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Algo más que nubes en el cielo

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En las canteras se forman nubes que arrastran polvo hasta Minas. Foto: José María Gorgoroso

Un estudio concluyó que los niveles de polvo en la capital de Lavalleja son superiores a lo permitido y que provienen de las canteras de las fábricas de cemento de la ciudad. Todavía falta saber qué tanto está afectando ese polvo a la población, algo que por ahora viene demorado.

Cuando baja el sol en la ciudad de Minas, especialmente si no hay nubes ni viento, el polvo acumulado en las canteras de las fábricas de cemento se levanta y se desplaza en cúmulo siguiendo la dirección del Arroyo del Plata. Recorre un trayecto de dos kilómetros en forma de nube y desciende por la pendiente del cerro Verdún hasta que encuentra el barrio Garolini, el primer centro poblado de la zona oeste de Minas.

El polvo de las dos cementeras (Cementos Artigas y Ancap), ubicadas en las afueras de Minas, converge precisamente en la Escuela N° 63. Se presume que hay más polvo ahí que en cualquier otro sitio de la ciudad. Por eso la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) midió entre 2003 y 2007 la concentración de "material particulado" en la escuela. Como se hizo con un equipo anticuado, con varias limitaciones, no se sacaron conclusiones contundentes.

Seis años después, los habitantes del Garolini un barrio humilde empezaron a quejarse del polvo. "Acá hay demasiado asma, demasiadas infecciones respiratorias", decían (y siguen diciendo), aunque sin estudios científicos en los que apoyarse. Los que tienen auto en Garolini no lo pueden dejar de noche en las calles porque amanece empolvado. Lo mismo con la ropa: si queda tendida, al día siguiente está marrón. José María Gorgoroso, un empleado de 47 años que vive ahí, contó que una vez hicieron el "experimento" de colocar un vidrio a la altura del techo de una casa para constatar que por la noche se llenaba de polvo. Entre 2013 y 2014 hicieron llegar estas denuncias a Dinama y también a la Intendencia de Lavalleja.

En paralelo, un grupo de minuanos de distintos barrios empezaron a percibir un aumento de los casos de cáncer, sobre todo en niños y jóvenes. Se propusieron llamar la atención: querían saber y actuar. Tocaron todas las puertas que se les ocurrió, entre ellas la de Dinama. En febrero de 2014, El Observador publicó un informe en el que se evidenciaba que la sensación generalizada no podía contrastarse con la mirada científica porque las cifras oficiales, elaboradas por la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, eran de varios años atrás. A raíz de eso, se formó una comisión en la Facultad de Medicina que trabajó un año en el asunto y hace algunas semanas presentó un informe que decepcionó a los interesados porque no aporta información significativa (ver recuadro).

El ingeniero industrial Rafael Guarga, que fue rector de la Universidad de la República entre 1998 y 2006, se enteró de todo esto por un conocido. Guarga trabaja en la empresa Frost Protection que, entre otras cosas, ofrece tecnología para controlar la propagación de polvo. Cuenta el arquitecto Jorge Rucks, que en ese momento dirigía Dinama y ahora es el subsecretario del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que Guarga se acercó a Dinama a ponerse a disposición para aportar lo suyo a los minuanos preocupados en forma honoraria. El ofrecimiento calzó justo en el marco de un plan que el ministerio estaba delineando con la Facultad de Ingeniería para identificar las posibles fuentes de contaminación de la ciudad.

Por su experiencia previa en Chile, Guarga empezó a investigar con la hipótesis de que en Minas actuaban "flujos catabáticos", unos movimientos de aire rasante que resultan de la estratificación de la atmósfera y ocurren en terrenos geográficos complejos, con pendientes y cauces (como el de Minas). Este fenómeno físico se da en las noches claras (sin nubes) y calmas (sin vientos), que a nivel científico llaman "noches perfectas".

Se midió la variación de la concentración de polvo durante 58 días entre noviembre de 2014 y enero de 2015, y no se tuvieron en cuenta los días no laborables y los días lluviosos. En 12 de las jornadas se superaron los 50 microgramos de material particulado por metro cúbico, que es el promedio máximo diario aceptado por la Organización Mundial de la Salud. A su vez, mientras la OMS ha establecido como promedio anual válido los 20 microgramos por metro cúbico, el promedio de lo medido en Minas asciende a 46 microgramos.

