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Campañas electorales

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El año electoral tiene varias etapas de características distintas. Las elecciones internas de junio, a diferencia de las nacionales de octubre y de noviembre, no son obligatorias. El universo de votantes es por tanto más politizado, más identitario y más partidario que el promedio. Históricamente, ha estado en el entorno del 40% del total. Y hay características distintas entre los partidos: los que más votan relativamente en las internas son los blancos, por ejemplo. En todos los casos, importa mucho el discurso emotivo y de identidad que convenza a los propios acerca de quién es el mejor para llevar la bandera del partido y conducirlo a la victoria.

En este sentido hay una incógnita bien atrayente para este invierno en el Frente Amplio (FA). Se enfrentan los dos aparatos más importantes: los tupamaros con Orsi y los comunistas con Cosse. ¿Cuánto peso efectivo tendrán cada uno de ellos en el convencimiento del mano a mano de la militancia? ¿Es verdad que corre con gran ventaja Cosse en junio, al disponer los comunistas de decenas de miles de datos de ciudadanos afines a posiciones de izquierda que habrán firmado por la campaña del plebiscito contra la reforma de la seguridad social a ser presentada en abril? Si la polarización ya está instalada: ¿cuándo y en favor de quién bajarían sus candidaturas Bergara y Lima?

En los blancos hubo este verano una contundente campaña desde el equipo de Delgado con el objetivo de instalar la idea de que la interna está resuelta en su favor. Por un lado, estuvo la presentación de su amplísima estructura de sectores y dirigentes. Por otro lado, el candidato confrontó ya con posiciones del FA, como si la etapa de junio estuviera laudada. Se adelantó así a un debate más propio de la elección de octubre, que fue legitimado, además, por el discurso procentrista y siempre afecto a los pases laterales de media cancha delimitados por las sombras del muro de yerba del comité, del politólogo Garcé.

Teniendo en cuenta que la precandidata Raffo también tiene estructura partidaria desplegada en todo el país, que ningún resultado de encuesta de fin de 2023 dio por cerrada la competencia, y que tanto en 2009 como en 2014 el que iba segundo en diciembre terminó ganando la interna, ¿será que, como explicaba Batlle y Ordóñez, el que se precipita, se precipita, al actuar como si esta etapa interna fuera un simple trámite que se resuelve jugando de memoria y apoyado sobre los numerosos barones partidarios?

La interna colorada en este sentido es la más interesante. No hay allí peso de estructura militante que incline la balanza decididamente en favor de alguno de los seis precandidatos. Con una especie de empujón que la obliga a modernizarse, esta interna se jugará entonces por los canales de socialización política no tradicionales, esos que no dependen para nada de influencias de caudillos o estructuras dirigenciales y que pueden resultar decisivos: fue el caso rutilante de la campaña de Milei hace unos meses. El escenario abierto de contacto forjado en redes sociales entre candidatos y ciudadanos abre pues una perspectiva hoy impredecible sobre el resultado de una elección en la que alcanzaría con recibir 40.000 votos para ganar.

Arrancan las campañas electorales. Uruguay define.

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