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El nuevo motor

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Cada molino de viento cuesta entre cuatro y cinco millones de dólares. Foto: L. Pérez
Represa de Salto Grande con compuertas abiertas por inundaciones y lluvias, foto Luis Perez, corresponsal Salto, Archivo El País, 20091124 D:\Users\npereyra\Desktop\317337.JPG
Archivo El País

En tres años la energía eólica pasó de no tener incidencia en el país a significar la cuarta parte del abastecimiento. Igual, las tarifas por ahora no van a bajar.

Durante el día de ayer la cuarta parte de la energía consumida en el país provino de la generación eólica, una fuente que hasta hace solamente tres años atrás no incidía en el sistema. En los últimos años, bastante en silencio y casi sin darse cuenta, Uruguay logró rediseñar la forma en la cual se abastece de energía y se posicionó entre los países del mundo con mejores indicadores al respecto. Igual, los desafíos siguen siendo variados y complejos.

El proceso se fue dando detrás de ese eslogan tan repetido, pero también tan poco marketinero: "El cambio de la matriz energética". En líneas generales, lo que había detrás de esas palabras era la determinación de poner a un lado la generación en base a combustibles (la famosa central Batlle que tanto lastimaba los bolsillos del Estado en tiempos de sequía), y apostar a las energías renovables, con los molinos de viento como abanderados principales de esa nueva etapa.

Así, y luego de inversiones públicas y privadas por más de US$ 3.000 millones en los equipos de energía eólica, el fortalecimiento de las redes eléctricas y la interconexión con Brasil, UTE prevé que en 2016 el 90% de la energía que se consumirá en Uruguay será producida con recursos renovables. Dentro de ese esquema, se proyecta que el 45% provenga de las fuentes hidroeléctricas (con Salto Grande como protagonista), el 30% sea energía eólica y el 15% de biomasa, relegando tan solo al 10% a la energía en base a combustibles fósiles (luego de que la misma llegara a implicar hasta el 40% de la generación en el país).

Esta semana, la presentación de Uruguay en la cumbre de la ONU sobre cambio climático realizada en París tuvo amplia repercusión internacional. Un artículo del diario británico The Guardian destacó especialmente el salto que el país logró en materia de "energías limpias", y planteó que Uruguay se abastece actualmente de energías renovables en un 95%, aunque los datos de UTE revelan que el proceso será un poco más lento.

Los "gigantes".

Hoy en día hay 25 parques eólicos en Uruguay, aunque 10 de ellos son de menor porte, y también hay otros 15 que ya están autorizados para empezar a ser montados. La cantidad de aerogeneradores que tiene cada parque es muy variable, y en general oscilan entre cinco y 20 molinos por cada establecimiento. Cada molino cuesta entre cuatro y cinco millones de dólares, entre el artefacto en sí y el costo de instalación.

Del total de parques, UTE posee en exclusividad solo tres, mientras que participa en tres más junto con accionistas. El resto son de fondos privados, que en su mayoría pertenecen a empresas extranjeras: hay alemanas, italianas, francesas y estadounidenses. Hay pocos casos de firmas y empresarios locales que inviertan en un parque, por el alto costo que supone. En octubre, 87,5% de la energía eólica en el país fue generada por molinos privados, y el resto aportada por UTE.

A pesar del costo inicial, el negocio eólico es de alta rentabilidad para quien decida invertir en él. Más aún si se tiene en cuenta que en Uruguay, UTE asegura a quien instala un parque de molinos que le comprará toda la energía que produzca por los próximos 20 años.

Según dijo a El País el presidente de la Asociación Uruguaya de Generadores Privados de Energía Eléctrica, Miguel Fraschini, los principales riesgos asociados a un emprendimiento de este tipo son "previos a instalarse. Refieren a diseñar el proyecto, atender la logística, contar con los caminos adecuados, tener las grúas, montarlo y conseguir los permisos de la Dirección de Medio Ambiente. Pero después de eso, no hay riesgos. Las máquinas son buenas y el viento es seguro", opinó.

En promedio, un parque eólico requiere de entre ocho y 10 operarios para el monitoreo de la tecnología y mantenimiento de las instalaciones. Los molinos instalados en Uruguay tienen entre 20 y 30 años de vida útil. En cuanto a la producción, los parques instalados hasta ahora dan una generación máxima de 800 megavatios (con esa potencia se podría abastecer a todo el país en algunos momentos de la madrugada), aunque producen un 40% de esa energía cada mes, debido a la variabilidad del viento.