En su informe final, Guarga explica que el polvo no puede provenir de las chimeneas de las fábricas de cemento, ya que su emisión tiende a ascender y a desplazarse por lo alto hasta mezclarse con el aire más frío. En cambio, tal como había especulado, el ingeniero encontró que las concentraciones mayores de polvo se registraron entre la puesta del sol y las 9 AM, y los valores más altos ocurrieron, justamente, en las noches claras y calmas, lo cual le permitió concluir que el material proviene de las canteras y es trasladado por los flujos catabáticos.

Para Guarga, las concentraciones de polvo "son altas o muy altas en relación con lo establecido por la OMS". Para Rucks, en tanto, "el nivel de información permite corroborar que hay un problema de contaminación".

El ministerio tomó las recomendaciones del especialista que, en primer lugar, advirtió que es necesario ampliar los estudios. Rucks entendió que eso les corresponde a las empresas contaminantes, por lo cual ya les comunicó que a los requisitos ambientales habituales se agrega la medición del polvo generado. Ahora están en la fase de implementación.

El hecho de que el material provenga de las canteras y no de las chimeneas es una buena noticia, destacaron Guarga y Rucks: implica que es contaminación que se puede controlar sin tener que cerrar las fábricas y afectar, así, una fuente de trabajo crucial para la localidad. Las soluciones recién se están pensando porque dependerán de lo que resulte de los nuevos estudios. De todas formas, es probable que pase por generar una barrera en la cantera que inhiba el pasaje del polvo. Puede llegar a ser una especie de cerro artificial o un cerco vegetal.

La investigación de Guarga se presentó ante ciudadanos de Minas en abril. Algunos ya estaban involucrados en el tema, pero otros empezaron a tomar conciencia desde entonces. Los niños tuvieron una charla en la que se les explicó qué pasa en su escuela. Ahora hay un grupo que se reúne cada tanto para compartir novedades. "Es un tema de conversación en el barrio. En las reuniones conversamos sobre lo que está pasando y cómo se sigue. Los escolares no son muy conscientes, pero los de 12, 13 o 14 años ya preguntan y participan", dijo Gorgoroso, uno de los vecinos más activos.

Ahora ya pueden afirmar, con evidencia científica, que su barrio está lleno de polvo. Saben que a nivel internacional está demostrado que eso daña su salud y causa insuficiencias respiratorias, asma, y todo lo que ellos perciben. Lo que no saben y quieren averiguar es qué contiene el polvo que están respirando: si es solo piedra caliza, o si hay otras cosas. Deberán esperar para eso (ver recuadro).

Informe de Facultad de Medicina decepcionó a minuanos.

El 8 de mayo, en la Junta Departamental de Lavalleja,se presentó un informe realizado por una comisión de la Facultad de Medicina, creada en febrero de 2014 a pedido de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer "para informar sobre contaminación ambiental en Lavalleja, Minas y sus alrededores, y su vinculación con la percepción del aumento de los casos de cáncer", según dice en el informe. La comisión fue integrada por la oncóloga Cecilia Castillo, el especialista en métodos cuantitativos Enrique Barrios, la especialista en toxicología Amalia Laborde, y la docente de salud ocupacional Stella de Ben. Coordinó la comisión el decano Fernando Tomasina.

El estudio hizo una revisión bibliográfica sobre contaminantes ambientales vinculados a la producción de cemento y analizó la evidencia epidemiológica disponible, pero al contrario de lo que esperaban muchos minuanos, no se realizaron estudios de campo. En base a lo estudiado, se concluyó: "La Comisión Ad Hoc entiende que la información obtenida permite descartar una situación de alto riesgo poblacional en cuanto a la incidencia de cáncer, pero al mismo tiempo evalúa la necesidad de profundizar en la investigación de los factores que podrían incidir en la frecuencia aumentada del cáncer de pulmón en toda la región noreste". También concluye la necesidad de monitorear la calidad del aire, ignorando que eso ya se estaba realizando.

Varios minuanos expresarona El País su decepción. Valeria Uriarte, principal promotora de la investigación, lamentó que no hayan conseguido información nueva. La oncóloga Shirley Marocci dijo: "No nos mostró lo que queríamos ver. Pensamos que iba a haber estudio de campo, pero fue solo epidemiología retrospectiva".

