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Décima de Numa Moraes

De muchacho a muchacho y El mundo de nosotros son los discos que integran su última antología con temas de 1968 a 1973

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Por: Ximena Aleman

Una mañana despejada y una calle tranquila en Paso Molino. Una casa con jardín y un fondo con hibiscos. Una doña que atiende las visitas sin pereza y ofrece scones de queso: la vida de Numa Moraes exhala la tranquilidad del pago.

El camino es de vuelta. No a su Tacuarembó natal, desde donde se fue hace 39 años a grabar un disco, a Buenos Aires, a no volver, a estar exiliado. Es de vuelta en el tiempo, porque su último disco es una antología de sus tres primeros trabajos y para grabarlo Numa Moraes tuvo que hacer memoria.

El resultado es un disco doble hasta en el título: De muchacho a muchacho y El mundo de nosotros repasa los primeros temas de este trovador uruguayo, desde 1968 a 1973.

II) "La idea fue de Mauricio Ubal", relata Moraes. "Me encontró en la radio y me propuso hacer un disco con los primeros temas. Y me encantó la idea. Pero cantar esas canciones después de 40 o más años era una apuesta. Algunas las seguí cantando, como La patria compañero pero otras no, y son difíciles. Casi todo el disco está grabado guitarra y canto al mismo tiempo. En algunas canciones, para ahorrar, grabé la guitarra primero y después el canto, pero con otras no pude, como Nenena. No puedo cantarla separado, no hay forma. Lo probé, pero imposible. Están como pegados la música y el canto. La idea era grabar un disco, pero cuando quisimos acordar teníamos 20 canciones. Y se me ocurrió agregar algunas que en la época en que surgieron no pudieron ser grabadas como De muchacho a muchacho, que iba a ser el nombre del segundo disco. Y agregué El gigante de ojos azules, que es un canción que me siguen pidiendo pero que nunca había grabado. Estaba en un librito que me llegó en el ´70. Es un hermoso poema, muy simbólico."

III) Era un tipo imponente y cuando, atrás del escenario, Numa lo felicitó, el otro le dijo "Gracias, pibe" y le dio unas palmadas en la cabeza. Esas palmadas, según afirma, sellaron la estatura de Numa. Algo que Jorge Cafrune nunca supo. Alan Gómez fue a tocar a su escuela y su música le encantó, por eso él ahora también visita escuelas "porque nunca sabés qué pibe te está mirando". Y cuando Daniel Viglietti dio un concierto en la ciudad lo dejó tan impresionado que salió peinándose como él y quiso aprender a tocar la guitarra sentado. Pero el gusto por la guitarra tuvo otro artífice.

IV) "Siempre fue la guitarra. Al comienzo, cuando empecé en el Conservatorio Municipal a los ocho años, estudié bandoneón con René Marini Rivero, pero después a mi padre lo trasladaron a San Gregorio y ahí se terminaron los profesores. En San Gregorio empecé a cantar. Lo que pasó fue que mi tío Brígido era genial guitarrista. Cuando volví a Tacuarembó escuché aquello. Tocaba la serenata de Schubert en la guitarra. Me hablaba de Carlevaro, de Segovia. Tocaba Viene clareando de Yupanqui y cosas de Abel Fleury con un sonido maravilloso. Y yo dije: quiero eso. Él influyó sobre mi padre para que me pusieran a estudiar con un buen profesor. Y empecé con Domingo Alvarengay, que era un poco mayor que yo, pero que venía a Montevideo y fue fundamental. Fue muy importante mi tío. Él se escondía para tocar, siempre se había escondido. Había estudiado música en el campo solo y podía hasta leer partituras. Era maravilloso."

V) No asombra que los primeros poemas que musicalizó Numa hayan sido para homenajear a Washington Benavides. En ese momento Moraes sabía de la existencia del escritor tacuaremboense sólo por el librito Las Milongas. Y andaba por el patio del liceo buscando a aquel poeta que también era profesor de literatura. Era 1966. Entonces Benavides recibió el Premio Nacional de Poesía y a Numa le pidieron que cantara algo en el homenaje. Él, por pura intuición, para mostrar algo distinto, musicalizó los poemas de un amigo de su padre, el comisario del pueblo, Joaquín Almada. A Bocha, como le dice a Benavides 45 años después, le llamó la atención y lo invitó a su casa. Tenía 16 años y armaron la chamarrita…