Los molinos cuentan con controles automáticos que hacen que cuando el viento es bajo —por debajo de los cuatro metros por segundo—, no generen energía. A la vez, si hay mucho viento —valores por encima de los 25 metros por segundo— la máquina voltea sus aspas y no genera más, para no sobreexigirse.

En ajuste.

Mientras los aportes de los molinos que han copado el campo uruguayo y que cada semana se ven maniobrar por el puerto de Montevideo quedan a la vista, tanto los operadores privados como los actores de gobierno afirman que hay desafíos a enfrentar y cuestiones que aún hace falta atender.

"Hay un desafío a mediano y largo plazo en materia de energía eólica y es que los parques que están 20 años bajo un contrato con UTE, estén funcionando de la mejor manera posible, que estén todo el tiempo posible prontos para generar. Y eso depende de cada empresa, eso tiene que ver con gerenciar bien y con realizar un buen mantenimiento", afirmó Fernando Schaich, presidente de la Asociación Uruguaya de Energía Eólica (Audee) y socio-director de la firma SEG Ingeniería.

El ingeniero mencionó, también al analizar los próximos desafíos en la materia, algunas cuestiones vinculadas a la forma en la cual el país se ajusta a estas nuevas modalidades. "Aún hay vacíos legales. Por ejemplo, no está claro quién tiene la prioridad, si la tiene el derecho minero o el derecho eólico. Eso hace que, por ejemplo, en el norte del país esté plagado de predios pedidos para minería y si alguien quiere poner un parque no se sabe quién tiene prioridad", expresó Schaich.

Por su parte, Fraschini dijo que Uruguay tiene que resolver qué pasos sigue cuando tiene exceso de energía, como sucedió en los últimos meses. "En octubre se generó un 50% más de lo que se demandó, pero ese excedente que exportamos no es remunerado razonablemente por Argentina, que paga precios bastante mezquinos y pobres, mientras que a las industrias uruguayas se les cobran precios muchísimo más altos", opinó.

En tanto, Gonzalo Casaravilla, presidente de UTE, dijo a El País que cuando se venden excedentes muy baratos a Argentina es porque hay un acuerdo con ese país, aunque afirmó que ahora, luego de firmar un importante convenio con Brasil en la última semana, el panorama puede cambiar (ver entrevista en esta página).

Por su parte, José Luis Pou, secretario ejecutivo de la Asociación de Grandes Consumidores de Energía, dijo que hace falta facilitar los contratos entre privados para la venta de energía y entendió que es necesario que UTE baje el costo de los "peajes" que cobra por el uso de la red.

¿Y la tarifa?

Al analizar los registros y en cuanto se observa que en los últimos meses se generó más energía de la que se consumió, de inmediato surge la pregunta: ¿qué espera UTE para bajar las tarifas?

El presidente del ente dice que se harán esfuerzos para bajarlas a futuro (sin fecha cierta) y explica que de no ser por el cambio en la matriz, el costo actual tendría que ser hasta 30% superior. En el sector privado, en tanto, consideran que UTE ya podría aplicar una baja.

"Se están empezando a dar las condiciones para bajar las tarifas. En los últimos dos o tres meses el exceso de energía que tuvo Uruguay fue muy significativo, y entonces antes que regalarlo a Argentina a esos precios ridículos, habría que transferirle al consumidor parte de ese beneficio. Aprovechar para que la industria recupere rentabilidad e incluso ayudar a que baje la inflación", dijo el presidente de la Asociación de Generadores Privados de Energía.

Schaich también dijo que "hay que ver cómo habrían subido las tarifas en caso de no pasar todo esto, y hay que tener en cuenta que las tarifas no se fijan con una base matemática".

GONZALO CASARAVILLA - PRESIDENTE DE UTE. ?

UTE, energía de sobra y tarifas que no bajan.

—¿Qué significa que Uruguay cambió su matriz energética?

