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Una autopsia erudita

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Hugo Burel

UN FANTASMA recorre Europa: el fantasma del capitalismo moribundo y en permanentes crisis. Esa es, parafraseando el comienzo del Manifiesto Comunista, la afirmación que muchos analistas económicos y políticos hacen a la luz del descalabro económico, primero de Estados Unidos en 2008 y luego de Europa en este 2011 que todavía no termina. Como corolario se puede reflexionar: ¿Marx y el marxismo siguen vigentes?

Tal es lo que, entre otras cuestiones, se plantea el historiador británico Eric Hobsbawm en Cómo cambiar el mundo, su último libro publicado, una extensa reseña histórica a propósito del pensamiento y la ideología que, desde mediados del siglo XIX, se presentó como una alternativa al modelo capitalista de la Europa de entonces y como camino de liberación de las masas proletarias a partir de la implementación del comunismo. No en vano la obra se inicia con un capítulo titulado "Marx hoy" y el propio autor pretende que su minucioso estudio "pueda servir a los lectores para reflexionar acerca de lo que va a ser su futuro, y el de la humanidad, en el siglo XXI".

Marxista británico. Tal expresión de deseo de un autor nonagenario y marxista, nacido en Alejandría unos meses antes que la Revolución de Octubre instalara a Lenin en el poder, indica desde el inicio una mirada reivindicativa de su objeto de estudio. Hobsbawm creció en Viena y Berlín y fue educado en el Prinz-Heinrich-Gymnasium de la capital alemana, en el St. Marylebone Grammar School (ahora desparecido) y en el King`s College de Cambridge, donde se doctoró en la Fabian Society. Formó parte de una sociedad secreta de la élite intelectual llamada los Apóstoles de Cambridge. En 1947, obtuvo una plaza de profesor de Historia en el Birkbeck College, de la Universidad de Londres. Fue profesor visitante en Stanford en los años `60. En 1978 ingresó a la Academia Británica. Se retiró en 1982, pero continuó como profesor visitante en The New School for Social Research en Manhattan hasta 1997.

Actualmente es profesor emérito del departamento de ciencias políticas de The New School for Social Research y una de las eminencias vivientes sobre historia contemporánea, en especial del siglo XX. A Eric Hobsbawm se le define a menudo como "historiador marxista", aunque otros lo consideran, de modo más preciso, un historiador notable que ha encontrado en Marx mayor inspiración que en ninguna otra fuente.

La premisa del cambio. "Hasta ahora, los filósofos han tratado de comprender el mundo; de lo que se trata, sin embargo, es de cambiarlo". La célebre frase de Marx proponía sencillamente que la prueba de la validez de las ideas reside en su capacidad de transformar el mundo. Esta exigencia puede entenderse retrospectivamente como expresión de una tensión que discurría a lo largo de toda la obra de Marx. A partir de ello se desarrolló y aún se desarrolla un corpus ideológicamente rico a partir de la premisa del cambio, pero tanto adeptos como críticos tienden a coincidir en que la posición e importancia de estas ideas ha de evaluarse por referencia a su validez a la hora de transformar el mundo. A los adeptos les gusta decir que la cuestión aún está pendiente y hasta llegan a reconocer su fracaso; los críticos detallan los millones de víctimas del stalinismo o el derrumbe del mundo socialista frente a la eficacia y prosperidad sin paralelo (para algunos) del capitalismo.

La publicación de Cómo cambiar el mundo pretende poner las cosas en su lugar y no de manera apresurada: se trata del decimosexto libro de Hobsbawm y se edita a sus 94 años de edad. El libro se compone en buena parte de materiales anteriormente publicados, y otros inéditos.

Minucioso y lento. La obra se divide en dos partes. La primera contiene estudios diversos de aspectos del pensamiento de Marx y Engels, que van desde una introducción relativamente liviana sobre las condiciones de la clase obrera en Inglaterra, a cargo de Engels, a una densa explicación del pensamiento de Marx acerca de las formaciones precapitalistas en la obra inacabada conocida como Grundrisse. La segunda parte, la más interesante para el lector contemporáneo, ofrece una visión de conjunto de la suerte del marxismo en los (casi) 130 años transcurridos desde la muerte de Marx en 1883. No obstante, esa visión parece desconocer estrepitosas caídas y aún afirmar que el liberalismo político y económico, por separado o en combinación, no pueden proporcionar la solución a los problemas del siglo XXI. Ante ese fracaso, Hobsbawm propone que ha llegado la hora de tomarse en serio a Marx, como si su experiencia anterior hubiese sido una broma.

En conjunto Cómo cambiar el mundo es un libro minucioso, lento, documentado, a veces exasperante y farragoso y otras juvenilmente entusiasta e indulgente con el objeto que estudia, en especial con los errores de cálculo de Marx y Engels, que fueron muchos, y también con sus vaguedades que, en cita textual del autor, describe en términos asombrosos: "Al negarse a especular acerca de los detalles de la futura sociedad socialista y sus preparativos, o incluso acerca de los detalles del período transicional posterior a la revolución, (Marx y Engels) dejaron a sus sucesores tan solo unos pocos principios generales con los que hacerles frente. Así pues, no facilitaron ninguna guía concreta de uso práctico sobre problemas tales como la naturaleza de la socialización de la economía o las disposiciones para planificarla."

Marx hoy. Desde sus comienzos a principios de la década de 1840, el marxismo se ha visto sujeto a arrebatos de especulación apresurada. Marx y Engels se convencieron repetidamente (y persuadieron a algunos otros) de que se acercaba el fin de la sociedad burguesa, y desde la muerte de Marx ha habido periódicos anuncios de la "crisis del capitalismo". En una frase brillante, Hobsbawm afirma que, con la caída de la Unión Soviética, "el capitalismo había perdido su memento mori". Pero al mismo tiempo señala: "quienes se atenían a la esperanza socialista original de una sociedad erigida en nombre de la cooperación, en lugar de la competencia, hubieron de replegarse a la especulación y la teoría".

Leído el libro es posible concluir que el marxismo, pese a la famosa proclamación de su fundador, ha contribuido siempre más a entender el mundo que a cambiarlo. Y Hobsbawm ha hecho más que la mayoría para promover esa comprensión. En tal sentido, el plan que desarrolla el autor es de una erudición que por momentos agobia y dispara líneas hacia temas que van entrelazándose y combinando el análisis histórico con el político. En ese aspecto el decurso de la lectura se hace arduo y con un dejo de fatiga. O por momentos el texto se asemeja a una especie de autopsia erudita, en la cual se pondera el estado de los órganos, la calidad de los tejidos y el formidable esqueleto del occiso. La reflexión del autor de que ha llegado de nuevo el tiempo de tomarse a Marx en serio no se pone en duda, a juzgar por el esfuerzo que ha realizado este longevo historiador, pero es demasiada seriedad para un lector común.

CÓMO CAMBIAR EL MUNDO, de Eric Hobsbawm. Crítica, 2011. Buenos Aires, 490 págs. Distribuye Planeta.

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