"Queremos saber qué es lo que estamos respirando"

José María Gorgoroso (47) colaboró con la investigación de Rafael Guarga desde su hobby: la fotografía. Durante el mes de enero estuvo yendo prácticamente todos los días a los mismos lugares para captar los flujos catabáticos que desplazan el polvo que respiran él, su familia y sus vecinos. Sabe que esas nubes se generan en la cantera de Ancap y se espesan al pasar por la cantera de Cementos Artigas. "Las he seguido en la moto mucho más allá de Minas, y sé que continúan rumbo a Arequita", relató. Antes de amanecer, la claridad de las primeras luces en Minas es "muy especial". "Parece cerrazón, neblina o humo, pero no lo es", dijo. El polvo no logra sentirse. Justamente, el estudio de Guarga midió las partículas más pequeñas, que no se llegan a percibir pero entran a los pulmones. "Esto tiene consecuencias importantes", afirmó Rucks. "Lo preocupante es la afectación que tiene en enfermedades de tipo respiratorio. Todavía no se hizo un estudio particular en esa zona, que es algo que parece necesario. Por ahora no podemos afirmar la relación causal porque faltan estudios epidemiológicos. Ya hemos tenido reuniones con Ministerio de Salud Pública planteándole la posibilidad de hacer esos estudios. El MSP está en conocimiento", agregó. En esa cartera no quisieron hacer comentarios. Por su parte, la comisión de Facultad de Medicina que investigó el tema advirtió que, más allá del cáncer, la actividad minera "implica un riesgo claramente establecido de mayor incidencia de enfermedades respiratorias". Recomendó vigilancia epidemiológica especial. "Hay muchos problemas respiratorios en Minas en general, no sabemos hasta dónde es normal", dijo Gorgoroso. "Ahora queremos saber: ¿qué tiene la tierra de las canteras? ¿Qué minerales estamos respirando? Sabemos que el polvo es perjudicial en sí mismo. ¿Y si además contiene algún elemento dañino?", se preguntó.

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"Queremos saber qué es lo que estamos respirando"

José María Gorgoroso (47) colaboró con la investigación de Rafael Guarga desde su hobby: la fotografía. Durante el mes de enero estuvo yendo prácticamente todos los días a los mismos lugares para captar los flujos catabáticos que desplazan el polvo que respiran él, su familia y sus vecinos.

Sabe que esas nubes se generan en la cantera de Ancap y se espesan al pasar por la cantera de Cementos Artigas. "Las he seguido en la moto mucho más allá de Minas, y sé que continúan rumbo a Arequita", relató. Antes de amanecer, la claridad de las primeras luces en Minas es "muy especial". "Parece cerrazón, neblina o humo, pero no lo es", dijo.

El polvo no logra sentirse. Justamente, el estudio de Guarga midió las partículas más pequeñas, que no se llegan a percibir pero entran a los pulmones. "Esto tiene consecuencias importantes", afirmó Rucks. "Lo preocupante es la afectación que tiene en enfermedades de tipo respiratorio.

Todavía no se hizo un estudio particular en esa zona, que es algo que parece necesario. Por ahora no podemos afirmar la relación causal porque faltan estudios epidemiológicos. Ya hemos tenido reuniones con Ministerio de Salud Pública planteándole la posibilidad de hacer esos estudios. El MSP está en conocimiento", agregó. En esa cartera no quisieron hacer comentarios. Por su parte, la comisión de Facultad de Medicina que investigó el tema advirtió que, más allá del cáncer, la actividad minera "implica un riesgo claramente establecido de mayor incidencia de enfermedades respiratorias". Recomendó vigilancia epidemiológica especial. "Hay muchos problemas respiratorios en Minas en general, no sabemos hasta dónde es normal", dijo Gorgoroso. "Ahora queremos saber: ¿qué tiene la tierra de las canteras? ¿Qué minerales estamos respirando? Sabemos que el polvo es perjudicial en sí mismo. ¿Y si además contiene algún elemento dañino?", se preguntó.

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En las canteras se forman nubes que arrastran polvo hasta Minas. Foto: José María Gorgoroso

contaminación del aire en ciudad de minasPAULA BARQUET

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