Con la multiplicación de pantallas y producciones, hoy es imposible para cualquier mortal poder ver todo lo que existe en materia de series y miniseries. Por eso, elaborar una lista de “las mejores” resulta totalmente arbitrario y pasible de lógicas críticas.

Seguramente muchos no estén de acuerdo con este Top Ten, agregarían unas, sacarían otras. Se intentó que todos los géneros estuvieran representados, pero sigue quedando mucha cosa afuera. Si esta selección al menos logra que estas ficciones entren en la consideración del lector a la hora de elegir qué ver, habrá valido la pena.

¿Murió Jon Snow (Hit Karington)? El tema aparece en los medios diaria o semanalmente. Y eso que aún falta para que la serie basada en los libros de George R.R. Martin regrese a la pantalla (abril). Lo cierto es que esta historia en la que varias familias pelean por sentarse en el Trono de Hierro viene ganándose con múltiples razones el calificativo de una de las mejores de los últimos tiempos. La producción es imponente en realización, con una fotografía envidiable, rodando en distintas partes del mundo y sacándole jugo a todas. El multitudinario elenco evidencia un casting muy bien hecho para dar con el actor perfecto para cada personaje, generando que varios tengan sus propios fanáticos. Snow es -o era- de los más populares, por eso la atención que genera su ¿muerte? desde que terminó la quinta temporada.

Esta historia de la BBC aterrizó en América Latina (TNT Series) ya con el Globo de Oro de Maggie Gyllenhaal a Actriz de Miniserie bajo el brazo. Y bien merecido que lo tiene porque interpreta de forma impecable a Nessa Stein, millonaria heredera de la fundación israelí creada por su padre, y empeñada en fomentar los avances tecnológicos y educativos en Medio Oriente. Claro que con el conflicto palestino-israelí de fondo, nada será sencillo. El secuestro del hijo de su amiga y ama de llaves llevará a develar un secreto que involucrará además a las centrales de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña. Muy bien narrada y actuada, pasó sin mucha prensa aunque la merecía por calidad y gancho.

Un joven marine americano es asesinado y su esposa violada. El hecho involucra a latinos, negros y blancos, surgiendo el racismo de y hacia todas las direcciones. Destacadas actuaciones de Felicity Huffman, Timothy Hutton y Regina King (ganó el Emmy a Actriz de Reparto) en una serie contada de forma particular, con cortes de cámara que la acercan al documental, y un guión que invita a reflexionar.

La serie sobre la ahora ex agente de la CIA, Carrie Mathison (Claire Danes), recuperó en su quinta temporada mucho de lo que la hizo sorprender y cosechar seguidores desde el inicio. Este año se mudó a Berlín y la historia, siempre con el terrorismo como gran tema, encontró ribetes para atrapar, introducir vueltas de tuerca y ofrecer un capítulo final que dejó más puertas abiertas que ningún otro. Porque vuelve y merece hacerlo.

Una mujer aparece dentro de un bolso en pleno Times Square. Está completamente desnuda y cubierta de tatuajes. A medida que la serie avanza, se descubre que cada tatuaje remite a un caso a resolver que podrá o no tener que ver con descubrir quién es esta mujer que ha perdido la memoria, pero no se ha olvidado de sus habilidades para pelear y usar armas. Original planteo que seduce desde el vamos.

Renunció el Presidente de Estados Unidos y Selina Meyers asumió el cargo más importante del planeta, además de empezar la campaña para la reelección. Un nuevo escenario propicio para que esta parodia política se ría del sistema, retratando con un humor muy filoso a gobernantes, asesores y políticos de todo tipo. Julia Louis-Dreyfus confirma su condición de gran comediante.

Fue el año de la familia Puccio. Su historia fue recreada en el cine, al mismo tiempo que en TV aparecía una serie dirigida por Luis Ortega. Con una detallada puesta en escena de los años 80, muy buena música, y un elenco en el que sobresalieron las enormes actuaciones de Alejandro Awada y el "Chino" Darín, se dio vida a una historia basada en hechos reales que se tomó muchas y sorprendentes libertades creativas, algunas que podían resultar chocantes por lo bizarras. Igual, el cuento central nunca perdió fuerza en un producto de alta factura técnica y gran guión.

La historia de la dinastía musical Lyon -o El Rey Lear aggiornado- tiene su principal sostén en dos actores magnéticos: Terrence Howard, además un gran músico, y Taraji P. Henson, actriz sumamente versátil. Esta última, nominada al Globo de Oro, se roba gran parte de las escenas de una serie para la que la música es una pata fundamental. Los musicales son muy buenos, sumando el atractivo de contar con importantes músicos invitados. Los tres herederos del hoy separado matrimonio Lyon turnan sus problemas para que cada episodio cuente con su intriga, en la que además hay negocios sucios en la vuelta porque así iniciaron su fortuna Lucious y Cookie, vendiendo droga. Si el público quiere elegir con quién identificarse, no le resultará fácil.

La séptima temporada fue la última para Don Draper y compañía. El conflictuado publicista de los años 60 dijo adiós definitivamente en los años 70, dejando conformes a quienes definieron a Mad Men como una serie de culto. Quizás no fue tan masiva y polémica como otras, pero vista con detenimiento, analizando sus libretos y sus complejos personajes, hay que reconocer que estaba cuidada hasta en los detalles más insignificantes. Ni que hablar de su excelente recreación de época y su estética muy cuidada. 

Jon Hamm, que hasta entonces tenía al comediante por delante del actor serio, probó que puede lucirse en otros roles. Ya ganó un Globo de Oro, que podría no ser el último si el próximo domingo se lleva otro como Mejor Actor de Drama. Mad Men es de esas series que cada año cumplían con su aporte, nunca pasó desapercibida.

Es una de las mejores series brasileñas de las producidas especialmente para HBO. Este año, el psicoterapeuta Carlo Antonini (Emílio De Mello) salió del consultorio para tratar a sus pacientes en el lugar de los hechos. Una modelo transexual, una presa seductora, violencia familiar, exorcismo y sadomasoquismo formaron parte de su heterogéneo menú de consultas, y en ningún caso el especialista emitió un juicio. Es lo bueno que tiene Psi, no juzga sino que muestra una realidad y la pasa por el filtro de su protagonista para que éste preste su ayuda, asistido por su incondicional colega Valentina (Claudia Ohana). Deja pensando.

televisión