad indígena se bautizó Arra Hué, que en charrúa significa regalar o multiplicar el agua. Eligió el nombre porque conecta con el agua como metáfora de vida, por su constante cambio y movimiento. La descendencia charrúa era un secreto de su familia paterna y, aun sin saberlo, estaba presente en su día a día: siempre le gustó andar descalza y de niña usaba plumas en las orejas. Hace tres años brotó de su interior la necesidad de poner en versos un sentir y “parió” un texto que dice: “Como si el Río de la Plata fuera pueblo indígena recibiendo la masacre necesaria para la historia; era mío el cuerpo perdido y no observado y ya mezclado con la herencia de este mestizaje imparable...” En ese entonces desconocía su origen, pero cuando su familia lo confirmó hubo un antes y un después: “Cuando me entero de que la bisabuela de mi abuela era indígena pura regreso a mis poemas y lloro. Me miro al espejo y entiendo por qué siempre ando descalza. Hay un quiebre porque todo cobra sentido”, dice. Y añade que la militancia se volvió inevitable porque empezó a escribir desde su sentir hacia el mundo.