—Hay que recordar las restricciones de los 80 ó 90, o saber lo que fueron los años 2006, 2008 y 2009 e incluso 2012, cuando había sequía y los costos se disparaban. Teníamos que comprar mucho combustible y ponerlo en las centrales térmicas, y ahora eso, en principio, ya no lo tenemos que hacer más. El cambio en la matriz eléctrica se da por varias dimensiones, pero la primera y más importante es que Uruguay tiene garantizado el acceso a la energía y además sin previsiones de susto. Veníamos en una dinámica en la cual los recursos hidroeléctricos ya estaban explotados en su capacidad máxima, y todo lo demás lo hacíamos con combustibles líquidos y máquinas ineficientes, mientras la demanda crecía año a año. Pero se cambió la pisada, porque las energías renovables, en particular la eólica, son el combustible más barato que puede tener Uruguay después de la energía hidráulica. En algún momento vamos a llegar a que el 100% de la energía eléctrica del país sea eólica, y no es futurología, sino que hace dos semanas, por ejemplo, en un momento de la noche el 83,4% de la energía utilizada fue eólica.

—¿Por qué afirma que ya no hay "previsiones de susto"?

—Porque antes, cuando venía una seca, pagábamos millones de dólares para cubrir el déficit. El nivel de vulnerabilidad que teníamos nos generaba una dependencia muy grande, pero hoy hemos bajado muchísimo esa vulnerabilidad, y podemos planificar un año con mucha mayor exactitud. No hay seca de viento ni de biomasa; incorporamos fuentes que nos dan más seguridad.

—¿Se puede pensar en desmontar la Central Batlle?

—Siempre vamos a necesitar un respaldo para que el sistema funcione. Se prevé que el componente térmico sea el 10% del abastecimiento, lo que viene creciendo es la eólica y la biomasa, mientras que la hidráulica se mantiene igual.

—¿La energía eólica es la protagonista del cambio de matriz?

-Si, es la gran protagonista, es la vedette en este cambio, pero no funciona sola. Si uno visualiza lo que puede ser a futuro, si mira lo que pasará para 2040, con la información que tenemos podemos proyectar una situación en la cual, con una demanda del doble a la actual, deberíamos llegar a unos 5.000 megavatios de eólica (cuatro veces más que ahora). Está claro que vamos a seguir incorporando eólica, y solo tenemos que ver en qué momento lo hacemos, en función de la demanda.

—¿Cuánto le costó al Estado la transformación de la matriz?

—Para poder transformar la matriz hubo que hacer dos cosas, no solo incorporar eólica, sino fortalecer las redes eléctricas y las interconexiones. En refuerzo de redes eléctricas se hicieron inversiones de unos US$ 300 millones en el período anterior, y tenemos US$ 400 millones para este. En el respaldo térmico hay US$ 500 millones de inversión, y en energía eólica entre el período anterior y este hablamos de US$ 3.000 millones, donde también hay inversión de privados. Para tener una idea del aporte de privados, se puede observar que el presupuesto de UTE en el período pasado fue de US$ 1.700 millones y el actual estará en el orden de los US$ 1.400 millones.

—¿Qué se hace con los excedentes de energía actuales?

—Los colocamos en Argentina y en unos días más empezaremos a tener condiciones formales para colocarlos en Brasil.

—Hay industriales que se quejan de que se le vende energía a Argentina hasta 10 veces más barata de lo que ellos la pagan. ¿Se dejará de vender a ese país para vender mejor a Brasil?

-Estamos pensando cómo optimizar la colocación de los excedentes, pero no se puede construir una política permanente en función de los ocasionales. Tenemos una ventaja y es que contamos con dos países muy grandes al lado. Siempre podemos buscar comerciar con ellos y obtener un beneficio. Ellos tienen una demanda infinita frente a nuestra generación, entonces puede haber una oportunidad. Cuando vendo excedentes muy baratos es porque hay un acuerdo con Argentina de que cuando nos sobra, compartimos los beneficios. Es el mejor precio: es el precio de compartir los beneficios con el vecino, pero ahora que tenemos otra alternativa, se va a optar.

—Si hay excedentes de energía, ¿por qué no bajan las tarifas?

-Si se mira cómo evolucionaron las tarifas en promedio de 2010 a la fecha, hemos ajustado hasta ahora el 53% del IPC. O sea, en promedio, la energía eléctrica en Uruguay es cada vez más barata. Si no hubiésemos cambiado la matriz, hoy las tarifas serían 30% más caras. Vamos a seguir trabajando para que cada vez que ajustemos lo hagamos por debajo del IPC, para que la energía cada vez sea más barata. Estamos a mitad del cambio de matriz; vamos a poder seguir bajando.

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Cada molino de viento cuesta entre cuatro y cinco millones de dólares. Foto: L. Pérez

energías renovables ANDRÉS ROIZEN

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