VI) "…Y armamos la Chamarrita a lo verde y me mostró a Juan Cunha y empezó el trabajo continuo. Hay cantidad de canciones que nunca se grabaron. Es fabuloso lo de Bocha ¡Si en cada lugar hubiera un Bocha! Sin aspavientos, sin decir "vengan que cantamos mis canciones." Me dio a conocer a Alfonso Reyes, a César Vallejo. Él llegaba con un librito abajo del brazo, no tenía nada planificado y se daba… Se hacía un silencio y una atención. Aparentemente no tenía nada planificado. Lograba una cosa con los alumnos, era imposible no ponerle atención. Benavides te marcaba con eso. Me dio Nocturno a rosario y Las golondrinas de Bécquer. Y los poetas de Tacuarembó: Circe Maia y Walter Ortiz Ayala. Era gente muy querida, muy amigos de Benavides. En casa de Bocha, escuchábamos de todo. Dylan, los Beatles, Yupanqui. Nos juntábamos y Bocha nos traducía los textos de Simon y Garfunkel, maravillosos. Escuchábamos Los Rolling; pero de pronto yo escuché por primera vez música trovadoresca. La falta de esquemas era fundamental."

VII) A veces los hechos se precipitan con la certeza de que la fortuna está escrita. Entonces las casualidades adquieren el estatuto de destino. Benavides tenía un cuñado que conocía a Los Olimareños. Los Olimareños fueron a tocar a Tacuarembó y pasaron por lo de Benavides. Numa los conoció y cantó con ellos en el estadio de la ciudad. Ellos lo invitaron a tocar en De cojinillo, una vinería que habían abierto en Montevideo. Numa vino a Montevideo, a cantar en la Feria del Libro y pasó por De cojinillo. Y aunque llegó temprano y no había nadie; y aunque el sereno lo destrató y le advirtió que allí no tocaba cualquiera; y aunque cuando volvió más tarde esa misma noche no llevó la guitarra, Numa tocó. Y aunque tenía 17 años y vivía en Tacuarembó, esa noche consiguió su primer toque en Montevideo. Poco después grabó su primer disco Del amor, del pago, del hombre/la alarma.

VIII) "Lo grabé en un día, en poquitas horas. No era como ahora, que de pronto grabás mismo en Tacuarembó. Allá no había posibilidades y tenías que venir a Montevideo. Benavides le escribió a Firpo, el dueño del sello América hoy. El disco demoraba mucho en estar pronto, había que hacerlo en Buenos Aires. Lo grabé en 1968, y demoró casi un año. Yo iba al liceo todavía. Lo escuchamos en la clase. Un disco era una cosa insólita y más cantando Las golondrinas de Bécquer, eso es culpa de Benavides que armó el disco. Nunca me olvidaré que en Fray Bentos fui a cantarla y me olvidé de la letra y él me quería matar. La carátula era de Alamón. Con Alamón y con Salgueiro hacíamos unas jornadas. Alamón exponía las pinturas, salgueiro era vendedor de libros, Benavides hablaba de literatura y yo cantaba. Esas jornadas eran increíbles. Parecía un circo.

IX) A Numa le gusta imitar. Cuenta que Enrique Estrázulas fue su representante más por mandato de Zitarrosa, que con su voz grave le había decretado: "¡Vos tenés que representar a Numita!", que por voluntad propia. También imita al gerente del Palacio de la música en 1970, el Sr. Alfredo Aviotti. Al Sr. Aviotti no le gustaba como Numa cantaba y él lo imita entre carcajadas. "Yo no sé porque este Numa vende tantos discos. Canta como el culo. Toca bien la guitarra, eso sí. Pero canta como el culo." El disco, el segundo de Numa, se iba a llamar De muchacho a muchacho, como una de las canciones que lo integraba, compuesta por Washington Benavides. Pero un verso decía "tras sus metralletas" y Aviotti, que quería que ese fuera el título del disco, decía: "¡Pero esto! ¡Ese señor Benavides no podrá cambiar eso y poner motonetas!" Al final el gerente no se animó a pone la canción. Por eso De muchacho a muchacho se edita por primera vez en esta antología y le da nombre a uno de los discos.

A Benavides Numa nunca lo imita.

X) "Nunca me animé. Escribí dos canciones y estuve como dos años para llevárselas a Benavides. Temblaba cuando se las di. Como que soy muy tímido, o muy autocrítico. Después de cantar cosas de Benavides, de Miguel Hernández, y yo que sé… No es tan fácil. A mí no me sale. Tengo buenas ideas pero no las sé poner en palabras. Cuando yo leo un poema ya lo leo cantando, es natural, sale la música. Si el poema tiene ritmo y está bien escrito, es mucho más natural que escribir. Otra gente escribe maravilloso y es natural. Al no haber empezado como gurí... y como tengo a Bocha que escribe".

"La idea era grabar un disco pero cuando quisimos acordar teníamos 20 canciones"

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